Quince

33K 2.6K 130
                                    

Estuve toda la tarde pensando en si debía o no seguir con este juego. Puse en balanza todo lo que puedo ganar y perder con esto. Si Matías se entera de que soy yo la que hace todas estas cosas, me verá como una chica loca, de seguro no querrá tenerme en su empresa. Pero, por otro lado, siento que él igual acoge mis pequeñas locuras. No era casualidad que estuviese escuchando esa canción. Puede que le recordase a su esposa, sin embargo, ahora también me recordaría con ella.

Siempre trato de ver el lado positivo en cada situación, aunque la vida se encarga de decirme que todo lo bueno que yo espero que pase, nunca va a ocurrir. Pese a ello, no se me quitan las esperanzas. Ahora, si mi vida diera un vuelco, realmente podría conseguir el amor de este hombre que cada día me está enloqueciendo.

Me cuesta trabajo concentrarme cuando él está cerca. Cada vez que, por casualidades de la vida, me topo con él, no puedo evitar detenerme a observarlo, a sentir aquel aroma que tanto me encanta. Creo que si sigo mirándolo de esta forma, no solo él se dará cuenta de que me gusta, sino también toda la empresa.

Antes de irme a la casa decidí pasar al baño, había aguantado las ganas de ir durante toda la tarde para evitar pasar por fuera de la oficina de Matías. Cuando pasé por el pasillo, lo hice lo más rápido que pude, para evitar escuchar cualquier cosa. Pero, mientras estaba en el baño, comencé a pensar en que tal vez lo que me dijo de la canción fue solo una forma de salir del paso dignamente, para que no me diera cuenta de que él estaba escuchando aquella lista de canciones que yo le había mandado.

Cuando voy de vuelta, decido pasar con calma, para saber si sigue escuchando esa canción u otra. Sin embargo, al pasar me doy cuenta de que ya no hay música. La puerta de la oficina está cerrada y pienso que tal vez Matías ya se ha ido.

Decido tomar mis cosas e irme también, ha sido una tarde agotadora. 

Mientras espero el ascensor miro mi teléfono. Reviso el correo electrónico para saber si por esas casualidades, Matías, ha respondido a mi mensaje.

La puerta del ascensor se abre y me topo de frente con Matías, que me observa con calma. Del susto suelto el celular y cae en el ascensor. El miedo de que él vea mi correo electrónico de "Chica Enamorada" me apura a recogerlo. Con los nervios ni siquiera me doy cuenta de que él también se ha agachado y lo toma un par de segundos antes que yo. Mi mano queda sobre la de él.

En ese pequeño instante pude sentir el calor de su mano, de su piel. No quería soltarla. Me habría quedado una eternidad de esa forma. Mi mirada se encontró con la de él y aquellos ojos azules que tanto me encantan, me dejaron pasmada.

—Catalina, su celular —dice Matías.

—Sí, lo siento —respondo. Le permito soltar el teléfono y entro al ascensor.

—Anda algo distraída —reclama.

—Me asusté cuando se abrió el ascensor y estaba usted—. Luego de decir eso la cara de Matías cambia en un gesto de disgusto.

—Gracias por el "halago".

—Perdón, no quise decir eso, es todo lo contrario.

—¿Qué? —pregunta, confundido.

—Nada, nada —respondo antes de que pueda descubrir la verdad de mis palabras. 

Matías me queda mirando extrañado. Creo que con cada palabra estaba echando todo a perder, así que opté por quedarme callada. La puerta del ascensor se cerró y los segundos que estuvimos solos fueron absolutamente incómodos. El silencio y la distancia se habían apoderado de ese pequeño espacio. Matías volvió a poner su mirada indiferente y yo solo respiraba su aroma a mi alrededor, deseando que aquella fantasía de los ascensores se volviese realidad en ese momento.

Al llegar al primer piso ambos bajamos y como si yo no hubiese estado en ese lugar, él se apartó de mí. Eso último no me importaba en ese momento. Había tomado su mano y aún podía sentir el calor de ella en la mía. Había visto sus ojos a tan solo unos centímetros de distancia, dejando que su mirada me perturbara. Con eso me bastaba para sonreír el resto de la tarde.

Al salir me encontré con Sebastián. Conversamos un rato y me preguntó sobre cómo iban mis planes de conquista. Mientras conversábamos pude ver a Matías pasar en su auto por nuestro lado. Nuestras miradas se cruzaron un segundo. Él me había visto y esta vez acompañada.

No sabía si eso era bueno o malo, pues podía pensar que yo tenía algo con Sebastián. Tal vez eso serviría para sacarle celos, aunque hay un pequeño detalle: él no sabe que yo estoy enamorada de él.

Le comenté a Sebastián la escena del ascensor y no paró de reírse de mí por un buen rato. Luego de eso me acompañó a tomar un colectivo y mientras esperábamos, me animó a seguir adelante con mis planes pero a ser más cuidadosa.

Cuando llegué a mi casa me cambié de ropa y me fui directo al patio, a pensar en lo que debía o no debía hacer para conquistar a Matías. Me detuve a mirar las bellas flores de los árboles de cerezo y las de las plantas del jardín. Cada vez que necesitaba pensar o cuando estaba triste, aquel era el lugar preciso para aclararme.

Luego de un rato en aquel lugar, decidí entrar a casa, detendría mis planes por algunos días, pues no quiero agobiarlo y que piense que soy una acosadora aunque todo lo que hago indica que lo soy.

Hasta que te enamores de mí #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora