Capítulo 10

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El pelotón del Sargento Grey, daba vueltas por todo el circuito que había montado, estaba orgulloso de ellos, le había tocado a las tres chicas, pero aún así supo llevar las riendas, de todos sus soldados solo uno ha abandonado y aunque pareció que fuese voluntariamente, el ojo morado y la costilla rota que tenía no demostraba lo mismo.

Quedaban unos días para las vaciones de Navidad y tanto el Sargento como la soldado, contaban las horas para salir de este mundo y entrar en su propia burbuja.

Christian ya había comprado dos billetes de tren, que harían el mismo recorrido que el primero que hizo, solo que está vez iba para casa y con su novia. Estaba deseando presentarle a sus padres y a Elliot. Su primera novia, Leila, se obsesionó con él y como Christian era muy enamoradizo no lo supo ver hasta que ella mismo explotó...

- Muy bien chicos, nos veremos mañana. - Dijo firme, serio y seguro.

Christian se dió media vuelta y se fue sin mirar a atrás, sin mirar a Ana.

- ¡Quiero comer pavo! - Lloriqueó Olivia. - Odio la comida de aquí.

Las tres amigas entraban desordenadamente por la puerta, era tan el afán de tirarse a la cama que las tres cayeron en picado al suelo. Y al mismo tiempo se rieron.

- La próxima vez ponen orden de llegada, chicas. - Dijo Mike, con un gran paso, las paso y se puso delante de ellas.

Ayudando primero a su novia. Olivia y Anastasia se miraron y sin esperar a que Mike las levantará, sólitas se pusieron de pie. Mike había agarrado de la cintura a Hannah mientras se miraban a los ojos y se decían babosidades.

- De verdad, iros a un hotel, porque como vuelva a pillaros fornicando en mi cabaña... A tí te corto ya sabes que... - Olivia señaló a Mike y lo que seguramente era lo más preciado para cualquier hombre. - Y tu... - Señaló a Hannah. - Ahora no se me ocurre nada, pero ten cuidado.

La parejita se tomó a broma la amenazada de Olivia, pero aunque así fuera, sabía que si los volvía a pillar cogería una escoba y a escobazos los echaría de su cabaña.

Al otro lado del Campamento Pendlenton se encontraba el Sargento Grey hablando por teléfono con su hermano.

- Así que... - Elliot no pudo acabar la frase, su voz sonó rota.

- Sólo quiero decirte una cosa Elliot, cuidala, ahora. Deja de llamarme y vete al hospital donde ahora tienes que estar.

- Todo es por mi culpa, si hubiera ido yo a tirar la basura... El que estaría en el hospital sería yo, no ella. Su família me odia. Sobre todo su padre, no me puede ver ni en pintura.

- Vete Elliot, habla con ellos. Y la próxima vez, no seas tan gilipollas. Dale saludos a Kate de mi parte y espero que se recuperé pronto.

Los hermanos se despidieron. A Kate le atropelló un coche mientras regresaba a su casa de tirar la basura. Acaban de discutir, por una simple tontería.

Christian se pasó una mano por la frente, estaba triste por su hermano. Sabía que amaba mucho a su novia Kate y que ahora mismo lo estaría pasando verdaderamente mal.

Su mentó voló hasta visualizar a su diosa de ojos azules. Y desechó el horrible pensamiento de Ana en el hospital mal herida. Aunque si había de decir la verdad, ella se estaba preparando para ir ayudar a la gente en países donde habían conflictos y poca gente volvía con todo en sus sitio y sin un rasguño.

Él mismo había vivido esa experiencia.

- ¿Señor Grey, se puede pasar? - Estaba tan metido en sus pensamientos que no escuchó que alguien había tocado la puerta.

La amo, SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora