Las tinieblas procedentes de Anlec

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Para los elfos, cuyas vidas se prolongan durante siglos, el tiempo pasa volando. Un año para ellos es como un día para los hombres, de modo que sus planes y sus relaciones se desarrollan a un ritmo más lento. Alith de Anar, joven e impaciente, pasó dos años haciendo la corte a Ashniel —de solsticio de verano a solsticio de verano—, por medio de cartas y cortejos, bailes y cacerías. Embelesado por la belleza serena de la doncella naggarothi, el bisoño príncipe Anar dejó de lado sus mayores preocupaciones y se entregó a la felicidad durante un tiempo, o al menos al entusiasmo azuzado por la promesa de una felicidad futura, de modo que prestaba menos atención a las inquietudes que sus padres expresaban entre cuchicheos y no pasaba tanto tiempo en los bosques. Por el contrario, se encerraba en la biblioteca de Elanardris para dedicarse al estudio y a la memorización de poemas con los que impresionar a su enamorada, o a escuchar de boca de su madre las historias, las leyendas inmemoriales, de dos amantes divinos: Lileath y Kurnous.

Como muestra de su amor, Alith encargó al más afamado sastre la confección de una capa de color negro azulado, con incrustaciones de diamantes que representaban las estrellas, unidas con hilo de plata para componer las figuras geométricas de las constelaciones. Había leído los libros de astronomía disponibles en la biblioteca familiar, y él mismo había realizado el diseño, que reproducía la bóveda celeste sobre Ulthuan el día del alumbramiento de Ashniel. Había llevado a cabo las gestiones con secretismo, y ni siquiera su familia estaba al tanto, pues quería ofrecer el regalo a su enamorada el siguiente solsticio de verano y no estaba dispuesto a arriesgarse a que llegara hasta sus oídos ningún rumor sobre el asunto.

La noche ya caía sobre los jardines engalanados para las celebraciones, y los criados aparecieron con lámparas mágicas que colgaron de las ramas de los árboles. La luz dorada del atardecer se intensificó con el resplandor amarillo de las lámparas. Cuando por fin el sol desapareció y las estrellas se esparcieron por el cielo, todo quedó bañado por un brillo plateado. En el aire flotaba el parloteo de los elfos que recorrían los jardines y las vías que componían los elegantes alrededores de Elanardris, acompañado por el tintineo de las copas de cristal y el murmullo de las fuentes.

Alith recorrió como una sombra los grupos diseminados de invitados en busca de Ashniel, con la capa bajo el brazo y envuelta en un papel de seda importado de las colonias occidentales. El fardo era ligero como una pluma, pero le pesaba como si fuera de plomo. La excitación y el miedo pugnaban en el interior del joven elfo mientras rodeaba las zonas de césped y enfilaba de nuevo hacia el área pavimentada donde se servía el banquete.

Dos invitados se separaron un instante, y Alith vislumbró el rostro pálido de Ashniel, hermoso a la luz de las lámparas, con una expresión de elegancia y dignidad y un fulgor ceniciento en los ojos. Alith fue abriéndose paso entre la muchedumbre de elfos hasta que se vio obligado a detenerse en seco porque una figura de gran estatura se interpuso en su camino cuando apenas lo separaban unos pasos de la doncella. Levantó la mirada al mismo tiempo que giraba para franquear el obstáculo y descubrió en él el rostro de Caenthras, con una recelosa ceja enarcada.

—Alith —rugió Caenthras—, os andaba buscando.

—¿Sí? —respondió el joven, desconcertado y súbitamente angustiado—. ¿Para qué? Es decir, ¿qué puedo hacer por vos?

Caenthras esbozó una sonrisa y posó una mano sobre el hombro del muchacho.

—Relajaos, Alith —le tranquilizó el arrogante elfo—. No os traigo malas noticias, simplemente, una invitación.

—¡Ah! —exclamó Alith con un tono más animado—. ¿Para una cacería, quizá?

Caenthras suspiró y meneó la cabeza.

—No todo en la vida gira alrededor de los bosques, Alith. No. Hospedo en mi casa a unos visitantes de Anlec que me gustaría que conocierais: sacerdotisas que vaticinarán vuestro futuro y el de Ashniel. Había pensado que si los augurios os son favorables, podríamos discutir los detalles para la unión de ambas casas.

El Rey SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora