Protégeme.{Gemelier}

7

Y aquí llevo, vuelvo a mirar el reloj por decimoquinta vez desde que me senté, dos horas y treinta y dos minutos llevo aquí, sin saber nada.
Sin saber nada de la mujer que llegó a mi vida por un informe de trabajo, y que ahora no puedo perder. No porque si muere, fracaso en el trabajo, sino, porque no quiero perderla, quiero conocerla, acariciarla, hablar, susurras, sentir, querer... y quien sabe, amar.

Un médico se asoma por la puerta y la empuja para salir.

-¿Familiares de Inés Ortiz?

-Yo.-Me levanto y camino hacia él.

-¿Su novio?-Pregunta llevandome a un lateral de la sala.

Su novio, joder, que bien suena, ojalá algún día se pueda decir así, Inés, mi novia...

-Eh...no, bueno, yo...amigo, sí, soy su amigo.-Afirmo tartamudeamdo un poco.

-Vale...-Dice soltando una risa.-Pues haber, Inés esta en coma, es grave, a perdido mucha sangre y se la hemos repuesto, y se supone que ya debería estar estable, pero su cuerpo no responde a los medicamentos y no sale del coma, no sabemos cuanto tiempo puede estar en coma, despertará cuando surja... es de suponer.

-¿No va a despertar?-Susurro.

-Quien sabe, puede que despierte ahora mismo, o dentro de meses, incluso años.-Asiente lentamente con la cabeza.

-¿Puedo pasar a verla?

-Si claro, esta en esta sala de aquí.-Me guía y se para delante de una puerta; la 114.-Es aquí, suerte, hablala a lo mejor te oye.-Se encoge de hombros.

-Eso dicen.

Abro la puerta lentamente, con un poco de angustia, miedo, pena... de lo que pueda encontrar ahí dentro.
Pero la veo allí tumbada, pálida, con cables saliendo de sus brazos y acabando en una máquina, y esque no puedo verla así...
Me acerco lentamente, con el tiempo pisandome los pies, sin prisa.
Llego a los pies de la cama y la observo, tiene el hombro vendado y los labios secos, lo que me incita a humedecerselos de golpe juntando mis labios con los suyos, pero me controlo y no seré capaz de bersarla en este estado.

-Bueno, es verdad lo que el médico dice, aunque no puedas hablar, se que puedes oír, y espero que me oigas.-Le acaricio la mejilla.-Tienes que despertar, ¿Sabes? Ni siquiera te e llevado a mi casa, cuando la veas te encantará, pero para eso tienes que abrir los ojos, venga Inés...Parece mentira, nunca diría esto, pero me sacas mi lado cursi.-Río.-Bajo el mismo cielo, soñando el mismo sueño. Despierta por favor... hazlo por mi...-Susurro.

Y de ahí, todo cambió.