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-Bueno, es verdad lo que el médico dice, aunque no puedas hablar, se que puedes oír, y espero que me oigas.-Le acaricio la mejilla.-Tienes que despertar, ¿Sabes? Ni siquiera te e llevado a mi casa, cuando la veas te encantará, pero para eso tienes que abrir los ojos, venga Inés...Parece mentira, nunca diría esto, pero me sacas mi lado cursi.-Río.-Bajo el mismo cielo, soñando el mismo sueño. Despierta por favor... hazlo por mi...-Susurro.

Y de repente, un pitido muy molesto empieza a sonar en la máquina que tiene a su lado, los latidos de su corazón suben de golpe, y yo me aparto de ella asustado y sin saber que hacer.
Un médico entra corriendo en la habitación apurado.

-¿Que pasa? ¿La a hecho algo?

-¡No! No, no, no, la e tocado.-Digo rápidamente asustado.

-Está progresando, se supone.-Dice al tiempo que le inyecta un tranquilizante y parece que vuelve a la normalidad.-Ya está.-Susurra soltandole lentamente el brazo.

-Muchas gracias, doctor.

Él asiente, y sale por donde a entrado.
Me acerco de nuevo a ella, lentamente como la primera vez, con miedo como antes.
Le acaricio el pelo, tan suave, entierro mi nariz en él y aspiro ese olor de jazmín y rosas, me encanta, toda ella me encanta.
Voy hasta el sillón, incómodo, pero no tanto como aquellas sillas.
Me siento y me pongo a mirar por la ventana.

Pasan los segundos, minutos, y creo que las horas, veo anochecer en esa ventana de hospital, cuando algo interrumpe el inmenso silencio.

-Dios, que frio...-Susurra una voz ronca, con pinta de no haber usado la voz en tiempo.

Me giro hacia la camilla lentamente y veo a una Inés revolviendo entre las sábanas, buscando calor.

-¡Inés! Dios mio, menos mal, gracias a dios que te as despertado.-La abrazo controlando mis fuerzas.

-¿Donde estamos, Jesús?

-En el hospital, te desmayaste y entraste en coma por la pérdida de sangre.

-¿Cuanto tiempo llevo?

-Unas...-Mira el reloj.-12 horas y media.

-Dios.-Se tapa la cara con las manos, frotandose los ojos.-Cuantisimo tiempo, ¡y la clínica! Dios mio.

-No pienses en eso ahora, no vas a volver en mucho tiempo. ¿Me oyes? No puedes.

-Jesús.

-Dime.-La acaricio la mejilla con ¿Cariño? Sí, la e cogido mucho cariño.

-Gracias, por todo, por cuidar de mi, y por no dejarme sola.-Musita con pena.-En parte yo siempre estoy sola, mis padres me ignoran, y no tengo hermanos, a veces siento que no le importo a nadie.

-No digas eso, y no des las gracias, no podría dejarte sola, que no lo estás, me tienes a mi, y no me voy a ir.

Y se lanza a mis brazos acurrucandose en el hueco de mi cuello, con su respiración chocando en él, produciendo que me estremezca.
La envuelvo fuertemente en mis brazos, como queriendo protegerla del mundo, y es lo que pretendo, se la ve tan indefensa.

-Acuestate conmigo, por favor.-Dice hechandose a un lado.-Tengo un frío, impresionante.

Yo suelto una carcajada, y tras quitarme los zapatos me acuesto a su lado, y no tarda en acurrucarse en mi pecho.

-Descansa.-Le acaricio de arriba a abajo el brazo.-Te quiero.-Murmuro.

Y es increible lo que se puede llegar a sentir por una persona, ¿Verdad?

Protégeme.{Gemelier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora