Capítulo cinco.

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- Solo tengo que llevar la cámara. – le respondo, colocando el álbum de fotos debajo de mi cama.

No volveré a tocarlo, no volveré a verlo, voy a olvidarme de que existe esa foto y haré como si nunca la hubiese visto.

- ¿Lista? – pregunta Aaron cuando estoy junto a él.
- Más que lista. – respondo y me pongo de puntillas para poder abrazarlo. - ¿Sabes que te quiero?
- Vaya, ¿por qué fue eso? – me pregunta, sorprendido por mi muestra de afecto.
- Sentí la necesidad de decírtelo. – me encojo de hombros.
- Bueno, yo también te quiero, Summer, lo sabes bien. – junta nuestras frentes y noto como se forman hoyuelos en sus mejillas cuando sonríe.
- ¿Grabamos ese video?
- Por supuesto.

La siguiente semana pasa sin que me dé cuenta, pero cuando llega el viernes, me llega una nota de mi arrendatario. Me he atrasado con el último pago por porque el dinero que mis padres me han estado enviando a duras penas ha cubierto mis gastos. La vida en Inglaterra es mucho más cara de lo que imaginé. Tengo que buscar un trabajo de medio tiempo en el que me den una buena paga o no sé qué haré.

Al menos me reconforta el apoyo que recibo de mí, todavía pequeño, grupo de seguidores. Me envían mensajes, fotos e, incluso, envían regalos a mi, recientemente abierto, P.O. Box. Me encanta saber que están allí para mí, el problema es que no estoy muy segura de que me guste que divulguen por todo internet ciertas cosas de mi vida. Bueno, vale, no estoy muy contenta de que divulguen mi antigua conexión con Matthew. No me pregunten cómo llegaron a enterarse  porque no tengo ni idea, pero lo saben y ahora lo comentan.

Aun con los altibajos, no me puedo quejar de mi nueva vida. Tal vez cambiaría el hecho de que no tengo tiempo ni para respirar... o tal vez el hecho de que ahora podría estar en una universidad en Nueva York con Matthew...

Vamos, Summer, eres mejor que esas tontas ideas de tu cabeza. Matthew no fue bueno contigo, tienes que superarlo de una buena vez.

- Summer, cariño, tu mente está en otro lado menos en las telas que tenemos que comprar. – me dice Leela, una de las pocas amigas que he hecho en Londres.

Ella está en lo correcto y, aunque me duela admitirlo, mi cabeza no deja de volar hacia Matthew.

Detesto esto. Detesto que haya arruinado todo con la simple mención de su nombre.

- Lo siento, Lee. – me disculpo con ella, tomando una de las muestras frente a nosotras. – Esta es bonita.
- Eso es lo que intento decirte desde hace un buen rato, pero tu cabeza está en la Luna. – agacho la mirada, reconociendo que ha sido mi error y ella se apresura a apretar mi brazo. - ¿Qué pasa? ¿Qué ocurrió la semana pasada? Desde entonces estás muy extraña. – niego con la cabeza, intentando que entienda que no quiero hablar del tema, pero ella sigue insistiendo: - ¿Es por Aaron? ¿Qué hizo?
- No, él es fenomenal, no me ha fallado ni una sola vez. – contesto rápidamente porque no quiero arrastrar a Aaron a mis problemas.
- ¿Entonces? – suspiro y desvio la mirada hacia el fondo de la tienda, donde me parece ver la cabellera rubia oscura de Matthew.

Demonios, hombre, déjame en paz.

- Solo digamos que no recibí buenas noticias.
- ¿Tu familia? – niego una vez más. – Cielos, Summer, no voy a seguir intentado sacarte la información por cucharadas. Dime qué te pasa, quiero ayudar. – dice, esta vez irritada por mi comportamiento.

No quiero perder a Lee, eso sería terrible porque no tengo a muchas personas en este país. Ella y Aaron son con los que más tiempo paso y no quiero que eso se acabe.

- Bien, bien, te lo diré.
- Venga, suéltalo. – me anima.
- ¿Recuerdas que una vez te conté de un chico que rompió mi corazón? – ella asiente, manteniendo la mirada sobre mí. - ¿Recuerdas que te dije que él y yo dejamos de hablar desde que me mude aquí?
- Sí, sí, el idiota que te dejo por ser famoso. – me interrumpe. La paciencia no es su virtud. – Nunca me dijiste su nombre.
- Su nombre es Matthew E. – suelto de pronto y presiono los labios mientras espero su reacción.
- ¿E? ¿Espinosa? ¿Matthew Espinosa? – pregunta, como si le costara pronunciar cada palabra. - ¡Tiene que ser una maldita broma! – mis manos vuelan a su boca y se la cubro para que deje de llamar la atención.
- Lee, baja la voz, no necesito que medio Londres se entere.
- Es que esto es grande. – dice, todavía sorprendida por mi confesión. – Estamos hablando del chico revelación de la actuación, del guapísimo Alexander de "Afortunada coincidencia", del amor platónico de muchas chicas en todo el mundo.
- Vaya, me haces sentir tan bien, Lee. – ruedo los ojos cuando dejo de hablar.
- Bueno, bueno, está bien. Entonces, si él fue el idiota del que me hablaste, ¿qué hizo para que estés así?
- ¿No ves las noticias? – sus ojos se abren de par en par cuando digo eso y niega con la cabeza muchas veces.
- Cariño, lo siento tanto. – siento sus brazos envolverme y dejo que lo haga porque lo necesito. – La chica no es tan bonita, seguro están juntos por la película.
- Lee, seamos sinceras, son perfectos juntos.
- Se supone que lo sean.
- Bueno, eso creo. ¿Podemos ya dejar el tema?
- Summer, ¿siquiera eres consciente de lo mal que te ha puesto? – asiento suavemente.
- Por eso prefiero no hablarlo y seguir adelante. En algun momento voy a olvidarlo y todo estará perfecto.
- Todavia le quieres, ¿no es así?
- Lee, por favor, olvídalo. – le pido, sintiendo mi corazón contraerse en mi pecho.
- Guapo o no, es un idiota por dejarte ir, Summer. – dice ella, tratando de animarme un poco. -  Hay chicos mucho mejores, cariño. Aaron es un buen ejemplo.

El problema es que mi ciego corazón sigue latiendo el doble de veces en cuanto Matthew Espinosa es mencionado.

Gracias, corazón mío, por hacer de mi vida más difícil.

¿Por qué no puedo amar a alguien más?

Hace mucho que no actualizo... Bueno, vale, tal vez no ha sido tanto tiempo, pero se siente como una eternidad!
Gracias por  sus comentarios, las adoro! No saben lo feliz que me hacen al comentar y pedirme que siga la historia! Son unas hermosas!
Mil besos para ustedes!

Cuando te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora