Capítulo 38:

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Alex descongeló una sopa precalentada que había en la nevera, ya era muy tarde y con lo de mi dedo la pasta a la bolagnesa se había cancelado. Ese fue nuestro almuerzo, "sopa de pasta" con jugo de manzana. Mientras tomábamos esa supuesta sopa de pasta que sólo tenía unos cuantos fideos había un silencio incómodo en la mesa como si algo hubiera sucedido. El silencio era ensordesedor.

Mi mente no estaba en la mesa con los chicos y al parecer sus mentes tampoco estaban ahí.
Luke seguía teniendo sus ojos grises llenos de oscuridad y tristeza, Alex tenía la cabeza baja tomando una cucharada cada cinco minutos, yo revolvía mi sopa ya fría sin tener ganas de probarla.

Le tomé la mano a Luke quién me miró con esa expresión de dolor y vacío en sus ojos, por primera vez desde que nos conocimos sólo sabía que estaba triste y ya, no podía ver más allá de ellos lo cuál me preocupaba. Algo anda mal.

-Que sucede- susurré con mi mano en la suya. Fijó sus ojos en mi por unos cuantos segundos y luego agachó su cabeza, tomó su plato levantandose de la mesa y sólo dijo
-Nada, no es nada- dió la vuelta y se marchó a su antigua habitación.
Inmediatamente miré a Alex, todavía cabizbajo, preguntándome que estaba pasando. Sin respuesta me levanté de la mesa para seguir a Luke pero Alex me tomó del brazo y me detuvo.

-Siéntate, es mejor que lo dejes sólo.

-¿Estás loco? Cómo me dices algo así! No ves como está? Debo saber que le sucede- le dije aún de pie.

-No hay nada que pueda ayudarlo en este momento así que si le tienes algo de cariño déjalo sólo, es algo que ya no se puede evitar- dijo mirándome a los ojos. De repente sentí como mi corazón se detenía ya que me imaginaba el porqué Luke estaba así.
Me senté en la mesa de nuevo con los ojos llorosos del miedo de que lo que estaba pensando fuera real. Mis manos comenzaron a sudar.
-Alex, dime que sucede por favor- susurré con un hilo de voz, ya sintiendo el nudo en mi garganta.
Después de unos segundos, suspiró y me dijo.

-Llamó el jefe- mi corazón se aceleró aun más, mientras una lágrima se escapaba de mi ojo derecho.

-¿Que dijo?- hablé casi en susurro, mi voz no me daba para más.

-Mañana vienen por ti- dijo de golpe.

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en las manos mientras mis ojos se desbordaban de lagrimas, lágrimas llenas de dolor y desesperación, un sentimiento casi inexplicable.
Mi corazón latía rápidamente y mi respiración era profunda. Mis manos temblaban mientras mis mejillas se llenaban cada vez más de lágrimas.
Si, sabía que esto pasaría algún día, que todo esto tendría su final, pero justo en ese momento cuando todo marchaba bien y el amor que sentiamos no cabía dentro de nostros, justo en ese momento donde estábamos viviendo plenamente como un pareja, justo en ese momento quería que nunca llegara esa llamada, pero lo hizo.
El mismo sentimiento de vacío y soledad volvía a mi, era muy profundo, tanto que dolía sentirlo, porque estaba vez era más fuerte.
Mis ganas de seguir respirando eran escasas y me odié por todas las veces que le rogué a mi hermana para que me sacará pronto de ahí, me odié por todas las veces que lloraba por estar encerrada con ellos y me odié por enamorarme de Luke, porque pensé que seria fuerte cuando ese momento llegara, pero ahí estaba, desmoronandome por dentro.
El corazón es torpe y no entiende cuando no se debe amar a alguien aún sabiendo que las consecuencias son dolorosas.

Me quedé dormida en la mesa creo yo, porque cuando abrí mis párpados estaba en mi habitación. Me senté en la cama con la ilusión de que todo era un mal sueño, que nada de eso había pasado, me dirigí a colocarme las pantuflas mientras me acomodaba la sudadera.
-¿Para donde vas?- me asusté al escuchar su voz, la cual se sentía llena de dolor tal como la mia. No era un mal sueño, estaba pasando.
Me volví y lo vi sentado en una silla al lado de mi cama. Su cabello estaba más despeinado de lo habitual.

Mi LadrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora