CAPITULO 8

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—Es hora de que salgan —Dijo la enfermera que nos vigilaba.

__________, se giró a verla, asintió. —Nos vemos amor —Expreso dulce a la pequeña Margarita, pero más allá de la dulzura, yo encontraba ese toque maternal en ella, su voz, el tono con el que hablaba, la sonrisa que le dedicaba, todo se ajustaba, ella parecía una buena madre.

Bajamos hasta la primer planta, todo parecía tan bueno, ella ya no era la misma, es como si una bocanada de aire le hubiera llegado de la nada y la hubiera reanimado, lucía tan bien, que ahora mismo puedo decir que su rostro se había iluminado como nunca antes.

Nos sentamos en el sofá de la sala de espera, en esa esquina que parecía, ya casi le pertenecía a ella, solo a ella.

—¿La viste? —Escuche su voz luego de un largo rato —¿Miraste sus ojos?, es tan bella, es una luchadora, sigue en pie de guerra.

—Sí, es realmente preciosa —Le dije, sonreí al vacío, de verdad me había enamorado, y no solo de la pequeña, sino de la también de la que la ha estado cuidando tanto tiempo.

Recargo su cabeza en mi hombro —Gracias, eres como un amuleto de la buena suerte, y mira que yo no creo en esas cosas... —¡Dios!, ¿Ella de verdad esta recargada sobre mí?

—¿Por qué? —Pregunte torpe.

—Bueno, llegaste en un mal momento, y de la nada, todo comienza a salir bien, ya no te pediré que te marches, he aprendido mi lección.

—¿Cuál lección? —Nuevamente cuestione.

—Acepta la ayuda de quien llegue, bueno en esto solo se excluye a una persona, y es por obvias razones —Agacho la cabeza sin perder el contacto conmigo.

Hablaba de su padre, eso era evidente —¿Sabes algo de él? —Mis cuestionamientos iban subiendo de nivel.

—No, pero realmente quisiera... —Se despegó de mí, tal vez la pregunta le incomodo —Deberías aparecerte un día que lo esté buscando, con suerte y lo encuentro —Bromeó, pero no reímos.

—¿Para qué lo quieres ver tú?, con que las autoridades lo detengan será más que suficiente —Intente sacarle una pequeña verdad, esa era, ¿Lo quieres matar con tus propias manos?

—El poder judicial de esta nación esta corrompido, y como futuros abogados, tu y yo lo sabemos bien —Sentencio.

—¿Y para que lo quieres tener cerca?, creo que eso sería contraproducente, no lograrías nada con ello, ¿O sí? —Le cuestione.

—Tengo un par de cosas que decirle, y algo que le pertenece —Hablo con un tono de misterio, ¿Se referiría a aquella mítica arma que guarda para él?, ¿Será verdad esa historia?

—¿Qué? —La mire a los ojos.

Ella esquivo mi mirada —Ibas bien, no hagas que te quiera correr de aquí por favor —Me pidió.

Me quede en silencio unos segundos, ella tomo una posición natural en el siento—Disculpa —Alcance a decir después de que la tensión inicial pasara un poco.

—Sí, descuida —Expreso ella.

El resto del día lo pase a su lado, me fui por la noche, ella también, su madre se quedaría allí para que ella descansara, la quise llevar a su casa, e intentar colarme en ella, pero no pude, ya que el esposo de su madre le dijo que la llevaría.

Al día siguiente, me desperté muy temprano, había un sinfín de llamadas en mi teléfono celular, me alerte ante esto, y devolví la misma, era mi padre.

Ángel Cruel 3 (Freddy Leyva y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora