Magnus se miró al espejo una vez más, observandose a sí mismo con aprobación.
El chaleco rojo con llamas naranjas causaban un efecto cálido sobre sus brazos desnudos, decorados con un ligerisímo toque de brillantina dorada, que apenas se notaba.
Tenía la raya de los ojos pintados de negro, y con brillantina roja repartida con suavidad sobre los parpados, que hacia juego con sus ojos.
El pelo iba bastante sobrío, con un par de mechas doradas y rojas sobre su oscuro cabello.
Estaba simplemente irresistible.
Sonrío al imaginarse como iría Alec. Había aprendido a aceptar sus sueters con agujeros, pero tenía que llevarlo urgentemente de compras.
Escuchó el sonido de la llave, y su cara se iluminó. Se miró por última vez al espejo, y recibió con una sonrisa a su novio.
- L...lo siento... po..por... llegar tarde.- Dijo Alec respirando com dificultad. Venía empapado, ya que afuera llovía a cántaros. El pelo, negro como el évano, se le pegaba a la cara, haciendo que las gotas de lluvia le cayeran con suavidad por el rostro.
- Tranquilo Alexander, sabes que estaré esperándote... siempre.
Lo miró a los ojos, y vió como el nefilim se sonrojaba, dándole un aspecto adorable.
- Eesto... sí. Lo sé. - Alec nunca fué dado a las palabras, y no solía saber como expresar sus sentimientos. Se le daba mejor actuar que hablar, así que se acercó al brujo y lo besó con suavidad, un beso lleno de amor y ternura.
Magnus ronroneó sorprendido, y acercó a Alec hacía su cuerpo, metiendo las manos bajo la camiseta del joven.
El brujo le acarició con suavidad los hombros, el estomago y el pecho, haciendo que el ojiazúl sintiera un delicioso escalofrío por todo su cuerpo.
Al separarse por la falta de aire, Alec se fijó por primera vez desde que entró en la sala en como iba vestido su pareja.
- Estás guapisimo.
- Lo sé. Es una de mis maravillosas cualidades, pero me alegro de que te hayas dado cuenta.- respondío Magnus sonriendo.
Alec rio, y a Magnus le pareció que aquel sonido era el mas hermoso que había escuchado en su larga vida. Le ofreció el brazo, y juntos se internaron en la casa.
- Bien, el plan de hoy es el siguiente: Para empezar, cenaremos en el loft, ya que la experiencia que tuvimos en la primera cita... en fin. Al acabar la maravillosa cena que he tenido la decencia de prepararte, iremos al cine a ver la nueva película que estrenan hoy. Por último, volveremos a casa, y luego... ya veremos. - Acabo Magnus con una traviesa sonrisa, haciendo que Alec se sonrojara.
La cita era más bien simple, pero perfecta para ellos dos. Hablan acabado de retomar su relación, y al nefilim le bastabas con estar cerca de Magnus todo lo que pudiese. No quería separarse de el nunca más. Además de eso, la cena era el momento ideal para hablar sobre el libro que le había escrito Magnus con parte de su vida en ella. Tenía muchas cosas para preguntarle sobre Ragnor Fell y Catrina, y toda esa historia sobre Jem, Tessa y Will... pensar que a Alec se le había ocurrido que el brujo llegò a amar al sarcástico Herondale... se parecía demasiado a Jace como para que Magnus lo hubiese amado.
Solamente con meditar sobre aquello, y sobre todas las cosas que aquel extravagante brujo había vivido y pensar que aun asì lo prefería a el, a Alec, a quien le estaba abriendo su corazón y toda su vida, lo conmovìa profundamente.
Magnus chasqueo los dedos en la cara de su novio.
-Alec..¡Alec!
- Perdóname Magnus, estaba distraído. ¿Que decías?
- Que la cena está lista, pasa a la cocina.
Alec ayudo a su novio a poner la mesa, y ya cuando los dos estuvieron sentados a la luz de las velas, se sirvieron la comida
- ¡Por el Ángel! Esto está delicioso.
- Gracias, me alegro de que te guste.
Siguieron comiendo tranquilamente, en silencio. Nora un silencio incomodo, sino uno tranquilo; Magnus sabia que al Cazador de Sombras le gustaba el silencio, y a él tampoco le molestaba.
Fue Alec quien rompió el silencio, al fin:
- Magnus, me gustaría preguntarte una cosa sobre... bueno, sobre Will.
Magnus se tensó, pero no le dio tiempo a responder, ya que Alec corto su respuesta.
- Sè que debe de ser algo duro recordar todas las cosas que ocurrieron, pero no he podido evitar preguntarme...
- Esta bien, Alec. Esta bien. Pregunta lo que quieras. - Magnus sonrió al nefilim, y este, después de suspirar, preguntó aquello que le llevaba carcomiendo durante toda la noche anterior.
- Magnus... ¿Por qué yo? - El brujo lo miró desconcertado.
- Quiero decir, ¿Por qué elegirme a mì, cuando has vivido tantas cosas? ¿Por que contarme a mí tu vida, por qué amarme, teniendo tantas experiencias? No soy nada dl otro mundo, no soy como lo es Jace o como lo fue Will o Edmund Herondale, ni tan hermoso y letal como Camille. Yo...
- ¡Alec!- Lo interrumpió Magnus. Se les había echo tarde para el cine, pero eso ya no importaba. - Alec, por favor. Eres... eres lo mejor que me ha pasado en la vida. No tienes nada que ver con todas las demás personas que he conocido o que llegaré a conocer. Eres sincero, mucho, y valiente. Viniste a buscarme a donde nadie habría venido, te habrías quedado conmigo en aquel horrible mundo, solo porque preferías morir conmigo. Aunque Jace y Will y Camille sean más llamativos, aunque Izzy y tu parabatai siempre llamen la atención y tú te quedes en segundo plano... eso solo enseña lo único que eres. Te amo, y eso no cambiara, deja de dudar de ti mismo. Al conocerte, al final... al final, después de vivir tantas vidas, he descubierto algo por lo que merece la pena morir.
- Magnus... eso... eso es precioso. - Dijo Alec, con los ojos inundados en lágrimas. Magnus también tenía los ojos húmedos.
- Ven.. vayamos a la cama. - El brujo cogió al nefilim de la mano llevándolo hacia el cuarto. Se tumbaron el la cama, y Alec se quedo dormido enseguida abrazado a Magnus. Este último lo miro con los ojos entrecerrados. Lo besó en la frente, y mientras le acariciaba el rostro, susurró.
- Te amo. Te amo, nefilim estúpido.
