CAPITULO 14

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La tensión subía con cada segundo, había pulsaciones distintas en todos lados, todos aquí esperábamos solo unas cuantas palabras, las cuales tendrían repercusión en la vida de varias persona.

Me puse a pensar, como una persona, que pertenece al poder judicial de un país, define el futuro de muchas personas, es decir, ¿En qué momento alguien puede decidir por ti?, ¿Por qué?, ¿En qué momento un ser humano puede ser superior a ti?, ¿En dónde demonios queda la igualdad de la que tanto se habla?, supongo que solo son palabrerías, de esas que tanto hay entre los grandes poderes del estado.

Maldita sea, el juez leía en voz baja, que no era para nada audible unos documentos, se notaba con la vista cansada, o de lo contrario, estaría molesto con el contenido de dichos papeles.

De pronto, sentí una mano en mi espalda, un frio recorrió mi cuerpo, y una brisa fresca recorrió mi cara, algo inexplicable, pues es una sala cerrada, había una presencia a un lado de mí, que me apoyaba, que estaba ahí, conmigo en ese momento. Casi lo podía ver, era él.

—Se declara —Mi corazón se detuvo, el silencio llego completamente a todos, la rigidez de las personas impresionaba, todos a la expectativa de lo que aquí sucediera —Auto de formal —Cruce por última vez los dedos, busque todo aquello que me diera esperanza —Auto de formal libertad, a la señorita Sáenz, por no encontrarle culpable del delito de secuestro —Sentenció el juez.

Escuche algunos festejos de las personas que estaban detrás de mí, me deje caer sobre la silla respirando profundamente aire, y soltándolo de inmediato, le dedique una pequeña sonrisa a mi abogado.

—¡Incompetente! —Escuche una voz femenina rasposa, Marisa decía algunas maldiciones, pues su molestia se evidencio fácilmente —¡Ella es una criminal! —Continuaba con sus quejas. Unos policías se le acercaron, ella estaba histérica —¡Maldita!, ¡Tú sabes que eres una criminal!

Los policías se la llevaron, no permitirían más disturbios dentro de la sala, estábamos en un lugar formal.

Un policía se me acercó y abrió el grillete que llevaba, se aseguró de quitarme las esposas de pies y manos, una sonrisa de satisfacción note en mi abogado.

Gire cortamente a ver al señor Leyva, pero, me tenía sorprendida su notoria expresión, una mueca, una sonrisa chueca que apenas se apreciaba, algo no iba bien, algo trama.

—Ahora, pasemos a lo siguiente —Me sacó de mis pensamientos el juez apenas comenzó a hablar. Todos guardaron silencio, callaron sus festejos y vieron al juez con atención —La patria potestad de la menor.

Me congele, el verdadero juicio, el importante para mí, seguía ahí, en el humo, escondido bajo la neblina, pero estaba. Deje de apreciar mi "libertad" y comencé a preocuparme por lo verdaderamente importante, lo que realmente significaba algo para mí, aquello que tenía entera validez en mi ser, y de lo cual prefería sobre todas las cosas.

—Espere, ¿Son juicios distintos? —Pregunto mi abogado desconcertado.

El juez lo miro irritado, no oculto su enojo—La primera, era la acusación de secuestro, de la cual, al no encontrarse pruebas, deje en libertad a la acusada, misma que es su protegida, y ahora iremos al juicio de la guardia custodia de la menor —Expresó.

—Entonces, creemos que debemos llevar el caso a un tribunal de la familia, eso haremos —Señalo mi abogado, a sabiendas de que algo malo podía suceder aquí.

El juez lo miró aún más molesto —Tengo facultad para ejercer, y de la resolución que en este juzgado se dé, mandaré copia al familiar, pierda cuidado en ello. —Entre tonos bajos y repentinamente cambios en la velocidad de las palabras, concluyó su frase.

Ángel Cruel 3 (Freddy Leyva y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora