CAPITULO 31

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—Despierta, levántate —Me dijo, empezó a mover mi cuerpo con sus pequeñas y delicadas manos, estaba nerviosa, y recién se había bañado, tenía el cabello húmedo, y lo moví sobre mí para que cayeran algunas gotas de agua sobre mi cara.

Abrí bien los ojos, le sonreí —Hola, Fran.

—Freddy, cámbiate, hoy es tú día —Me dijo contenta.

Ella se refería a este gran día, el día de mi graduación, donde dejaría de ser un estudiante para ser un titulado, un licenciado. En la universidad nos separaban las graduaciones por carreras, como comúnmente se hace, y en este año los últimos seriamos los de la carrera de derecho, y así sería, los últimos en presumir que ya éramos egresados seríamos los chicos de la carrera de derecho.

Me levante, besé a Fran cortamente, tome algunas cosas, pues note que se me hacía tarde, y me metí a la ducha para comenzar a asearme.

Las cosas suceden tan rápido, parecía que apenas hace unos días estaba en la dirección escolar, reportándome por algún daño que hubiese realizado, pareciera que apenas ayer estaba fumando en horario de clase y el profesor me regañaba al tiempo que me corría de su aula, pareciera que apenas ayer conocí a... A esa persona que me transformo, que me volvió esto que ahora soy, que hizo su magia y me llevo al cielo, que de la misma manera me soltó, pero que ambos sabemos que el viaje lo valió.

Recuerdo perfectamente aquel día, aquel salón, el aula 47, la elegida para el momento mágico, aunque debo aceptar que en un principio no pensé que sería tan especial para mí, y que además... La manipule por algún tiempo intentando que cediera, que cediera ante mí.

Ella fue fuerte, y debo admitir que un gran amor surgió de la nada, que puedo decir que ha sido lo más valioso que ha pasado por mi vida, y que extraño ver aquellos dulces ojos a mi lado, aunque sé que eso es más malo que bueno. No debo pensar más en ella, siendo que después de hoy, no la volveré a ver nunca más en la vida, jamás estaré cerca de ella, nunca jamás estará a mi lado, nunca la miraré siquiera de lejos...

Salí de ducharme, me puse la ropa interior, una ropa debajo de la misma, ligera y pequeña, para después ponerme la toga de graduación que nos correspondía, una negra con rojo, muy común en este tipo de eventos.

Salí, era hora, era el día... Había llegado la gran graduación.

Baje hasta mi pequeña sala, Bryan estaba en un charla con mi madre, también a su lado estaba su flamante novia, Charlotte, una estudiante canadiense que encontró por un intercambió, Bryan se recibió de médico hace unos días, y en poco tiempo entrara a trabajar en el hospital que maneja su padre, que dicho sea de paso, es el más prestigioso de toda la república.

—¡Mi hermano! —Le dije apenas lo miré.

—¡Hola!, luces bien vestido así—Dijo con una sonrisa.

—¡Gracias! —Respondí amable —Me alegra que te hayas dado tiempo de venir hasta aquí.

—¿Cómo no venir hermano?, somos los que quedamos, no podemos fallarnos, no podemos dejarnos solos, estaría loco si te dejara en un momento tan importante —Me dijo.

—Así es, aunque te equivocas en cierta manera —Le guiñe el ojo con una ligera sonrisa.

—¿Ah sí?, ¿Por qué? —Preguntó él.

—Aunque sé que no está en presencia, Jos siempre nos acompaña en espíritu, sé que él está orgulloso de ambos, yo sé que él estaría con nosotros en estos momentos, que romperíamos las barreras que teníamos y que seríamos como lo éramos antes, incluso con Alan —Le dije un tanto nostálgico por recordar.

Ángel Cruel 3 (Freddy Leyva y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora