CAPITULO 7

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Subimos rápidamente al automóvil, nuevamente y como ya se le hacía costumbre, me ignoraba, de hecho me ignoro en todo el camino, yo me atrevía a mirar sus piernas, no en un fin sexual, sino porque las movía constantemente, producto del nerviosismo que tenía, la desesperación que le daba el tráfico y el miedo e incertidumbre, pues la pequeña hija de Margarita, ahora era una hija para ella.

Llegamos al hospital, ella bajo antes de que pudiera siquiera abrir su puerta. Perdería el juicio en cualquier momento si seguía con tantas preocupaciones, no puedo ni quiero imaginar lo duro que ha sido todo esto para ella, los malos ratos que debe haber pasado desde que Jos falleció, hasta este momento, donde una de las pocas razones que tiene para vivir, para seguir existiendo, está apagando su luz.

Entro desesperada al hospital, había una extraña sensación que me envolvía, pues ella me transmitía esa sensación de inquietud que apenas y se podía con ello.

La seguí, en un principio la encontré hablando con una enfermera, pero apenas las había visualizado, la mujer le dio la espalda y continúo, dejándola sola.

Me acerque —¿Qué pasa? —Pregunte.

Se giró tomándose el cabello —Dice que en un momento me informará, al parecer el doctor es quien tiene que hablar conmigo... —Se notaba inquieta, temía muchas cosas, y pensaba en lo peor.

La abrace, ella no hizo movimiento alguno, es decir, no reforzó el abrazo, y tampoco lo evito —Tranquila, todo estará bien, te lo prometo.

Esperamos un par de minutos, una señorita que parecía más una trabajadora social llego con una tabla, en la que tenía múltiples papeles.

—¿Señorita __________ Sáenz? —Pregunto al vernos.

—Soy yo —Respondió ella —¿Sucede algo? —Pregunto velozmente.

—Vengan acompáñenme —Comenzó a caminar, llegamos hasta un pasillo que no conocíamos del lugar, nos dio acceso a una puerta y nos hizo un movimiento con la cabeza para entrar, la tensión subía, sobre todo cuando al interior había un médico, con esas miradas que pocos indicios daban, __________ y yo nos sentamos en calma en las sillas frente a su escritorio.

—Hola, buenas tardes —Saludo amable el médico —Me llamo Gilberto, recién me pasaron el caso de la pequeña, ¿Es su hija? —Pregunto él.

—Bueno... —_________ se puso nerviosa, es decir, ¿nuestra? —Es mí...

Interrumpí su explicación —Sí, doctor —Tome su mano la cual estaba en el escritorio, ella me devolvió una mirada asesina.

—Bien... —Dijo siguiendo, percatándose de la mirada que me había regalado la pequeña ___________ —Resulta que recién entre a su caso, y se preguntaran ¿Por qué?, pero he aquí la respuesta: Soy su nuevo médico, pues la niña esta fuera de peligro —Sentí como la respiración paso por todo el cuerpo de ______, después de eso una gran sonrisa se marcó en su rostro, hace tanto que no veía su sonrisa, hace tanto que no podía apreciar esa expresión en su bello rostro, que lo único que pudo provocar fue unas pequeñas mariposas en mi estómago.

—¡Es la mejor noticia que me han dado en meses! —Expreso ella contenta, con los ojos claramente cristalinos.

—En definitiva, pero le aseguro que no es la mejor de esta tarde —Señalo contento el médico —Hoy podrán pasar a verla, ella esta en incubadora, pero van a poder verla lo más cerca posible, debido a que despertó hace unas horas, y se le nota estable, creemos que en un par de días, y si todo sigue como hasta ahora podría salir en poco tiempo —Ella volteo su mano para tomar la mía, para después apretarla con fuerza, una vez más la habitación se iluminaba con su sonrisa —Así que esperemos que esto sea así...

Ángel Cruel 3 (Freddy Leyva y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora