Capítulo especial: Matías

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El domingo en la mañana había salido al cementerio, era mi costumbre dominical. Siempre he creído que los domingos son para estar en familia. Lástima que la mujer con la que había formado la mía ya no estaba para alegrar mis días.

Venía algo triste por lo que implica tener que ver a alguien que amas en una tumba, en un lugar simbólico, donde no la puedes contemplar de verdad. Cada día que pasa siento que duele más y que, pese a haber tenido los medios económicos para ayudarla, nada se pudo hacer.

Jamás pensé que un dolor tan grande pudiese existir y, mucho menos fui capaz de imaginar que un día ella, la mujer de mi vida, me fuese a dejar de esta forma. Sé que su cuerpo no está, que no la podré ver jamás, pero los recuerdos, al menos, siempre me acompañarán.

Mi vida desde entonces se ha llenado de soledad, de un vacío inexplicable del que no quiero salir, porque estoy sin ella y nadie que quiera acercarse comprenderá lo que realmente siento, a menos de que haya pasado por algo similar a lo que yo viví.

Ese día domingo algo nuevo había ocurrido. Bajé del auto y entré en la casa. Miré a la mesa y vi en ella un ramo de rosas rojas. Mis recuerdos y pensamientos se esfumaron por un momento. No supe si sonreír o enojarme. Me parecía increíble la persistencia de esta chica. Pero ¿dónde se ha visto que una mujer le mande flores a un hombre?

No sé qué habrá visto en mí, si desde la muerte de mi mujer pareciera que yo también no estoy en este mundo. Nada me hace feliz, nunca sonrío, ni siquiera intento ser amable. Lo único que he hecho es tratar de matar el tiempo con trabajo, sacar a flote a mi empresa y aparentar que soy un hombre fuerte y serio para que nadie pueda ver el dolor que realmente llevo dentro. Es que ¿Cómo se puede superar la pérdida de alguien que realmente amas?

Me acerco a las rosas para ver qué es lo que ella dice ahora. Leo el mensaje y no puedo evitar sonreír. Es extraño que alguien que no conozca me haga sonreír. Pienso un poco antes de soltar la nota ¿Qué es lo que debo hacer ahora con ella? ¿No se da cuenta de que está excediendo los límites?

Cuando comenzó, pensé que era una broma de mal gusto. Odié que me dedicara una canción y que todo el mundo la escuchara. Luego pensé que se trataba de alguien que quería aprovecharse de mi situación de vulnerabilidad para poder hacerme caer y encontrar algún beneficio económico al estar conmigo.

Pero, a medida que ella iba teniendo nuevos detalles conmigo, me di cuenta de que no podía ser nada de lo anterior. Ella debe ser una chica llena de ilusiones, sin saber cómo acercarse a mí. Piensa en cosas sencillas, en mostrarme que la vida aún tiene colores como los de estas rosas, que puede sacarme de mi estructurado y perfecto mundo empresarial para recordarme que puedo inspirar mucho más que respeto.

Es lamentable que ella invierta su dinero y esfuerzo en alguien que está tan dañado como yo. Pese a ello, debo reconocer que ella ha cambiado todos mis esquemas de lo que yo creía posible en la forma de conquistar de una mujer hacia un hombre.

El día que me envió comida a mi casa, no podía creer que alguien pudiera hacer algo así. De seguro ella tiene mucha más imaginación que yo. Ese día en particular, me di cuenta de que esto iba muy en serio. Lejos de parecerme algo extraño, me di cuenta de que ella buscaría cualquier forma para llegar a mí. Pero, ¿Qué pasó conmigo ese día?

Ese día se cumplían siete meses desde la muerte de mi esposa y aunque traté de ser fuerte en la empresa, al llegar a casa había dejado que la nostalgia y el dolor se apoderaran de mí y esta chica, sin saberlo llegó a darme consuelo con su pedido de sushi, logró desestructurar mi mundo, sacarme una leve sonrisa y, por sobre todo, decirme que la vida continúa con o sin mi mujer. ¿Acaso tenía que quedarme en silencio en ese momento? Definitivamente no. Tenía que darle las gracias, aunque no supiese quién es.

Para mí sería tan sencillo averiguar quién es, sobre todo después de dejarme el chocolate en mi oficina, bastaría revisar las cámaras para ver su rostro. Pero entiendo que no debe ser fácil para ella aceptar frente a mí quien es. Además, si lo supiera, ¿Qué es lo que yo debería hacer?

Una parte de mí quiere conocerla, agradecerle lo que hace y pedirle que no siga haciendo estas cosas, pues de nada servirán. Yo no estoy preparado para amar a nadie. Cada pequeño gesto que ha tenido conmigo, para ella debe ser un gran esfuerzo y yo... yo ni siquiera me atrevo a hablarle para darle las gracias. Es que me sentiría peor si le diera esperanzas de algo que nunca podrá ser.

Por eso, la otra parte de mí se queda en silencio, haciendo de cuenta de que nada ocurre, de que esto es solo un juego de alguien y yo no debo caer en él. Prefiero no conocerla, no buscarla, para no hacerla sufrir. Sé lo que es el sufrimiento, y cómo no, si lo he vivido en carne propia. Por eso ella debería invertir su tiempo en alguien más, pero tendrá que darse cuenta sola, yo no puedo hacer nada más. 

Hasta que te enamores de mí #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora