Después de aquel pequeño encuentro las locuras continuaron, un día eran mensajes, otros días Post-it en la pantalla de su computador, un peluche enviado por correo a su casa, canciones a su mail, poemas de amor escogidos solo para él, un libro, una pizza, entre otras cosas locas. No faltaba cómo inventar algo nuevo con tal de tener su atención. El problema era uno solo: la atención la tenía chica enamorada y no yo, aunque fuéramos la misma persona.
Estaba en mi última semana de práctica, sin tener certeza de lo que iba a pasar conmigo en Ryts. Frente al silencio de mis jefes, no me quedó de otra empezar a buscar trabajo. No quería volver a insistir con Matías, él sabía a la perfección que esperaba que me contratara.
Las opciones no eran muy alentadoras y no podría asistir a ninguna entrevista mientras no terminara de hacer mi práctica, pues los horarios no me beneficiaban.
Esta mañana, me dije que si no tenía noticias de un puesto de trabajo, mis planes de conquista tendrían que desistir, pues si no logré conseguir nada durante estos días, menos lo haría trabajando en otro lugar.
Al salir del trabajo, me dispuse a ir a la casa de Matías a dejar una tarjeta. Sería lo último que haría antes de irme de Ryts. Mis planes de conquista ya habían fracasado, así que no tenía sentido seguir intentando por más tiempo.
Podría haber estado triste, pero no lo estaba. Amar a Matías le había dado un sentido distinto a mi vida, la había llenado de colores, de matices y ahora que ya había jugado todas mis cartas, no me quedaba más que despedirme de él y de todo lo que me recordara este amor que solo fue platónico.
Esta vez, decidí escribir la tarjeta de mi puño y letra, creo que ya no importa mucho que sepa que soy yo, si al fin y al cabo, en una semana más todo esto sería una historia para contarle a mis nietos en el futuro.
Matías:
No sé si volveré a insistir, creo que ya ha sido suficiente, aunque tal vez sea una despedida momentánea, no lo sé. Aún te amo, pero siento que esto es inútil. Fue inútil desde el principio, así que con estas palabras me despido.
Alguien que te ama en secreto.
Me pinté los labios rojos y los puse sobre la tarjeta, dejando el labial marcado en ella. Mi corazón comenzó a latir apresurado. Una parte de mí no quería rendirse aún, quería seguir luchando. Es que cuando uno ama, no debería rendirse con nada, no si aún hay alguna esperanza.
Mi yo interior comenzó a debatirse entre dejar la tarjeta o retornar a casa.
Estaba en la plaza dando vueltas de un lado a otro, tratando de convencerme de qué era lo que debía hacer, qué era lo correcto, cuando se me ocurrió una idea, una nueva locura. Sin embargo, no sería como "chica enamorada" sino como yo: Catalina.
Me coloqué en la esquina de la casa de Matías a esperar que llegara. Guardé la tarjeta en mi cartera y decidí no ocuparla esta vez. Jugaría otra carta, algo distinto. Forzaría un encuentro entre él y yo.
Recordé aquella vez que me vio esperando colectivo y me llevó a casa. Si la suerte estaba solo un poco de mi lado, podría generar una situación similar.
La espera se hacía interminable. Eran cerca de las siete y media y aún no aparecía. Llevaba casi una hora de espera, aunque lo normal era que él llegara casi a las siete. Supongo que ni la suerte ni el destino están de mi parte. Tal vez lo mejor era dejar la tarjeta e irme. Olvidarme de que hay esperanzas con él.
Comienzo a caminar hasta la puerta de su casa, buscando en mi cartera la tarjeta que había guardado. El problema de tener carteras grandes es que uno nunca encuentra lo que anda buscando.
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Hasta que te enamores de mí #1
ChickLit¿Cuántas locuras estarías dispuesta a cometer para conseguir enamorar a quien no debes? Catalina llega a hacer su práctica profesional a una conocida empresa de su ciudad. Ilusionada con este logro, sabe que debe hacer todo bien y se esfuerza en el...