Veinticinco

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Tomamos el ascensor para bajar a la cafetería. Sin querer él quedó frente de mí. No puede evitar posar mi vista en sus ojos, mirarlo de frente. Sé que cualquiera se daría por enterado de lo que siento al recibir una mirada como la que yo le di. Así que esbocé una sonrisa y luego me miré en el espejo, verificando que mi maquillaje estuviera en su lugar.

Mientras caminamos a la cafetería él me empezó a preguntar por mi primer mes de trabajo, yo le comenté lo bien que me sentía trabajando en la empresa y algunos detalles de mi labor. Al llegar a la cafetería, me abrió la puerta y luego el resto de mis compañeros gritó: "Feliz cumpleaños". Matías se quedó paralizado un rato y luego me miró.

―¿Tú tienes algo que ver en esto cierto? ―preguntó Matías.

―Solo un poco ―respondí.

Mis compañeros saludaron a su jefe y luego nos sentamos. Matías se colocó a mi lado, lo que me hacía la mujer más feliz del mundo en ese momento. Él no sabía lo que significaba este pequeño gesto amable para mí. Si bien él se preocupó de conversar con todos, el hecho de tenerlo a mi lado, me hacía soñar con la posibilidad de que siempre fuera yo la que estuviera a su lado.

Mientras estaba con Matías, pude ver a Sebastián coqueteando con una secretaria de la empresa. Me quedé un rato mirando las estrategias que Sebastián utilizaba para conquistarla. Cada vez se acercaba más a ella, le sonreía, la acariciaba y quizás qué cosas le decía que ella se veía algo sonrojada. Matías se percató de que lo estaba mirando.

―Ese chico no pierde oportunidad, no es la primera vez que lo veo así ―comentó.

―Tiene suerte con las mujeres ―mencioné.

Después de servir la torta, Matías agradeció la celebración a todos y comenzó a despedirse de mis compañeros que se estaban retirando. Habían sido casi dos horas de celebración.

Cuando Claudia y Ximena se quisieron ir, se acercaron para despedirse de Matías. Yo me aparté un rato y me puse a conversar con Carlos sobre la celebración del sábado, de mi primer mes de trabajo. Mientras hablaba con él, me percaté de que Matías comenzó a despedirse de todos los que quedaban. Asumí que mi tarde de felicidad junto a él se había acabado, así que esperé que él se nos acercara para despedirse. Sin embargo, fue lo último que hizo.

―Carlos, muchas gracias por todo. Nos vemos mañana―. Extendió la mano a mi compañero y de despidió de él.

―No fue nada, disfrute su día. Nos vemos mañana ―respondió Carlos.

―Catalina ―dijo Matías.

―Sí.

―Vamos, la iré a dejar a su casa ―ordenó.

No podía creerlo, para cerrar el maravilloso día él me estaba diciendo que me iría a dejar a casa. No sé qué tenía en mente, pero fuera lo que fuera, era lo más genial del mundo para mí. Tendría más tiempo para estar con él, esta vez a solas. Carlos quedó mirando con cara de incrédulo, al igual que nuestros compañeros cuando me despedí de ellos a la distancia. No podía evitar sonreír como una idiota al estar cerca de él.

Salimos al estacionamiento y nos subimos al auto. Antes de ponerlo en marcha, Matías comenzó a darme las gracias.

―Catalina, quiero darte las gracias por todo lo que haces por mí, sin ti estoy seguro de que este día no habría sido el mismo.

―No fui solo yo, también mis compañeros.

―Claudia me dijo que fue tu idea, que tú organizaste todo. No sé por qué lo haces, pero de verdad agradezco todo el esfuerzo que pones.

Hasta que te enamores de mí #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora