Fiesta, Ulises y ¡Jules!

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 Para cuando bajo, Dexter está allí. Sin embargo no lleva traje de gala. Viste unos shorts azules y una camisa con una bola ocho.

—¿Quieres ser el hazmerreír de la fiesta? —espeto—. ¡Ya nos tenemos que ir!

—Yo no voy —dice bajando su mochila del auto—. No quiero estar presente en un lugar con semejantes Brayden West, además, Cara bonita puede escapar. Alguien tiene que hacer la tarea de vigilarlo. De ser su niñera, ya sabes.

—Claro. Gracias por el favor —contesto subiéndome al carro.

—Me llaman cuando vengan de camino a casa —le oigo decir cuando Melanie arranca.

—Seguro —grito por la ventana. Después me giro hacia Melanie.

—¿Qué le dijiste a tus padres?

—Que iría a una fiesta formal contigo.

—Bien —concuerdo con ella—. Lo mismo dije.

—Pero es la verdad, iremos a una fiesta de gala tú y yo.

—Lo sé. Pero omitimos el detalle de las celebridades.

Melanie sonríe a medias.

—Calla y ayúdame con el celular de Brayden a buscar la dirección con el GPS.

—De inmediato —me enfoco en buscar la dirección. Cada vez que tecleo cada letra en buscar, siento la adrenalina correr por mis venas. En el fondo, Melanie y yo gozábamos esta gran experiencia. En especial Melanie, ella se contemplaba muy entusiasmada e impaciente con el asunto.

Llegamos veinte minutos después de salir de casa pero quince minutos antes de que la gala comience. Sí, tuvimos problemas para hallar el camino pero con la mejor copiloto del mundo (yo) fue sencillo encontrar la ubicación. Sobre todo agradezco al viejito de la esquina, quien amablemente respondió a mi pegunta.

—Disculpe, disculpe. ¡Señor! ¿Sabe dónde queda el salón de eventos Grand Parti?

—Perdón. No le entendí —había dicho el ancianito cuando se acercaba a la ventana del auto.

—Yaquelín, no le preguntes a él. No sabe. Vamos a intentar de nuevo con el GPS.

—Ya nos perdimos dos veces. ¡Ese aparato no sabe más que traernos de allí a allá! Mire, señor, buscamos el salón de eventos Grand Parti. Hoy darán una fiesta.

—¡Ah! ¿El salón de eventos?

—Sí, señor.

—¡Ya se lo dijimos dos veces! —murmuró Melanie, le di un golpecito en la rodilla escuchando al hombre.

—Pues miren, señoritas: Queda a la mano izquierda de esta calle que se llama... se llama... ¡Ay! No recuerdo el nombre pero es por allí, después toman la derecha y siguen recto. Luego dan dos curvas en la rotonda hasta que finalmente toman el lateral derecho en la avenida... la avenida... bueno, verán una avenida, allí dan derecho y en la izquierda, cerca de la calle central está el salón que buscan.

Melanie y yo habíamos parpadeado al mismo tiempo.

—Este hombre ni sabe qué onda... —susurró mi prima.

—Muchas gracias, señor —respondí yo—. Muy amable de su parte.

—No hay de que, diviértanse.

Una vez cerrada la ventana y el auto en marcha Melanie exclamó:

—Veras que ese hombrecillo no sabe nada. Nos perderemos de nuevo...

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