《Capítulo 32》

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    Yacíamos en el departamento del padre de Sebastián, es un pequeño "hogar" que consta a penas de una habitación y un baño, además de una cocina que forma parte de la sala. Aunque es pequeña, es muy acogedora y además, hay un ambiente de armonía.

    Llegamos al departamento en pocos minutos, realmente Washington tiene sus lugares mágicos. Mientras iba en el taxi, observaba por la ventana de éste las calles, su gente, todo lo que me rodeaba, sonreía como una pequeña niña emocionada y sacaba la cabeza por la ventana cómo un tierno perro, me encanta conocer cosas nuevas, es cómo cuándo mi madre me regalaba libros de ciencia ficción o romance, me adentraba en el libro y lo hacía parte de mí y cada vez que terminaba de leer me invadía un sentimiento de tristeza, sí, Sebastián tiene razón, soy demasiado sentimental.

    Desde que me enteré que haríamos un viaje de verano, cambié. El detalle es que no sé si cambié para bien, o para mal. ¿Confundida? Sí, creo que estoy confundida de lo que realmente quiero, sin saber si hice lo correcto, o si me equivoqué enamorándome de Brian. La vida desde un principio me ha estado jugando sucio, me ha hecho endurecer mi corazón a tal punto de que no confíe ni en mis padres, he creado un muro dónde nadie puede observar quién soy realmente, una chica de Nueva York, sentimental, que se cree las promesas sin dudar ni un segundo si eso es mentira, o si me engañan.

    He llegado a un punto en dónde no sé diferenciar entre lo bueno y lo malo, quizás mis muros están construidos tan altos que no me deja ver más allá de lo que se puede mostrar, ¿Ingenua? Sí, a pesar de tener diecisiete años de vida no he aprendido a madurar, siento que me estoy hundiendo poco a poco y la única persona que me puede sacar de éste fracaso, soy yo misma, pero una Ellie más madura, menos ingenua y confundida.

    Estoy empezando a dudar de mí misma, creyendo que quizás no soy suficiente para éste mundo, no soy suficiente para demostrar que puedo marcar la diferencia, que jamás dejaré de ser ingenua, y siempre estaré confundida.

    Tal vez el mundo me quiere hacer fuerte, me golpea para que reaccione y deje de ser tan inocente, tan infeliz, debo aprender de mí misma, debo crecer como persona, pero ¿Por dónde comienzo? ¿Qué es lo primero que debo hacer? O ¿Acaso la vida me prepara para algo, algo muy fuerte? Debería escucharme un poco más a fondo, yo soy la clave para el cambio.

    Entré a la habitación de Sebastián, tenía varios carteles de "No pase", "Si lees esto eres un idiota" y cosas relacionadas, también, unas cuantas mujeres en traje de baño —Desvié la mirada de eso, esa perversidad, ¿Por qué tendría semejante cosa?—, al lado de su cama había una ventana, con persianas oscuras, además, tenía unas cuantas fotografías, unas muy buenas. Me acerqué instintivamente hasta el escaparte dónde estaban y posé mi mano en cada una de ellas, rosando con mis dedos las fotografías.

—No es gran cosa, sólo son fotografías —Expresó él desde la puerta de la habitación.

—Pero si son muy buenas —Hablé con una sonrisa en el rosto. Las fotografías eran de su familia cuando estaba unida, además de los viajes que, supongo, hacían cuando estaban de verano, unas de excursión y paisajes realmente impresionantes—, ¿Tú las capturaste? —Inquirí, detallando cada una de las fotos, se notaba la alegría que habían en ese entonces.

—Sí, pero ya te dije que es insignificante para mí —Respondió con desdén.

—Si fueran insignificantes para ti, no las tendrías a simple viste y menos en tú habitación ¿No? —Dije con una ceja enarcada.

—Vale, vale, sólo que ahora todo lo que expresan esas fotografías son y serán para siempre recuerdos, sólo eso, nada más —Tensó la mandíbula mientras observaba un punto imaginario.

Un viaje de Verano © | Borrador |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora