Quería evitar la conversación con Sebastián, me sentía algo avergonzada por lo que estaba haciendo. Me excusé diciendo que tenía que volver a trabajar, lo que no era mentira, pero me dijo que durante la tarde teníamos que vernos sí o sí.
Volví a mi lugar de trabajo intentando concentrarme lo más posible en ello. A medida que pasa el tiempo, sé que puedo ganarme un lugar en la empresa, intento hacer todo bien, siempre y cuando Matías no esté cerca de mí.
Miro mi celular para ver si con lo de la canción, por esas casualidades de la vida, él ha decidido salir de su oscuro y silencioso túnel, pero nada. Eso no me desanima, sé que estoy recién comenzando, que hay mucho por hacer, pero aún así, podría dar alguna señal.
Matías aparece por nuestra oficina. Se acerca a mí con algunos documentos. Comienza a pedirme que prepare algunos informes y yo sin poder dejar de mirarlo a los ojos, no soy capaz de hilar ninguna frase coherente. Respondo con monosílabos. Mientras me da órdenes, su aroma me envuelve, me seduce. Miro aquella piel. No sé si alguna vez la vi tan cerca como ahora, pero me resulta poderosamente tentadora la idea de acariciar aquel rostro, tomar aquellas manos, con las venas tan marcadas.
«Algún día lo haré».
—¿Alguna duda Catalina? —pregunta mi jefe.
—Todo absolutamente claro —respondo, sin despegar mi vista de aquellos ojos.
Su mirada permanece seria todo el tiempo. No sé si alguna vez lo he visto sonreír, pero imagino que su sonrisa debe ser encantadora. A veces lamento no haberlo conocido antes, saber cómo era su personalidad antes de la muerte de su esposa. Aunque en ese momento, cualquier posibilidad de que se hubiese fijado en mí habría sido en números negativos.
Su aroma queda impregnado en mi ambiente y no puedo evitar intentar recordar si he sentido ese aroma antes, pero no lo recuerdo. Pienso en ir a alguna tienda para ver qué perfume es y comprarlo para recordarlo cuando no lo pueda ver, pero es obsesivo hacer algo así.
Soy un caso perdido. Estar enamorada para mí se devela en la suma de locuras que estoy dispuesta a hacer por él y creo que son demasiadas las que pienso. Siento que este amor le ha dado un nuevo sentido a mi vida, ha removido los escombros de este corazón que había sido abandonado y ahora, lucha nuevamente por salir a relucir.
Mientras trabajo pienso en él, infinitamente en él. Pienso en cuál va a ser mi siguiente paso. No quiero que esta vez sean solo palabras, quiero que tenga algo que le haga recordarme. Varias ideas cruzan por mi cabeza.
A las seis en punto, salgo de la oficina para volver a casa. Espero que Sebastián se haya olvidado de que tiene que hablar conmigo y pueda huir de aquella conversación que de seguro no será nada de cómoda.
Para mi suerte, o mejor dicho para mi mala suerte, él está afuera del edificio esperando. Tiene aquel gesto de serenidad que lo caracteriza, tan distinto de Matías. Al verme sonríe y se acerca. Yo no puedo evitar hacer un gesto de frustración.
—¿Pensabas escaparte de mí? —pregunta.
—Ya veo que no puedo —me resigno.
—Vamos, te voy a invitar a tomar algo.
—Pero si recién es martes, mañana tengo que trabajar —reclamo.
—Relájate un poco, un trago no te vendrá mal para lo que me tienes que decir. Además, es temprano, puedes tomar algo suave y mañana estarás como si nada.
—Ante ese argumento no me queda nada más que decir—. Levanto los hombros en señal de rendición a sus palabras.
Me acerco a él, le doy un beso en la mejilla y sin cuestionar nada camino a su lado. Como siempre, la conversación con el fluye con la normalidad de dos amigos que se conocen hace mucho tiempo, salvo que nosotros solo nos conocemos hace un par de semanas, tal vez menos, ya no lo recuerdo.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que te enamores de mí #1
ChickLit¿Cuántas locuras estarías dispuesta a cometer para conseguir enamorar a quien no debes? Catalina llega a hacer su práctica profesional a una conocida empresa de su ciudad. Ilusionada con este logro, sabe que debe hacer todo bien y se esfuerza en el...