Capítulo treinta.

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La temperatura en Los Ángeles se hace más baja mientras nos acercamos a diciembre. Si bien en Londres el invierno era aún más frío, me estaba acostumbrando al perfecto clima de Los Ángeles y esta baja de centígrados en el termómetro me está chocando. Por ello, debo vestirme con algo lo suficientemente grueso para no pescar un resfriado durante mi cita con Aaron.

Él me recoge de mi habitación compartida con Sarah y me lleva a través del campus para llegar al taxi que pidió para nosotros. En cuanto subimos, sujeta mi mano y se la lleva a los labios para besarla. Me vuelvo hacia él con una sonrisa y, cuando su mirada se conecta con la mía, le dedico una sonrisa.

- ¿Me dirás a dónde vamos?
- No sería una sorpresa si te lo digo. - responde al tocar mi frente con la suya. - Pero será fantástico.
- Bien, confío en ti.

Me recuesto en su hombro durante todo el trayecto y Aaron me rodea con su brazo. Veo autos, casas y establecimientos pasar por mi ventana, convenciéndome de que no estamos en camino a un lugar cercano.

Cuando veo que hemos salido de la ciudad, me vuelvo hacia él en busca de una respuesta. Pero Aaron solo me dedica una sonrisa y acaricia mi mejilla con suavidad.

Luego de unos minutos, regreso a sus brazos y continuo esperando. Sea a donde sea que estemos yendo, mientras Aaron este a mi lado, estoy segura que estaré bien.

- Bienvenida a Mount Baldy. - exclama mi mejor amigo en cuanto bajamos del auto. - Sé cuánto te gustaba la nieve en Londres, por eso, quise traerte a un lugar donde pudieses disfrutarla de nuevo. He reservado dos habitaciones y tenemos todo el fin de semana para disfrutar el lugar.
- Aaron, esto es grandioso. - digo, acercándome a él para abrazarlo por la cintura. - Es la mejor cita del mundo.
- ¿Enserio? Por un segundo pensé que podría ser demasiado.
- Bueno, admito que esto es grande, pero en nuestro caso es diferente.
- ¿Si? - pregunta, arqueando una ceja. - ¿Por qué?
- Bueno, tú y yo nos conocemos desde hace años. - comienzo a explicar, pero en cuanto digo la primera oración, me pongo nerviosa. - No es la primera vez que salimos solos y hemos viajado juntos a otro continente. Otras parejas toman el camino fácil, mientras que nosotros hemos tomado un camino largo inconscientemente.

Aaron se me queda viendo fijamente por un minuto entero y, luego, me toma por los brazos con suavidad. Veo en su mirada una chispa de esperanza tratando de resaltar entre la duda. Por mi mente cruzan mil ideas de lo que Aaron podría estar pensando, pero nada concreto.

- Y ahora que hemos llegado a este punto, ¿qué va a pasar? - pregunta repentinamente y me deja sin palabras.

¿Qué va a pasar?

- Es nuestra primera cita, ¿habrán más? - continúa él, todavía con sus manos en mis brazos. - ¿Ves algún futuro para nosotros?

Desde el día del reto del beso hasta hoy, ha pasado una semana. En esos siete días, he tenido tiempo suficiente para pensar y pensar en mis sentimientos por Aaron. Cada vez se vuelve más fuerte la sensación de aleteo en mi pecho cuando está cerca y mis ganas de abrazarlo a cada segundo. Cuando no lo veo, siento la necesidad de escuchar su voz, y cuando lo veo, no dejo de sonreír.

Definitivamente, no dudo de lo que siento, solo me pone nerviosa la situación. Los chicos nunca han sido mi fuerte.

- Aaron, antes de responder tu pregunta, necesito saber una cosa.
- Claro, lo que sea. - dice muy tranquilo. Envidio su tranquilidad.
- Lo que dijiste en casa de los Collins...
- Te amo, Summer. - interrumpe con tono seguro y corta mi respiración al instante. - Te lo puedo decir mil veces si es necesario. Te amo y estoy completamente enamorado de ti.

Cuando te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora