RIP Brayden West

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Hemos matado a Brayden.

No. Yo no.

¡Dexter ha matado a Brayden! Mi Brayden.

El pobre actor lleva dos días completos sin despertar. Está acostado en mi closet cubierto con sábanas. Pensé que tal vez tendría frío...

Después de secuestrarlo, llegamos a casa y lo metimos en el diminuto espacio de mi habitación. Seguido de eso, esperamos y esperamos. Segundos, minutos, horas... hasta que se convirtieron en días. Según las estadísticas de Melanie, debería haber despertado tres horas después del desmayo.

—¿Está muerto? —vuelve a preguntar Dexter. No deja de repetirlo las últimas cuarenta ocho horas.

—No lo sé —dice Melanie y se agacha para quedar en el suelo con Brayden, luego le toma la presión arterial del cuello.

—No siento nada

—Pero respira ¿no?

Mi prima se encoge de hombros.

—No parece.

—Oh Dios mío —murmura Dexter—. Lo hemos matado.

—¡Tú lo has hecho! —le espeto con furia.

—Melanie preparó la sustancia —se excusa el chico.

—Yaquelín quería conocerlo —exclama mi prima.

—Chicos —digo para mantener la calma—. Fue culpa de todos y ahora debemos afrontar las consecuencias.

—¡Yo no quiero ir a la cárcel! —comenta Dexter caminando por toda la habitación—. Ya estuve una vez y fue horrible. Los muros están infestados de rayones. Hay gente mala. Los inodoros son asquerosos...

—¡Dexter, cálmate! —le grita mi prima—. No iremos a prisión.

—¿Entonces?

—No sabemos si está muerto o no...

—Parece que sí —la interrumpo con un nudo en la garganta—. Le dieron demasiado veneno.

—¡Qué no era veneno! —brama Melanie con desesperación.

—Y para el colmo de la situación, estamos en las noticias... —murmura Dexter.

Ambas lo miramos.

—¿Qué? —decimos al unísono.

—Acaba de salir en Hollywood Sets. La policía lo está buscando. Para el mundo entero: Brayden West ha desaparecido. Incluso se cree que lo han secuestrado —añade al final señalando al chico en el closet.

—Oh... —susurro bajando la mirada—. Eso es malo. Muy malo.

—Les dije. No quiero ir a prisión —comenta Dexter con tristeza. Él nunca está triste.

—Fue idea tuya —le recuerdo con una mirada penetrante.

—No creí que saliera tan mal. Ahora tenemos un cadáver en tu closet cuando debería ser tu esposo.

Asiento con la cabeza.

—Lo sé.

—Tendremos que decirles a nuestros padres —anuncia Melanie después de un rato.

—Sí... —contestamos sin ganas.

Nos sentamos en mi cama, giro mi cabeza hacia los posters de Brayden. Tan alegre. Tan vivo.

***

Por la noche, sin ganas de cenar ni nada, bajo a la cocina. Mamá ha preparado lasaña (la comida favorita de Brayden) pero la verdad es que no tengo ánimos para comer. Aunque sea el platillo favorito de mi ídolo.

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