Capitulo 16

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Alec se despertó, y lo primero que vio a Magnus andando por toda la habitación sin camiseta. Sonrió. Su novio se veía adorable y sexy a la vez. 

-Buenos días.- Magnus se sobresaltó, y vio a su amado nefilim tumbado en la cama. 

-Buenos días garbancito.- Se acercó al Cazador de Sombras, y sin hacer caso a que Alec pusiera los ojos en blanco, lo besó. Este respondió feliz, e hizo que Magnus se tumbase junto a él. Se abrazaron mientras se besaban, pero antes de que llegaran a nada más, el brujo se apartó. Alec protestó, y trató de acercarlo a si de nuevo, pero Magnus, riendo, negó con la cabeza.

-Hoy tengo otros planes, cariño. Vístete.- dijo, guiñándole un ojo al nefilim.

Alec se quejó, pero se levantó a duras penas y se arrastró a la ducha. Después de bañarse, salió al balcón a desayunar. Magnus había preparado todo un banquete aquél día, y Alec sonrió. 

SE sentaron a desayunar, viendo a Perú amanecer. Comían en silencio, disfrutando de la vista. Alec era un chico silencioso por naturaleza, y a Magnus aquello no le molestaba. Muchas veces se sentaban, y simplemente disfrutaban de la presencia del otro. 

Aunque aquella vez, Alec notó algo diferente. Magnus estaba muy nervioso, podía verlo. Quiso preguntarle por ello, pero antes de que pudiese abrir la boca, el brujo se levantó.

-Vamos, en marcha. Hoy te esperan varias sorpresas.-sonrió. Alec se levantó, y le cogió de la mano mientras bajaban a la calle. 

Magnus lo guiaba por las calles, hasta que se paró en una estrecha callejuela. Allí había un pequeño teatro, desocupado. Entraron. Era antiguo, y las rojas butacas estaban algo descoloridas, pero eran comidas. Alec se sentó en una de ellas, y observó como Magnus subía al escenario. Cogió algo que había en el suelo. Al ver lo que era, el joven no pudo evitar estallar en carcajadas. 

Magnus sonrío, y dijo solemnemente:

- Esto es un charango. Traté de aprender a tocarlo hace muchísimo tiempo, por un joven peruano del que me enamoré. Él no agradeció mis esfuerzos, así que lo dejé, y me olvidé de este instrumento durante largo tiempo. Pero hoy aquí estoy, tratando de reconciliarme con este charango, para agradecerle a una persona el haber entrado en mi vida. Sé que tú sabrás apreciarlo, Alec.

Comenzó a tocar. Era la música más horrible que el nefilim había escuchado jamás. Las cuerdas del charango se rompieron, y Alec aplaudió. Magnus hizo una reverencia, y rió. Alec se le unió enseguida.

Aquello significaba mucho para el Cazador de Sombras, ya que Magnus estaba bromeando sobre su pasado, y eso era algo que le costaba hacer. Se acercó al brujo, y lo besó con suavidad, tratando de agradecérselo. Magnus entendió lo que su novio trataba de decirle, y en medio del beso, sonrió.

Pasaron el resto del día visitando la ciudad. Alec se maravillaba ante cada cosa que el brujo le mostraba, y juntos, descubrieron las maravillas de Lima, dado de la mano. 

Pasearon por la playa, y comieron en un pequeño restaurante. Aquel día fue simple, pero uno de los más hermosos que Alec viviría jamás. Magnus parecía tenerlo todo planeado para que aquel día fuera únicamente de ellos dos. Hablaron de muchas cosas, y Alec se sintió a gusto, al igual que el Gran Brujo de Brooklyn. Cada cual confesó lo que sentía por el otro de una manera única, solamente confiándose sus miedos y sus dudas en la más completa intimidad. Aquello era amor, y ambos lo sabían. Siempre llevarían aquel día en sus corazones, y mucho tiempo después, lo recordarían con cariño.

Alec no le habló de aquellos momentos a nadie, ni siquiera a Jace.

Pero al llegar la noche, la tranquilidad que Alec sentía fue desapareciendo, a medida que Magnus comenzaba a comportarse de una manera extraña. Llegaron al hotel después de cenar una especia de picnic en la playa. Al llegar a la habitación, Magnus se inventó una excusa y salió. Alec decidió meterse a la cama. 

Bien entrada la madrugada, algo despertó al nefilim. Guiado por una suave música que solo él oía, llegó al famoso Malecón de Miraflores. Curiosamente, no había nadie... excepto una sombra. De repente, todas las luces de los alrededores se apagaron, quitando una, que se encendió al final del paseo... una luz azul. Caminó hacia ella como en trance, y pudo reconocer los rasgos de la sombra. Era Magnus.

-Alec...-susurró el brujo, arrodillándose. 

-Alec. - continuó- La primera vez que te vi, en aquella fiesta, me pareciste una obra de arte... una obra de arte escondida, a la espera de que alguien se diese cuenta de lo bella que era. Pensé que eras una melodía suave, a la espera se que alguien la escuchase... Pero cuando te fuiste, traté de olvidarte. Un nefilim jamás se fijaría en un brujo   como yo, y era más que obvio que te gustaba Jace.  Pero tuve la oportunidad de volver a verte, te salvé la vida. Traté también de olvidar aquello... Pero apareciste en mi puerta, y con  esa extraña y maravillosa honestidad que tienes, me dijiste que te gustaba. Y ahí, perdí la cabeza. He vivido millones de vidas, conocido millones de personas... Pero solo tú me has tocado el alma. Tú, tus brillantes ojos azules, tu sonrisa... Te amo. Te amo más de lo que me creía capaz de amar. Eres mi presente Alexander. Y mi pasado... y deseo que seas también mi futuro. Alexander Lightwood... Aku cinta kamu. Te amo. ¿Quieres casarte conmigo?







Malec fanfic (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora