De igual modo que las legiones de Anlec habían propagado el sufrimiento y el pavor por Ulthuan, los Guerreros Sombríos de Alith sembraron el terror y la aflicción entre los druchii. Sus incursiones abarcaban los territorios de Tiranoc y Nagarythe, y en ocasiones, incluso se animaban a adentrarse en el mismo Anlec para asesinar a miembros de las cortes y marcar sus cuerpos con los aterradores símbolos de la sombra y la venganza. Era rara la vez que se reunían en gran número, de ese modo mantenían en una duda permanente a los ejércitos druchii, que no sabían si marchar al sur o al norte, patrullar las montañas o emprender una batida por pantanos y llanuras.
De vez en cuando, Alith ordenaba una pausa en los ataques que podía prolongarse varias semanas. La primera vez que ocurrió, los druchii pensaron que tal vez el Rey Sombrío había sido capturado y ejecutado. Pero se equivocaban, y la noche de su regreso, el príncipe Anar emprendió una serie de ataques sincronizados por todos los territorios dominados por los druchii en los que asesinaron oficiales, quemaron campos y robaron suministros. Durante el período de la segunda tregua, los elfos oscuros se sumieron en un pánico mayor que cuando sufrían los ataques. La aterradora perspectiva de lo que les esperaba cuando reapareciera el Rey Sombrío los atormentaba de día y les arrebata el sueño de noche.
Y Alith no los decepcionó. El día del solsticio estival, un ejército que marchaba hacia el este en dirección al Paso del Águila desapareció. Había partido de Tor Anroc y nunca había llegado a la plaza de Koril Atir. Jamás se encontraron los cuerpos ni indicio alguno de emboscada; simplemente se habían esfumado cinco mil soldados.
* * *
El llanto de la dama elfa se aplacó rápidamente hasta reducirse a un gimoteo que precedió al silencio absoluto mientras la sangre que manaba de su garganta formaba un charco en el suelo de mármol. Morathi contempló unos segundos su reflejo en el espejo bermellón con satisfacción. Seis años de guerra ininterrumpida podían haber hecho mella en sus subordinados, pero ella conservaba intactas la frescura y la belleza de aquel memorable día de tantas centurias atrás.
Se sonrió al evocar su ingenuidad juvenil mientras rememoraba cómo se había estremecido al sentir los poderes tras su primer trato con la brujería. Entonces, no tenía ni idea de lo lejos que la llevaría aquel fatídico encuentro con los demonios, pero no se arrepentía de ninguno de los pasos que había dado para recorrer ese largo camino. Era cierto que la victoria inmediata que había previsto se le había escapado; sin embargo, la guerra estaba discurriendo de manera favorable a sus intereses.
Sacudió la cabeza para ahuyentar aquellos pensamientos que la distraían y sintió un escalofrío cuando los largos tirabuzones de su melena le rozaron los hombros. Reprimió la tentación de entregarse al solaz de esa sensación y levantó el cuchillo ensangrentado que aferraba en la mano; con suma delicadeza se hizo un pequeño corte en la yema del pulgar y vertió una gotita de su propia sangre en el charco formado por el sacrificio. Allí donde cayó su sangre se propagó lentamente en una onda y aparecieron unas sombras de un oscuro tono rojizo. Las sombras fueron ganando en nitidez y mostraron un paisaje montañoso. Las nubes cruzaban raudas el cielo encarnado por encima de los picos carmesíes. Una palabra de Morathi redujo la escala de la imagen y la centró en el Paso del Águila, y con sus ojos mágicos, recorrió una columna de caballeros que marchaba hacia el este para enfrentarse al ejército del advenedizo Imrik. Aquella hueste no cosecharía una victoria, pero distraerían al rey usurpador el tiempo suficiente para poner en marcha otros aspectos de su plan.
Una discreta tos llevó su atención hacia uno de los arcos de entrada a la cámara. Un funcionario ataviado con una toga de seda hizo una honda reverencia y la hechicera le hizo una señal con un dedo ensortijado para que entrara.
—Vuestro invitado espera a vuestra discreción, majestad —dijo el sirviente.
—Traedlo inmediatamente —respondió Morathi, que se volvió de nuevo a su fuente de clarividencia, olvidando de inmediato la presencia del criado.
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El Rey Sombrío
FantasíaPrepárate para escuchar la grandiosa y desgarradora historia de la guerra que dividió a la raza de los elfos. Cuando su familia es traicionada y exterminada, Alith de Anar, príncipe de Nagarythe, se ve forzado a emprender un camino tenebroso. La ven...