CAPITULO 41

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Él me miro con rabia tal vez, estaba seguramente pensando si yo estaba bien de mis facultades mentales, si en este momento la salud era algo de lo poco que aún estaba bien en mi vida, y tal vez no, tal vez ya también perdí el juicio, pero bueno, ¿Qué se pude esperar de un Sáenz?

—Estás perdiendo el juicio, creo que realmente estás perdiendo el juicio, ¿Ya pensaste en tú hijo?, ¿Ya pensaste en él? —Pregunto escandalizado.

—No me harás desistir de mis ideas, okey, son ideas suicidas, sí... Pero —Baje la voz —Yo jamás viajo sin esperar toparme a mi padre —Hable segura, tal vez con exceso de seguridad, alzando levemente mi blusa, ahí estaba una pistola, de un gran calibre para la pequeñez del arma, escondida, bien escondida, no se notaba, no se marcaba en mi vientre.

—No me digas que tú... —Detuvo sus palabras, no quería especular.

—Bueno, sólo te diré que si él me quiere hacer algo, yo le haré primero. —Saque de mi pequeño bolso mi labial rojo intenso, me pinte los labios, hice un sonido al chocar los labios y despegarlos —Yo siempre estaré un paso delante de él —Le confesé.

—No te creas demasiado lista, a veces desconfía incluso un poco de ti mi pequeña __________, debes saber que pasarás más de un filtro de seguridad, y tú padre no escatima en recursos para mantenerse fuera de cualquier objeto que le haga daño, de saberse lejos del plomo enemigo, tienes que ser demasiado precavida, porque de lo contrario, estarás lejos de cumplir tu cometido, aunque siendo sinceros, creo que no debes seguir, la venganza nunca será positiva —Me dijo totalmente serio.

Entramos a una especie de estacionamiento, casi totalmente oscuro, en la parte baja de un edificio que no pude ver bien la cima de él, pues el automóvil no me lo permitió.

Me quede quieta en el automóvil, viendo atenta por la ventana, esperando no encontrarme con algo extraño, con algo que pudiera herirme incluso antes de entrar a verle.

Baje del auto cuando Ángel me lo indico, se puso enfrente de mí, había unos guardias que note que caminaban hacía nosotros.

—Cuídate, cuídate por favor —Me pidió.

—Sí yo llegase a morir allá dentro, hazlo tú, no por mí, por mi hijo... —Le dije totalmente seria.

Los guardias de seguridad del lugar llegaron y me tomaron por el brazo, haciéndome avanzar hacía una puerta, entramos, era un elevador, pusieron sus huellas e inmediatamente el cubo comenzó a elevarse con una rapidez tremenda, alzándose por lo alto.

Nos detuvimos ya en algún piso, la maquina no marcaba cual, todo parecía tan negro, que a una persona de frágiles emociones seguramente le causaría pánico, el simple hecho de estar en éste lugar.

—Quítese la blusa —Me dijo uno de ellos.

Le sonreí demasiado fingida —Quítatela tú, idiota —Hable sin alzar la voz,

—Quítatela ya, o procederemos —Me amenazaron.

—No te preocupes, yo también procederé si me haces algo, procederé a arrancarte con las uñas los... —Me quede callada, apreté los labios, dando a entender lo que quería decir.

Él tragó saliva tan sonoramente que incluso me hizo escuchar como aquello entraba en su garganta, pasando demasiado rápido, haciendo tanto ruido.

—Me temó que no podrás entrar —Me dijo totalmente serio, eso asustaba un poco.

—Soy la hija de tú jefe, así que tú decides lo que es bueno, y lo que no... Pero recuerda que tú trabajo está en juego —Le sonreí.

Ángel Cruel 3 (Freddy Leyva y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora