- Erin -Sacudió su mano delante de mí-, ¿estás bien? -Me preguntó. Pero no respondí, yo solo miraba la dirección en la que el auto negro de Thomas desapareció- ¡Erin! ¿Ya has regresado a la tierra?
- Me llamó nena -Mordí mi labio, suspirando. Posiblemente era la única vez que había actuado tan estúpida, casi enamorada.
- ¿Qué? -Chilló emocionada como niña pequeña cuando le regalan una paleta. La verdad, es que no hay mucha diferencia entre una pequeña y mi amiga-. ¿Te ha gustado ese tío? Debes de contarme que es lo que ha pasado con tigo.
- Vale, pero mañana ¿esta bien? -Dije dándole un beso en la mejilla-. Adiós, tengo que hacer algo -Ella sólo asintió y se fue en su carro. Entré a mi casa. No había rastro de que mi tía, Madelene, hubiese estado por acá. Subí a la segunda planta y me detuve frente a la habitación de trabajo de mis padres. Nadie había entrado allí desde que ellos se fueron... ni siquiera yo-. Tu puedes con todo, Erin -susurré para mi, alentándome, o al menos intentándolo. Entré al cuarto y prendí la computadora de mi padre. Habían archivos, demasiados para mi gusto, algunos con nombres extraños, y conocidos: "Asuntos mayores", "Pequeños desastres", "El Chapo", "El señor de los cielos", "La Tía", "fuente de oro (Erin)" Abrí el último archivo y aparecían fotos de mi, fotos que ni siquiera sabía que existían, tanto como en ropa interior e incluso dormida mientras que mis partes intimas se veían tras la pijama. Y abajo de todas esas horribles fotos había una cifra, una gran cifra. Aproximadamente siete números.
Antes de que pudiera notarlo lágrimas caían por mis mejillas. Era cierto; el me vendería.
- Erin... -Susurró alguien. Sabía de quien era la voz, sabía perfectamente.
- Tía -Di la vuelta, y la miré.
- ¿Qué haces acá? -Preguntó alarmada, mirando la computadora-, ¿qué estas haciendo?
- Tú... ¿Qué haces acá? -Cuestioné en un bajo tono y acto seguido me deshice de una lágrima que hace unos segundos había escapado.
Por favor, no digas que estas involucrada en todo esto.
- Yo... tengo que asegurarme de que las plantas no se hayan secado -Eso era mentira. ¡No hay ninguna jodida planta por acá! Sentía el nerviosismo en su voz, pero aún así, asentí. Me dirigí hacia la puerta, con el único anhelo de salir de esta habitación. En cuanto estaba logrando lo que había planeado ella se posicionó frente a la puerta, impidiéndome avanzar-. Te he preguntado algo, ¿que hacías? -Dijo, esta vez más segura.
- No creo que importe.
- Me importa más de lo que crees -Bajé la mirada. Ella estaba nerviosa, al igual que yo.
- ¿Sabías lo que hacían mis padres? -Ella no se movió, pero aún así no dejaba de ver la computadora de mi padre..."La Tía" la carpeta... Mi tía, ¿sabía de esto?-, ¿sabías que me venderían? -Mis ojos se aguaron. Ella no dijo nada "El silencio dice más que mil palabras"-. No puedo creerlo -Miré a un lado, tratando de esquivar su mirada. Mi barbilla tiritaba, tratando de aguantar un sollozo-. ¡Son unos hijos de puta! -Me alteré, levantando la voz-, a esto no se le puede llamar familia -Mi mirada se volvía cada vez más firme, y mi voz más fuerte- ¿Y Ben? -Solté una carcajada-, ¿le ibas a hacer esto a el cuando creciera?
- No me insultes, Erin -Gruñó enojada Madelene.
Apreté mis puños, ahora era yo la que estaba enojada, y bastante- Puedo insultar a cualquiera que no sea de mi familia, y tu, no eres de mi familia. -Solté fría, ella suspendió su mano en mi mejilla, provocando un fuerte y estruendoso ruido- ¡Andate! -Balbuceé, mientras lágrimas se colaban- ¡Vete! -Su rostro se tornó rojo, era el diablo en persona.
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Entre dos
Romance« -Definitivamente te convertirás en mi nueva obsesión. » hermosa portada: xCamiAz01x perfecto banner: Wowords_