《Capítulo 29》

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Seguía caminando hasta que pude visualizar un carrito de Hot Dog, al rededor de éste se encontraba una multitud de personas pidiendo comida rápida, me acerqué y traté de llamar la atención de algunos de los señores que preparaban los Hot Dog pero era imposible. Me escabullí como pude entre las gente logrando quedar de primera, aunque la multitud me aplastaba contra el carrito, era difícil mantenerse de pie, las personas estaban desesperadas por comprar. ¿Acaso no podían esperar su turno? o quizás ¿Hacer la cola como personas decentes? No, creo que era mucho pedir, en Nueva York por las noches no suelen estar precisamente personas "Decentes" y menos cuando se trataba de un callejón poco iluminado -Ni pregunten cómo me atreví a meterme allí. Eso es una muestra de lo que puede hacer el hambre, sí, hasta lo imposible por comer-.

Mientras trataba de permanecer de pie, me agarré a una pequeña barra que estaba sujeta al carrito y logré alzarme un poco para poder gritar lo que quería, las personas seguían halando mi suéter para que cayera al suelo y todos me pasaran por encima -¿Qué le sucedía a la gente? ¿Estaban locas o qué? Jamás había pasado por algo como ésto, será porque nunca compré un perro caliente en un carrito cerca de un callejón dónde podía visualizarse personas consumiendo drogas y en medio de la noche, no, jamás lo había hecho, pero será mi primera y última vez-. De aquí podía salir viva con mi Hot Dog, o sin él, o la otra opción que era salir mañana en las noticias como: "Chica muere aplastada por otras personas tratando de comprar un perro caliente" .

Toda la multitud que estaba allí olía muy desagradable, pero me quedé ahí solo por mi Hot Dog Podía volver a casa a prepararme algo, pero anhelaba comer eso y ya no hay vuelta atrás. Mientras me sujetaba de la barra tenía la guitarra en la espalda, dos maletas en mi mano izquierda y la otra la tenía libre para poder sujetar mi cena, parecía un burro como los de Santorini, equipaje y todo. Saqué fuerzas de las que me quedaban y grité lo que quería:

- Un perrito con salchicha, las tres salsas, papas fritas, maíz y cebolla ¡Toda la que pueda! -Tenía la mano alzada con el dinero con que pagaría.

- ¿Algo más? -Pregunta un señor gordo, el sudor le corría y vestía con bata blanca con grandes manchones de grasa, además de un gorro del mismo color con que se limpiaba el sudor de su cabeza calva.

- No, nada más -Alce la voz negando con la cabeza.

El señor comenzó a preparar el Hot Dog con mucha rapidez y agilidad, se notaba que pasaba la mayor parte de su tiempo en ésto, al finalizar con mucho cuidado me entregó el perro caliente y le dí el dinero, pero cuando me iba a bajar de la barra soltó unas palabras:

-Disfrútalo, preciosa-Lo dijo con una cara de sádico repugnante. Coloqué una mueca pero a la vez traté de sonreír para no parecer descortés.

Salí de la multitud con la mano dónde sujetaba el Hot Dog alzada, si alguien me lo tumbaba o me lo robaba se metería con ésta fiera furiosa y hambrienta, en serio, me las pagaría y muy caro, con el hambre que tenía podía convertirme en un lobo y devorarme a todas las personas del lugar, pero no, eso es muy exagerado y -Obviamente- no pasaría.

Después de salirme de la multitud -Con un equilibrio excelente para no terminar en el suelo-, fui al puente de Brooklyn que estaba relativamente cerca, el peso de las maletas era horrible. Me senté en el suelo rocoso a orillas del agua y observé la luna llena que había en ese momento, brillaba de una manera increíble, era maravilloso, acompañada de las luces de la ciudad que le daba el toque de fantasía. Le dí un mordisco a el perro caliente mientras pensaba en todo, y así fui comiéndome el Hot Dog, poco a poco, sin ninguna prisa, observando la majestuosidad que se podía presenciar en el lugar.

Un viaje de Verano © | Borrador |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora