"Llaman y cuelgan muy seguido" 1

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Yo lo supe, tenía la mirada perdida, furiosa, como la abuela cuando le desafinaba la guitarra intencionalmente y ya no podía cantarnos sentados todos en las mecedoras del patio. La contestadora nueva quedó tirada debajo de la mesa del comedor. Ninguna de las dos tuvo interés en recogerlo hoy por la mañana. Tal vez lo mejor hubiera sido callar. Las palabras hirientes siempre salen en los momentos menos apropiados, ya me lo decía mi terapeuta Sarah, "Nunca saques heridas del pasado en momentos presentes" pero sigo sin hacerle caso, a ella y a todo el que se me cruce en el camino. El objeto de la discordia ni siquiera era de marca, era un Steren. Ella lo inició todo, tampoco es culpa del mouse, -que sí, estaba divino-. "Te vi claramente. Te vi.". "¿Me viste qué?" "¡Te vi que coqueteabas con ella! ¡En mi cara!"- me reclamó a la salida de la tienda.


Una escena de celos más. La escena de celos del miércoles que duraba hasta el jueves y se terminaba el viernes, cuando nos metíamos a la cama con la intención de aclarar las cosas. Y sabemos, (¿deberíamos saberlo?) que en la cama no se aclara nada, es una anestésico que permite olvidar de momento, que relaja y lo más probablemente es que seguiremos discutiendo la semana entrante. Y les juro que yo no hice nada ésta vez. Fue la chica esa -y fue muy cínica-.


Todo comenzó cuando Vanessa y yo llegamos a Steren a cambiar el mouse que me había regalado dos días antes y de paso comprar un identificador de llamadas nuevo. El que tanto le urgía comprar. "Llaman y cuelgan muy seguido" era su insistencia. Yo no le hacía caso, porque sabía quién era y hasta me resultaba halagador. A veces me llama cuando Vanessa está dormida. Vane duerme temprano, para las doce ya no la cuentan. Y cuando a aquella le da por llamar el teléfono suena justo a las tres, cuando me estoy preparando para irme a la cama. A "la silenciosa" le da por llamar a esa hora porque yo le había contado mis rutinas las veces en las que nos veíamos en secreto.

Es divertido contestar el teléfono, no lo voy a negar, en lugar de escuchar su voz, suele poner una canción en la que me hace saber su estado de ánimo . Una noche sonó Thalía, con "Un pacto entre los dos" y me dio risa, tuvo el detalle de dejarme escuchar media canción y colgó. Hubiera deseado al menos la canción completa. Está ardida, pensé. Yo creía que nuestras llamadas y canciones desalmadas quedaban entre nosotras, pero no caía en la cuenta de que Vanessa no era indiferente al sonido del teléfono a las tres de la mañana.

Y hoy en Steren tuvimos la suerte de que nos atendiera una dyke (chica lesbiana) con la que compartí algunas miradas insinuosas en búsqueda siempre - aclaro- en búsqueda siempre, de hacer una mejor compra, y para eso hay que hacer preguntas, pero Vanessa lo tomó como coqueteo -sin fundamentos-.

"Ay, por favor, no me veas la cara de idiota, nada más hay una marca en la tienda, Cassandra. La marca es Steren". Lo dijo con mucha seguridad cuando ella de aparatos electrónicos sabe lo mismo que de diseño industrial.

Después se subió al coche y dio un portazo.

La pelea, nuestra pelea de la semana, se prolongó hasta la hora de la cena. "Y ahora que lo pienso desde que fuiste a comprar ese pinche mouse que por cierto, no te sirvió para nada, estás que te mueres por ir a Steren". Vanessa sacaba sus peores argumentos porque le molestaba el silencio. Hasta el sushi me supo mal. "Sólo quería devolver el mouse pero luego a tí te entró la idea de la contestadora", le dije subiendo el tono de voz. Supuse que era una táctica hiriente, eso me lo había dicho Sarah, mi terapeuta, en una sesión.

"¡Siempre tengo que tragarme tus malditas mentiras!" gritó otra vez.

Me puse de pie y lleve los platos a la cocina para terminar con la escena de celos del momento. Fue ahí cuando escuché el estruendo, había tomado la contestadora nueva y la había tirado al piso, en un arranque de histeria premestrual, acto seguido se encerró en la recamara. Esperé a que se durmiera con la angustia de que a la silenciosa no se le ocurriera marcar esta noche a las tres.


Años sin hacer nada (Tema lesbico)-completo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora