Parte 15

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Está empezando a atardecer. Dulce camina delante sudando lo más grande. Por detrás, May carga a la espalda a Any que ya está medio pa allá delirando. Ya no llevan ninguna maleta, solo sus bolsos. Dulce se detiene enfadada. May y Any caen al suelo.

Dulce: ¡Malditos nacos! ¿Cómo es posible que no se hayan dado cuenta de que nos perdieron! ¡Ucker! ¡Te odio! Seguro que ahora está tumbado en alguna piscina con una chela en la mano y rodeado de alguna zorra trepadora.

May: ¿Ahora estás celosa?

Any: Miren, creo que me morí.

Dulce: No estoy celosa, lo que sucede es que seguro, y óyeme, ¡Seguro! Que todo esto es culpa de Ucker.

May: ¿Y por qué no de Cris? A saber qué neura le entró ahora.

Any: Resucítenme, soy muy joven para morir. Veo estrellitas de colores.

Dulce: Pues porque todos conocemos a Ucker, y seguro que dijo: ¡No chavos, no importa, Dulce es así medio loca, seguro que ella inventa algo! Como si lo oyese.

Any agarra una piedra a modo de celular y marca. Dulce y May la miran extrañadas. El calor tiene aturdida a Any.

Any: ¿Poncho? ¿Dónde estás mi amor?

May y Dul se quedan boquiabiertas.

Any (Llorando): Te echo de menos, y tengo calor bebé. Y no encuentro mi estrella, ni tampoco mi pañuelo de hadita. Ven pronto que te amo. Bye.

Dulce se agacha y mira a Any. Le pone la mano en la frente para ver si tiene fiebre.

Dulce: ¿Any? ¿Estás bien? Me estás asustando.

May: ¿Entonces es cierto? Any está enamorada de Poncho.

Dulce: Pues la neta, yo creía que a lo mejor era un caprichito, pero le dio bien fuerte. Lo cierto es que ella tiene mucho tiempo sin andar con nadie, y se pone neurótica cuando Poncho tiene novia, por algo será.

May: Lo sabía. Lo sabía desde hace mucho, me lo dijeron las cartas.

Dulce: ¿Qué te dijeron?

May: Pues eso, que habría un romance en el grupo.

Dulce: ¿Uno? ¿Y dijeron de quién?

May: Pues no me dijeron el número exacto, pero obvio que se refería a Poncho y Any. ¿No es lindo?

Dulce queda triste y pensativa mirando a Any que sigue nombrando a Poncho con la piedra en la oreja.

Al fondo, una camioneta verde se detiene. Dentro, José y Eduardo, dos bandidos medio borrachos se detienen. José saca unos prismáticos.

Eduardo: ¿Por qué nos paramos?

José (sonriendo): Por que tenemos carne fresca a la vista.

Eduardo agarra los prismáticos y mira a través de ellos, y ve a Dul, May y Any.

Eduardo: Vaya, vaya, y mira lo que nos dejó el desierto de regalo. Tres chavitas de lo más lindo.

José: Sí, parece que esta noche la vamos a pasar bien.

Eduardo: ¿Vamos?

José: Tranquilo wey, no tengas prisa, las cosas hay que hacerlas bien.

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