Paso número uno: entrar al set

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El sueño de mi infancia se está convirtiendo en realidad. Por primera vez, entraría a un set de una película; con actores, productores, directores y estilistas reales. No como las obras estudiantiles de la escuela. Esta vez es real.

Y también ilegal.

Avanzo por la reja, pegada a ella para que los guardias de seguridad no se percaten de mi presencia ni la de Dexter. Llegamos a la parte trasera del estudio y, gracias a Dios, no hay rastro de ningún guardia. Trepo yo primero seguida de Dexter, quien me ayuda a subir. Cuando caigo del otro lado de la barda veo como él la escala y aterriza con una pose triunfal a unos pasos de mí. Después, corremos a la puerta, donde en la parte superior dice: Solo Personal Autorizado. No pasar. En el lado derecho hay un foquito rojo que parpadea. Dejo que mi primo maniobre con un alfiler la cerradura y a los pocos segundos escucho su voz.

¡Lo logré!

Nos miramos y asentimos. No hemos llegado hasta aquí solo para echarnos hacia atrás. Así que yo soy la primera en abrir la puerta.

Esperaba encontrarme con Brayden West, pero en su lugar aparece una habitación repleta de escobas y trapeadores.

Bufo con desesperación.

—Ya estamos cerca —dice Dexter encendiendo la luz.

Estamos en el cuarto de manteamiento, la puerta por dónde acabamos de entrar sirve para desechar el agua sucia que trapean o para sacar la basura.

Acerco mi mano a la perilla con la intención de entrar al mundo del cine. El plan cada vez se transforma en realidad.

Al abrir la puerta, dejo ver un universo nuevo. Personas del staff pasan a nuestro lado sin reparar de nuestra presencia, dos estilistas corren con maletas de maquillaje y un escenógrafo carga lo que parece ser una pesada roca de cartón.

La misión está completándose. Lo único que falta es encontrar a Brayden West, pedirle un autógrafo y una foto, salir como extras en su nueva película que filma justo ahora, hacernos mejores amigos y casarme con él.

He planeado este encuentro por semanas, desde que anunció la filmación de su nueva película en Hollywood Sets, y la única persona que quiso acompañarme a realizar esta loca tarea fue mi primo Dexter, quien ahora me toca el hombro y me hace un ademán de seguirlo.

Caminamos a paso lento, contemplando el gran estudio. La escenografía está más allá, frente a nosotros, y aparenta ser la habitación de Gilbert (el personaje de Brayden). Frente a la escena, están unas sillas negras y estrechas donde se encuentran escritos los nombres de los actores, productores y del director.

Acertamos muy bien al elegir una camisa y pantalones negros, ya que todo el staff viste lo mismo y podemos perdemos entre ellos. Aunque en realidad solo pretendíamos parecer agentes secretos.

Busco a Brayden con la mirada, no lo encuentro. Desde que me enteré que filmaría su próxima película en este estudio, me he asegurado de seguirle el paso por sus redes sociales con el fin de que un día (hoy) me lo pudiera encontrar.

Para las personas que no lo conocen, él es el mejor actor de su generación: tiene veinte años recién cumplidos, ojos color avellana, cabello castaño, es alto, muy guapo, humilde y un encantador chico con los delfines; según las revistas para adolescentes que leo. Él es nada más y nada menos que Brayden West. Mi cuarto está cubierto de fotos suyas, tapizando mis paredes.

Veo que Sarah Kelly aparece en el plato y se posiciona en su lugar, el director le da unas cuantas indicaciones mostrándole el guion.

—¿Ahora qué? —pregunta mi primo.

—No tengo idea.

Un camarógrafo pasa a nuestro lado con prisa. El set es un caos con gente corriendo de aquí para allá.

Me lo imaginaba más tranquilo.

—¿Qué están haciendo? —dice una voz chillona a nuestras espaldas.

Por un momento pienso que es la seguridad del lugar y que nos han descubierto. Estoy preparándome para correr cuando veo que solo es una asistente con un articular en el oído.

—No es tiempo para descansar, es hora de trabajar. Vayan al sótano por material para la escena nueve. ¡Ya, ya, ya, ya!

Sale corriendo hacia el otro lado del estudio. Dexter y yo nos quedamos parados sin hacer nada, hasta que me jala de la camisa como lo ha hecho desde pequeños.

—¿Lo hacemos o qué?

—Sí, y aprovechamos para buscar a Brayden —le contestó.

Seguimos a unas personas del staff que se mueven caóticamente. Después de caminar cinco minutos, cuando vemos el letrero de "sótano" a la izquierda, noto un cartel más interesante que recita: "Camerinos" a la derecha. Le doy un suave golpe a Dexter en el brazo y se lo muestro. Una sonrisa traviesa aparece en sus labios. Igual que en los míos.

—¿Piensas lo mismo que yo? —le digo con cautela.

—Eso mismo, primita. Eso mismo.


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