Mientras, a dos horas de diferencia, Dul, May y Any continúan su camino a toda prisa. Any está mirándose la uña.
Dulce: No lo puedo creer. Ni siquiera se detuvieron a ver qué onda con nosotras. ¿Qué les pasa? ¿Tienen prisa por llegar a....? ¿A dónde vamos?
May: Pues no lo dijeron, pero seguro que han pensado en mí, y vamos a un lugar tranquilo, donde pueda hacer mis sesiones de yoga por la mañana sin que nadie me moleste, obvio.
El calor aprieta muy fuerte. Sus pieles comienzan a ponerse coloradas por el sol. Any saca de su bolso protector solar y comienza a echárselo por la cara.
Any: ¿Ya vieron? Nos vamos a broncear antes de llegar a la playa.
Dulce: ¿Cuál playa?
Any: ¿Cómo? ¿No vamos a Acapulco?
Dulce: Pues, la neta, por aquí no creo que se llegue a Acapulco.
El carro agarra un bache y la rueda que han cambiado se sale y comienza a correr más rápida que el carro, llegando a ponerse al lado del asiento de
Any: Chavas, ¿Alguna recogió la rueda que pinchamos?
Dulce: ¡No! La dejamos olvidada. Ok, pero no pasa nada, compramos otra y listo.
Any: No, no hace falta, ella nos siguió.
May: ¿Nos siguió la rueda? ¿Qué hablas?
Dulce: Sí, Anita, ¿Qué hablas? ¿Ya te afectó el calor?
Any mira la rueda rodando al lado del carro. Cierra los ojos fuerte y vuelve a abrirlos, y allí sigue la rueda rodando.
Any: ¡No! Miren, está aquí.
Dulce y May se asoman y ven la rueda que les adelanta.
Dulce: ¡Esa no es la rueda de recambio! ¡Es la que pusimos!
Todas: ¡Ahhhhhhhhhhhhhhh!
En ese momento, algo explota en el motor del carro que empieza a detenerse poco a poco haciendo movimientos bruscos hasta quedar finalmente parado. La rueda se pierde en el camino. Un humo negro sale del motor. Las tres se quedan hipnotizadas mirando la rueda correr y el humo. Después se bajan del carro.
Dulce agarra el kit de herramientas del maletero. Las tres se van hacia el capó. Dulce lo abre y una nube de humo negro les salta en la cara dejándolas completamente negras.
Any se mira la ropa y se toca la cara, la crema solar no ha hecho más que empeorar la mezcla. Después se mira su muñeca buscando su pañuelo para limpiarse. No lo ve. Se mira las manos y finalmente cae redonda al suelo desmayada.
May: ¡Anyyyy! No lo puedo creer.
Dulce: No me digas, concentraciones de mala energía.
May (Lloriqueando): No, peor, revolución de chakras, mucha revolución de chakras y mira a Any, su aura cambió de color, ya no es rosa.
Dulce mira a Any.
Dulce: No, ahora más bien es negra.
May: ¡Ay! No te rías Dul, esto es muy serio, qué vamos a hacer.
Dulce: Pues vamos a intentar arreglar a Robertito, después recogemos la rueda y ya, listo, no hay bronca.
Dulce levanta a Any medio aturdida y la para allí con las manos en bandeja mientras le va sacando piezas del carro y se las va poniendo en los brazos a Any que sigue en nunca jamás.
May: Dul, ¿Pero luego sabrás ponerlo todo en su sitio?
Dulce: No creo, pero lo vi muchas veces en televisión, no tiene que ser complicado.
May: Ay no, no, no, no, no. Calma, respira May, paz interior, orden místico, las estrellas conspiran.
Any baja los brazos y deja caer todas las piezas al suelo y comienza a llorar.
Un chorro de aceite negro sale disparado y las mancha a las tres de arriba abajo.
Any llora más fuerte.
Dulce: Chavas, ahora sí tenemos un problema. Agarren sus maletas, seguimos a pie.
May: ¿A pie? ¿Estás loca?
Dulce: Solo será un momento, en seguida los chavos se darán cuenta de que no les seguimos y darán la vuelta.
May: Pues entonces por qué no esperamos a que vengan aquí quietas.
Dulce: Porque no sé estoy muy segura de que se den cuenta.
May: ¿Y por qué mientes?
Any llora todavía más fuerte.
Dulce: ¡Por Any! Ya sabes que es medio sensible.
Dulce abraza a Any para consolarla.
Minutos más tarde las niñas caminan por el desierto cargadas de mil maletas y llenas de grasa hasta arriba mientras sudan más que en el concierto de Brasil. Media hora más tarde, la mitad de las maletas quedaron por el camino. Una hora más tarde ya solo llevan una maleta de mano y sus bolsos. Any va la última arrastrando su maleta rosa como si fuese un perrito.