Veintiuno

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Al día siguiente irradiaba felicidad. Podía no tener un trabajo asegurado, pero había cenado con mi amor platónico, que cada vez estaba más cerca de mi realidad.

Decidí colocarme mi ropa nueva, ahora con mayor razón sabiendo que él había notado el cambio y le había gustado. Me maquillé ligeramente, me eché perfume, alisé mi cabello, que por primera vez llevaría suelto desde que estoy en la empresa.

Después de lo que había ocurrido el día de ayer, no tenía planeado nada nuevo. Tal vez le enviaría alguna frase de libro, acompañada de alguna canción cuando estuviera en mi casa.

Me topé con Matías en el pasillo y no pude evitar sonreír al verlo, pero al menos pude evitar suspirar. Pensé que luego de nuestra conversación de la tarde él sería, tal vez algo más cercano, me regalaría una sonrisa o demostraría algo más de cercanía conmigo. Sin embargo, mi risa se apagó de inmediato al ver que solo me saludo con un seco: "Buenos días, Catalina".

Sentí una enorme decepción, no le costaría nada ser amable conmigo, pero al parecer dentro del trabajo no se permite ningún gesto de cercanía con quienes somos sus empleados. Aun así, ese gesto altivo, frívolo se ve tan bien en él, creo que la perfección lleva su nombre.

Igual entiendo su actitud, sé que no quiere que le relacionen con nadie, que quiere mantener su autoridad, sobre todo, pero un poco de simpatía no le haría mal.

Vuelvo a mi puesto de trabajo, sin dejar que su indiferencia me afecte, pues cuando estamos en privado, sin nadie de la empresa, sé que él es distinto, más humano, preocupado, atento. Lo que veo en Ryts no es más que una fachada de jefe. En el fondo, todos tenemos una doble personalidad en algún momento, querámoslo o no. No podemos actuar siempre de la misma forma.

En la tarde, nos llamaron a la sala de reuniones junto a Ximena. Claudia, Matías y Rodrigo, el gerente, nos estaban esperando. Ambas habíamos entrado a Ryts en la misma fecha, así que terminábamos la práctica el mismo día.

Matías estaba sentado, leyendo unos informes. Como siempre, se veía perfecto con su semblante serio. Su mirada se alzó al sentirnos entrar y sus ojos azules coincidieron en una mirada fugaz, haciendo que mi alma comenzara a derretirse lentamente.

―Deja de mirarlo de esa forma, o se dará cuenta de que te tiene loca ―susurró a mis oídos Ximena.

―¿Qué? No digas locuras.

―Es evidente que te gusta. Pero haré de cuenta que no lo sé.

Moví la cabeza en señal de negación. Ni siquiera me había percatado de lo evidente que era que Matías me fascinaba.

―Adelante, tomen asiento ―dice Rodrigo.

Hacemos caso y nos sentamos frente a nuestros jefes. No sabía si lo que tenían que decirnos era algo bueno o malo, pero de seguro tendría que ver con el fin de nuestra práctica en Ryts. Claudia tomó la palabra.

―Chicas, las hicimos venir a esta reunión para conversar respecto de su práctica profesional. Entendiendo que ya solo les queda esta semana. Es necesario que analicemos el trabajo que han hecho y lo evaluemos.

―En general, nosotros como jefes directos ya hemos evaluado su desempeño en la empresa y queremos compartir lo que hemos concluido ―agrega Rodrigo.

―En primer lugar, chicas quiero agradecer de parte de la empresa, el compromiso que han demostrado... ―habló Matías.

Aquellas palabras me sonaban a una despedida. Nos habían reunido para decirnos que lo habíamos hecho bien y muchas gracias, se pueden ir. Estaba en la sala sin poner atención a las palabras. Si me había sentido algo ansiosa por saber de qué se trataría la reunión, al escuchar el tono de voz de Matías, me había percatado cuál era el real sentido de la junta con los jefes de Ryts.

Como ya creía saber lo que diría, no me molesté en poner atención, más bien opté por mirar a Matías, que estaba encantador, pese a su cruel discurso de "hicieron todo bien, pero no las contrataremos". Intercambiaban los turnos de palabra para rescatar lo bueno de nuestro trabajo, hablar de la evaluación que enviarían a la universidad y otros detalles.

De pronto, una frase de Matías me devuelve a la reunión, dejándome atónita.

―En consideración con todo lo que ya hemos mencionado y teniendo en cuenta el inminente crecimiento de la empresa, es que hemos decidido que una vez terminada su práctica, ustedes pasen a formar parte de manera definitiva de Ryts.

Ambas agradecimos la oportunidad y luego nos entrevistamos en privado con Claudia, para conversar sobre los detalles del contrato.

Ahora me doy cuenta de que siempre soy muy pesimista y no creo tener nada de suerte. Aunque esto no tiene que ver son suerte, sino con el desempeño que he tenido y me hace muy feliz saber que Matías, mi Matías lo valora. Solo espero que no haya sido muy influenciado por lo que yo he dicho.

Llamé a mi madre para contarle la noticia y después del trabajo me encontré con Sebastián, a quién también le conté sobre mi nuevo puesto de trabajo.

―Eso lo tendremos que celebrar.

―Claro, es lo mejor que me ha pasado últimamente. Aunque para una celebración de verdad, esperaré mi primer sueldo.

―Me alegro mucho por ti―. Me dio un abrazo. ―¿Y cómo te ha ido con lo de la conquista? Últimamente no me has dicho nada.

―Eso va para largo.

―Tengo una idea entonces.

―¿Cuál?

―¿Qué te parece si festejamos que te quedas en Ryts el viernes en la noche y me cuentas?

―¿Solos?

―Sí, ¿Cuál es el problema? Somos amigos.

―Claro, tienes razón. Después ya celebraré con todos mis amigos. Ahora me tengo que ir, pero nos juntamos el viernes después del trabajo para conversar y celebrar.

―Bueno.

Me dio un beso en la mejilla y me alejé de él.

En la noche, tal como tenía planeado, le envié una canción y el poema "Táctica y estrategia" de Benedetti. Eso era algo pretencioso, pero no me importaba, al fin y al cabo, él aún no sabe quién soy.

El resto de la semana, no estuve inspirada para hacer nada más. Tampoco hubo grandes avances con Matías. Solo intercambiamos algunas palabras sobre el trabajo y nada de mayor importancia.

El viernes a las seis de la tarde en punto, di por finalizada mi práctica y ahora, para mí partía una nueva etapa en mi vida laboral. Me fui directo a mi casa, tenía que arreglarme para salir con Sebastián, seguro que él me daría una mejor opinión de mi situación y probablemente más de algún buen consejo. 

Hasta que te enamores de mí #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora