Entre dos

Final

- Nena -Volteé, haciendo una mueca-, ¿iremos a la fiesta de mañana?

Sonreí y asentí. Retomé mi acción anterior y continúe leyendo mi libro, recostada en el sofá con mis piernas balanceandose.

El acarició mi cabello y sonrío. Me reincoporé para darle un lugar en el sofá, el cuál era lo suficiente grande para ambos. Una vez ya sentados recosté mi cabeza en sus piernas y nuevamente continúe leyendo. Dean cojió una de las esquinas de mi camisa y comenzó a acariciar un lado de mis caderas. Mi piel se erizó y observé cada uno de sus movimientos. Dejé el libro de lado y acomodé ambas piernas a los lados de su cuerpo.

Me acerqué para besarlo, y antes de corresponderme, el sonrío. Al parecer era el único que sonreía cada vez que lo besaba. Enredé su cabello entre mis manos y el llevó una de sus manos hacia el tirante de mi sujetador.

En realidad no sabía si quería seguir. No estaba tan decidida como lo estaba con Thomas hace unos días.

Tome su camisa y la subí, quitandola de su cuerpo. Nuestro beso seguía, sin saber como aún contenía aire en mis pulmones.

Quitó mi sujetador.

Mi blusa aún estaba sobre mi cuerpo. Fruncí el ceño y el parecío notarlo. Finalmente se deshizo de ella con solo un pequeño y leve movimiento de manos.

No podría describir cuan agitada me encontraba. Nuestros pechos subían y bajaban a una velocidad incontable, ambos respirabamos de una manera fuera de lo normal.

Sus besos se expandieron hasta mi cuello, bajando cada vez más. Tiré mi cabeza hacia atrás, disfrutando cada sensación que el me causaba. Sus manos exploraron mi espalda, acariciandola y volviendome aún más vulnerable a cada acto que se disponía hacer. Sus besos parecían quemar sobre mi piel.

- Por favor, no contestes -Susurró, volviendo a mis labios.

¿Qué?

- ¿Qué?

- Tu celular; no lo contestes. Deja pasar la llamada.

El sonido de mi teléfono me distrajo, aparté a Dean.

- ¿Hace cuanto ha comenzado a sonar?

- Un minuto, aproximadamente -Pase ambas manos por mi rostro y apoyé mi frente en el hombro izquierdo de Dean-, ¿lo habías escuchado?

Negué.

Me levanté del sofá con mi sujetador entre mis manos. Luego de acomodar mi ropa interior descolgué la llamada, un silencio llenó las lineas y se oyó el pitido queriendo decir que la llamada había finalizado. Me encojí de hombros, restandole importancia, tal vez era una llamada equivocada o solo niños jugando.

[ *** ]

Los fuegos artificiales llenaron el cielo. Los gritos de alegría y felicidad equilibraron el ambiente. Yo solo sonreía observando a grupos de amigos abrazandose entre ellos, y a parejas besandose mientras que perdían el control con cada tacto.

Sus finos y largos dedos se deslizaron por mis brazos, abrazando mis hombros y robando un beso en mi mejilla. Descansó su barbilla en mi cabello y entrelazó nuestras manos.

- Feliz año nuevo, bebé -Murmuró en mi oído, para luego voltearme y besar mi rostro, finalizando en mis labios.

- Feliz año nuevo, Dean.

Escondió su rostro en mi cuello y depositó un beso en mi clavícula.

Unos disparos nos sobresaltaron, y al instante, tres personas con al menos cinco balas dispersadas por sus cuerpo cayeron a mi lado.

Ahogué un grito. Solo sentía el agarre de Dean intensificándose cada vez más.

Cuatro hombres con armas en sus manos entraron a la casa, disparándole a personas que trataran de huir del lugar. Mis piernas temblaron al escuchar lo que decía uno de los hombres con armas.

Ellos pronunciaron mi nombre, me estaban buscando y no sabía el preciso motivo por el cual lo hacían. Solo mis padres recorrían mi mente en ese instante.

Sentí que Dean jaló de mi mano, arrastrándome hacia las puertas traseras del lugar.

Personas se escabullían desde las ventanas de la segunda planta y otras por las pequeñas puertas de atrás.

Unos pocos disparos seguían para callar y horrorizar a las personas presentes.

Sentí mi corazón latir aún más fuerte y rápido; uno de los hombres se posicionó en la puerta trasera, disparándole a las personas que intentaran escapar. La única opción restante era la ventana de la segunda planta, por la cual debíamos saltar tres metros hacia tierra para poder salir de la casa.

Dean jaló de mi cintura hasta llegar a la única salida disponible. Una especie de adrenalina me golpeó. El me susurraba cosas y no las podía entender, sus señas fueron suficientes para requerir el valor y saltar. Hoy era un mal día para llevar tacones.

Pequeños rasguños acabaron en mis rodillas y brazos. También era un mal día para llevar pantalones cortos.

Dean saltó, ni siquiera un pequeño rasguño; ni siquiera su cabello se movió.

Entrelazó nuestras manos para alejarnos de allí. Las sirenas de la policía rápidamente se hicieron presente y al rededor de cinco carros junto a dos ambulancias llegaron para arrestar a los hombres y resguardar a las personas heridas.

Mis manos se encontraban mojadas a causa del sudor, el ardor de los rasguños comenzó a aparecer.

Lo único que quería en este instante era ir a casa.

El no habló si no hasta diez minutos después de llegar a mi hogar. Su rostro reflejaba cansancio, y temor.

- ¿Estas bien, Dean? -Murmuré, dirigiéndome hacia el, quién descansaba en mi cama.

- Solo, tengo miedo...

Si escucharon algo probablemente era mi corazón rompiéndose.

- ¿Por qué? Todo esta bien, y lo estará, lo prometo -Sonreí débilmente, sentándome a su lado con tal cuidado de incomodarlo.

- Tengo miedo de perderte; pueden hacerte daño. Salimos de esto solo por suerte, créeme que no habrá una segunda vez.

- Te quiero, Dean...

El no habló, solo mantenía su rígida mirada sobre mi.

- Creo que deberíamos descan... -Y me interrumpió, me interrumpió de la mejor manera que podría haberlo echo.

Sus labios atraparon los míos, succionando mi labio inferior y definiéndolo con su lengua. Una de sus manos se posicionó en mi rostro; acercándome más a él e intensificando el beso.

- No sabes cuanto yo te quiero, créeme que no tienes idea lo idiota que me vuelves con cada cosa que haces. Creo que cada vez me enamoro más de ti, llego al punto en que amo incluso tu forma de respirar.