Capítulo 26

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La abracé nuevamente tratando de contener mis lágrimas, lo cual parecía imposible.

Sara era prácticamente mi segunda madre, y saber que no podía hacer nada para ayudarla me hacia sentir vulnerable, me hacia sentir como una diminuta persona a la cual podían aplastar y pisotear sin que nadie notara de que estaba allí.

- En unas horas volveré con mamá. El de seguro ya se habrá ido.

- No, Kels... Tu y Sara pueden acompañarme. No es necesario que regresen hoy.

- Esta bien, Erin. Algún día tendremos que volver.

- Pero ese día no tiene que ser hoy

Ella negó tristemente, mientras que un pequeño sollozo se escapaba.

- ¿Sabes que día es mañana?

- Treinta y uno de diciembre...

- Mañana termina el año -susurró jugando con sus dedos-. ¿Haz encontrado un empleo?

Bajé la cabeza formando una línea recta con mis labios - Aun nada. Quiero empezar ya a mantenerme por mi propia cuenta. Quiero cambiarme de apartamento, y empezar una carrera universitaria.

- ¿Haz enviado solicitudes?

- No...

Realmente no hacia nada por mi futuro.

- Espero que me acepten; es la única universidad en la que me gustaría quedar, y a la que tengo planeado ir.

- ¿Ya tienes una en mente? -preguntó encarnando una ceja.

- Pues claro, la Universidad de Pensilvania. ¿Tu haz pensado en alguna?

- En Yale... -murmuró escondiendo su pelo tras su oreja, a la vez que miraba sus pies.

- ¿Estas de broma? ¡Esta a horas de acá!

Ella negó

- He recibido una beca, y no pienso desperdiciarla.

- No pido que lo hagas. ¿Y que si intento entrar a Yale?

- Pues hazlo, de seguro quedas. -sonreí exageradamente. Ella tenía razón, mis calificaciones siempre fueron buenas, no excelentes como las de Kelsey, pero buenas.

- Podría entrar con una beca deportiva, ¿no?

- ¿Beca deportiva? ¿tu? Por favor, Erin. El único deporte que haces es comer una pizza por completo en menos de treinta segundos.

Chasqueé mi lengua- Ahí esta, haz dicho que es un deporte.

Entrecerró sus ojos negando. Ella tenía razón, nunca fui buena haciendo deportes, o haciendo algo que se relacionara a mover un dedo, eso, definitivamente no era lo mío.

- ¿Con quien estarás mañana? -pregunté mordiendo el interior de mi mejilla, era una manía que tenía desde pequeña.

- Con mi madre, claro.

- ¿Solo con ella? Podríamos estar juntos. No tengo planeado nada.

- No lo sé, de seguro mañana me llamas diciendo que tienes planes con Thomas, o Dean... o, cualquier otro. -frunció el ceño elevando las comisuras de sus labios. A ella le divertía pensar que últimamente pasaba con más chicos desde que mis padres murieron.

- ¡No seas así! ¿A que no recuerdas que cada semana estabas con un chico diferente? espera, ¿semana? no, cada tres días.

Ella gruñó chocando su hombro contra el mío- Estaba, lo haz dicho tu.

Revolotee los ojos y un suspiro salió de sus labios.

Lo único que deseaba es que Derek no fuera el que provocaba esos suspiros, ni ningún otro de los suspiros próximos en Kelsey. El no me agradaba, ni me agradaría aun que fuera la ultima persona en la tierra con la que tendría que socializar; preferiría morir no teniendo amigos.

- ¿Puedo preguntarte algo? -susurró Kels arrugando su frente.

- Ya lo haz he...

- No me vengas con esa mierda de las películas. Tu sabes a lo que me refiero.

Intenté resistir una carcajada, pero fallé. Finalmente asentí.

- ¿Quieres a Dean?

Mordí mi lengua.- Le quiero, pero solo como amigos. En realidad no se si algún día llegue a sentir algo más que la pequeña relación que tenemos ahora, pero como vamos, probablemente pueda ocurrir algo después.

- Si es que no llega otro chico más -soltó riendo entre dientes.

Levante un ceja, observándola detenidamente. Esta chica debía de recordar su pasado.

- Lo sé, Erin. No me lo recuerdes. Mi pasado me condena.

Miré el refresco de Kelsey ya vacío, e hice un gesto con mi cabeza, quería salir de aquí.

- Ve a pagar, yo te espero a fuera. -hablé levantándome. Ella solo asintió.

Empuje la puerta de la tienda y salí. Rápidamente las bocinas de los coches se escucharon, y el aire frío congeló mis manos. Esta era una de las consecuencias de estar en invierno, pero era lindo, no por nada es mi estación preferida.

Cogí el celular de mi bolsillo y vi la hora; 3:36pm. Mi estomago a esta hora comenzaba a pedir comida.

La televisión de la pizzería se lograba ver desde afuera ya que todo era de vidrio. Las noticias pasaban a esta hora, algo habitual. Hasta que apareció la imagen de mi tía, Madeleine, luego mostraron una foto de un cuerpo cubierto por una bolsa negra siendo transportado en una camilla. Esto ya comenzaba a asustarme.

Miré a Kels, quien estaba haciendo la fila para pagar su refresco. Ella no había notado lo que pasaba por la televisión. Entré, ya que desde a fuera no se podía escuchar absolutamente nada.

"Médicos forenses han confirmado que el cuerpo de la narcotraficante Madeleine Isabell Woodley se ha encontrado sin vida recientemente. La peligrosa mujer ha muerto hace aproximadamente una semana, pero, la gran duda para todos es: ¿Por qué la han encontrado ahora muerta y no antes? ¿Por qué se han tardado un tiempo en encontrarla? La policía de Canadá ha echo un extenso trabajo buscando a la correspondiente persona, o personas, que han acabado con la vida de esta poderosa mafiosa. ¿Esta muerte tendrá algo que ver con los asesinatos anteriores de Caroline y Zach Woodl..."

Y la televisión se apagó.

Mire a un costado de la tienda; un trabajador del local dejaba el control remoto a un lado de la televisión. El la había apagado.

Sentí una mano en mi hombro y rápidamente la voz de Kelsey me distrajo de mis pensamientos.- ¿Puedes creerlo? Mi refresco a costado tres dólares. ¿Es que los refrescos de acá están hechos con diamantes? No veo el motivo de su alto valor, digo, su Coca-Cola es tan corriente como todas las otras. -relamí mis labios y volví mi vista a la televisión y a su pantalla negra.

Simplemente no podía creer lo que sucedía.

Entre dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora