Brayden intenta escapa... de nuevo

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Cuando llegamos a casa, recibo un mensaje de papá y mamá diciendo que, aprovechando que yo saldría de casa con Melanie, ambos cenarían en un gran restaurante. Subo las escaleras y me sorprendo ver a Brayden en la bañera todo empapado.

Tanto Melanie como yo nos paramos en seco.

—¿Qué ocurrió? —me atrevo a preguntar.

El pobre tiene una cinta adhesiva en la boca por lo que contesta balbuceando.

—No le entiendo nada —murmura Melanie.

De pronto Dexter llega con un plato de palomitas en la mano y un puñado en la boca.

—Cara bonita abuso de la confianza que le tenía.

Le exijo una explicación lo más antes posible.

—Como estaba muy aburrido, decidí invitarlo a jugar Halo. Ya sabes, como buenos amigos —Brayden bufa—. Entonces lo liberé por un rato y me aseguré de cerrar la puerta con llave. Sin embargo el muy valiente actor me golpeó con el control de XBOX y por unos instantes me desmayé. Mientras tanto, él corría y escapaba. No logró salir por la entrada principal, así que salió por el patio... pero... ¡Oh, sorpresa! Salivas lo tacleó y lo detuvo. El acto me dio tiempo suficiente como para volver a amarrarlo y subirlo al clóset. No te enojes, Yaquelín, pero...¡nunca se callaba! Como consecuencia, tuve que tomar riendas de la situación y lo mojé. Además ya necesitaba una ducha. Olías muy mal, Cara bonita.

Mi mente se queda en blanco. No sé qué contestar.

—Nos invitaste a la fiesta para tener la oportunidad de escapar ¿cierto? — quiere saber Melanie, yo temo la respuesta.

Brayden asiente con la cabeza, apenado.

Eso me da ganas de volver a abrir la regadera. Lo hago. El chorro de agua fría le cubre la cabeza y le resbala por el cuerpo.

Salgo del baño y Dexter me sigue.

—Lo siento...

—No fue tu culpa, Dexter.

—Debí cuidarlo mejor...

—Dexter —me planto frente a él para dejarle claro el asunto—. Esto no fue idea tuya. Melanie y yo fuimos las apresuradas en aceptar. Nosotras permitimos que sucediera. No tomes culpas que no te corresponden.

Mi primo asiente con la cabeza y con sus grandes brazos, me toma por la cintura para abrazarme. Como de pequeños, como de niños, como ahora.

Después, sin decir nada, me regala una débil sonrisa que acepto.

Vuelve a entrar en la habitación mientras yo salgo al patio. Camino directamente hacia la mecedora. Salivas llega a los pocos segundos. Coloca sus patitas en mi regazo. Su cabeza queda a la altura de mi cintura. Mi corazón se derrite.

—Buen trabajo hoy, Salivas —le rasco por detrás de las orejas. Como tanto le gusta.

Aquí estoy, con mi fiel y leal perro que detuvo a mi hermoso y gran ídolo. Gran parte de mí, sí se alegraba bastante de que Brayden no haya logrado salir de aquí. La otra parte se sentía triste: él deseaba salirse de aquí y eso lo había llevado a la gran decisión desesperada de huir.

Después de un rato, sin importar más, despido a Dexter y Melanie. Ambos quieren saber si estoy bien. Me limitó a asentir y prometer que nos veremos mañana.

Se van algo cabizbajos y, Dexter con su Xbox en la mochila, jura no jugar con Brayden de nuevo.

Al cerrar la reja, oigo los ladridos de Salivas. Son tan ásperos que chillan en mis oídos.

Plan de escenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora