Protégeme.{Gemelier}

14

Me monto en mi coche todo lo rápido que puedo, y arranco directo a casa.

Por dios, Inés, lo siento mucho por dejarte sola.

Me salto todos los semaforos y señales con tal de llegar a tiempo, y que no le pase nada malo.
Sin darme cuenta ya estoy enfrente de mi puerta, la cual esta rodeada de unos coches negros.
Me doy el lujo de arañar una furgoneta mientras corro a la pierta de entrada.

Entro corriendo y subo hasta la habitación, y la escena que me encuentro no me es nada agradable.

-Hijos de puta.-Escupo las palabras mirandolos con desprecio, mientras ando hasta Inés con delicadeza, ya que más debil no puede estar.

-Jesús.-Susurra con un hilo de voz.

-Shh, no hables.-Le acaricio la cara, ahora manchada de sangre.-Lo siento.

-Bueno parejita, ¿yo creo que el momento romantico o os lo podeis guardar para cuando esteis solos, no?

-Ya os estais largando.

-Ah, no.-Ríe ironicamente.

-¿Que coño queréis?-Frunzo el ceño.

-Dinero.

-Vale.-Me encojo de hombros.-¿Cuanto?

-2 mil.

-Sin problema, el dinero me da igual si nos dejais en paz, pero decirle a Sergio, que esto no se va a quedar así, que se entere.

-Claro, que miedo.-Dice ironicamente, gruño enfadado, les hace una seña a sus compañeros para salir de la habitacion.

Uno pasa al lado de Inés, la mira de reojo y le da un golpe en la cabeza.

-¿¡Que haces invecil!?-Me levanto y le tiro al suelo, le doy un puñetazo, rompiendole la nariz.-No le pongas un solo dedo encima.-Le agarro del cuello de la camiseta, y le arrastro para que salga por la puerta.-La próxima estas muerto.

Cuando ya han salido todos y estoy solo con Inés. La miro me siento tan culpable por jo haber estado ahi protegiendola.

-Me lo prometiste.-Solloza.-No has estado ahí.

-Lo siento de verdad que lo siento Inés, fui a hablar con el estupido de sergio, y me tendió una trampa.-Aprieto los puños.-Ven.-La cogi en brazos delicadamente ya que una fuerte raja se veia en su pierna, y fuertes golpes por todo el cuerpo.

-Ahh.-Grito de dolor.

-Shh, tranquila, voy a por el botiquín.

Lo cogi del baño y le cure las pequeñas heridas.

-Es muy profundo, te voy a poner una anestesia, ¿Vale? Tengo que coser.

Le veía el miedo en los ojos, y me preocupaba por ella.
Se lo inyecte, y utilicé el pequeño curso de enfermeria que dí.

Cuando termine de cerrar la herida, le puse una venda.

-¿Te duele?

-Sí, mucho.

-Lo siento, de verdad que siento esto que has pasado.