~49~ Azul Verdoso

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Narra Dustin

●Me quedé en la habitación unos 20 minutos esperando a Maddie, pero ella no regresaba.

Aún estaba débil por todo el humo que había entrado a mis pulmones, y tratar de quitarme la jeringa de la mano me era imposible.

Al cabo de un segundo de tranquilizarme, me dí cuenta que la jeringa estaba conectada a un gotero, el cual se podía mover.

Así que me paré, y lo moví para quedar de soporte.

Caminé hasta la puerta, y la abrí

El pasillo estaba completamente en silencio, y habian demasiadas puertas.

Miré la mía.

La 472.

La memoricé y fui caminando por un pasillo.

Me encontré con varios pasillos, y los fuí mirando por si alguno se me hacía distinguido.

Luego de estar doblando esquinas y caminando por mucho, llegué a un baño mixto.

La chapa estaba medio torcida, y adentro la luz titilaba el pequeño espacio.

Me acerqué y empujé la puerta.

La luz paró de titilar y se quedó iluminando levemente el baño.

El espejo estaba roto, y estaba abierto, con pastillas, gasas, y varias otras cosas esparcidas por el lavamanos y el piso.

Abrí completamente aquel cajón y cayeron otras cuantas cosas.

De entre ellas unas cuchillas y unas vendas.

Mire aquella caja un segundo, antes de cogerla y tirarla a la basura.

Si queria cambiar debía empezar con eso.

Miré que la pequeña alfombra al frente del inodoro estaba manchada de un líquido azul verdoso.

Se veia lo suficientemente brillante para que no fuera vómito... u otras sustancias.

Me agaché, sin la intención de tocarlo, y ví brillar algo detrás del inodoro.

Metí la mano por detras de aquel y saqué cuidadosamente un tarrito pintado completamente de negro del tamaño de mi meñique.

Limpié una esquinita, y quedó una parte del tarrito de vidrio al descubierto.

El mismo líquido azul verdoso estaba en el piso estaba en el tarrito.

Fruncí el ceño y escuché un grito resonar por el pasillo.

Me levanté rápidamente con el puño cerrado al rededor del tarrito y me apoye del gotero saliendo del baño, del cual la luz comenzaba a titilar de nuevo.

Escuchaba el grito resonar en los pasillos, pero no veia a nadie salir de cualquier puerta.

Era un grito horrible, largo y muy agudo, casi un chillido.

Corrí, con el gotero arrastrandose por el piso, pasillo arriba mientras el grito se escuchaba más cerca y sentía que mis tímpanos podrían explotar.

No podía saber el por qué no había nadie saliendo de las puertas con semejante alboroto.

Luego llegué a una esquina, y ví a Maddie arrodillada en el piso con las manos sobre las orejas tapando el espantoso grito.

Tenía los ojos cerrados, apretados, y la boca en una mueca.

Unos pasos al frente de ella, de espaldas a mi, había una chica de cabellos negros lacios con la piel más blanca y pálida que había visto nunca.

Tenía las palmas de las manos abiertas, completamente, y sus lacios cabellos se removian por la pequeña brisa que llegaba al pasillo.

-¡Hey!- grité, pero no paró.

Con las manos en las orejas y tirando suavemente del gotero me acerqué a ella de espaldas.

-¡Oye!- grité un poco más cerca y allí si paró

Se volteó a mi, y pude ver su cara.

Estaba realmente pálida, con algunos cabellos cayendole sobre la frente, y los dientes apretados.

Sus ojos... eran lo que más impactaba.

Completamenre negros, como 2 canicas oscuras.

Pero al encontrar mis ojos, suavizó la mirada, y deshizo la mueca, cerrandola por completo.

Sus ojos se dispersaron, fundiendose del negro a un azul claro.

Su piel se fue tornando a un moreno muy claro, casi blanco.

Y estiró la mano para tocarme el pecho.

Me alejé a su intento de contacto, y ella dejó caer su mano al muslo.

La rodeé sin dejarla de mirar y luego me acerqué a Maddie.

Al ponerle las manos sobre los hombros gritó y trató de empujarme, pero al abrir los ojos y verle se calmó.

La acerqué a mi pecho, y la rodeé con los brazos, estaba muy alterada, y no dejaba de respirar entrecortadamente.

Luego sentí unas manos en mis propios hombros, y a una enfermera separarme cuidadosamente de Maddie.

Volteé la cabeza para ver a Tommy ayudarme a levantar.

Me ayudé apoyandome del gotero y se llevaron a Maddie por unas puertas dobles enormes.

El pasillo se había llenado rápidamente de gente, y no se veia rastro de la chica de lacios cabellos negros.

Regresé con Tommy a la habitación en la que estaba antes y me senté en la cama.

-No se lo que pasa- dije pasando las manos sobre mi cara

-No te preocupes- respondió él-. Estará bien...

-No me refiero solo a ella- gruñí

Tommy suspiró

-Pareciera que si

-No me la puedo sacar de la cabeza- dije sin prestarle atención

-Dejó su chaqueta- dijo él de imprevisto

Alcé la cabeza y ví una chaqueta de tela a cuadros de Maddie.

Me levanté a regañadientes y la cogí, de un bolsillo cayó su pequeña libreta, su diario.

Lo cogí y abrí en la última página.

-¿Qué haces?- exclamó Tommy acercandose

-No es nada- me volví a sentar en la cama, y leí su último escrito.

☆El dibujo que hice hace unos días me tiene preocupada.

Si pasó lo de Sam, si pasó el incendio... solo falta que pase lo de Issa.

Estos días han sido demasiado para mi.

En realidad necesito ver a Anna, y a mis padres.

Me cansé de ser la única que sale herida de tener un puto corazón roto.

Y ahora pienso en dibujar el tarrito azul verdoso.

Lo he estado pensando todos estos días, y hace unas horas terminé un trabajo con los mismos colores que aquella cosa.

Estoy pensando en ir a buscarlo... y tomar un poco.

Se que me podria matar... pero todo para algo que haga valer la pena lo que no quiero mostrar...


Llorar no es una Alternativa [University Life]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora