Capítulo 14

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Faltaba un día para la gran fiesta que daba la familia Grey y las hermanas Steele se encontraban en el hospital. Y en todo ese tiempo que pasó Ana y Christian no se vieron personalmente, y solo se pudieron llamar una vez...

- Porfin, me quitan está mierda... - Kate, estaba contentísima de que le quitasen la escayola.

- Y has tenido suerte, ahora si que podrás ir a la fiesta de tu novio en condiciones... - Rió Ana ante su cometario.

- Y tu me acompañaras junto a mamá y papá, claro. - Decía Su hermana muy emocionada. - Quiero que conozcas al hermano de Elliot, he visto fotos y esta buenísimo, aunque no se puede comparar con mi novio.

- Oye, ya hemos hablado del tema... No quiero citas con el hermano de tu novio, ni con nadie. Ahora mismo no quiero estar con nadie... - Sólo con mi Christian, pero se ahorro decir esas palabras.

- Dios Anastasia, que tienes 25 años, estas en la Marina... Y cuando salgas y hagas todo lo que tengas que hacer, ya no serás la misma chica guapa y bella que eres ahora. 

Ana iba a replicarle, pero la llamada del doctor hizo que se tragara sus palabras. Pero después las escupiria. Ella tenía su hombre, Christian, pero si no lo tuviera... No pasaría nada, ninguna mujer ha de estar atada a un hombre, por el simple hecho de que si no pescas uno ahora que eres guapa, no lo pescaras nunca.  ¡Bobadas!

- Dios que alivio, ahora me puedo rascar bien la pierna... - Decía Kate, mientras se recaba la pierna como una posesa. 

Ella estaba en el asiento del copiloto, mientras Anastasia recorría Seattle, para llegar a su casa.

- Que te parece si vamos ahora a comprar los vestidos, así lo hacemos todo ahora y no vamos a esta tarde... - Kate, estaba ansiosa por escogerle un bonito vestido a su hermana para que dejase a todos los invitados sin palabras.

- Sólo lo hago porque quiero pasarme toda la tarde durmiendo.  - Ana accedió por es simple hecho de que aún necesitaba descansar de sus agotadores tres meses en el Campamento Pendleton.

Entraron en una bonita tienda, donde una chica con el pelo naranja las recibió amablemente. Les enseñó mil y un vestidos de fiesta, y uno más bonito que el anterior, Kate, literalmente estaba loca en esa tienda, se probó más 20 vestidos y ninguno le gustó, hasta que la dependienta le llevó un vestido de color negro y que la tela era de seda.

- Este es perfecto. - Ana sonrió cuando salió del probador, era la pieza de ropa más bonita que se había puesto su hermana, y le hacía un cuerpo espectacular. Era perfecto, no era vulgar y tampoco demasiado formal.

- Y para la Señorita, - Dijo la dependienta refiriéndose a Anastasia - Tengo este.

Saco un vestido blanco, precioso, de seda igual que el de su hermana, era puro. El vestido era largo y con una textura suave... Quería rechazarlo porque no quería ir a la fiesta, pero era muy bonito como para dejar que otra mujer que no fuese ella lo utilizara.

Agradeció a la simpática dependienta y se giro a probarse lo. Kate se quedó alucinada porque Ana fue directo a los probadores sin rechistar, sin que nadie le presionase para que se lo pruebe.

Llegaron a casa agotadas y con hambre, dejaron las bolsas en el sofá de casa, desde el salón ya se podía apreciar el olor de la deliciosa receta de salmón ahumado que hacía su madre.


- Tiene que estar todo listo... - Decía una y otra vez Grace.

- Mamá tranquilizate, todo esta perfecto. - Le dijo Mia intentando que a su madre no le de un ataque de nervios. 

La amo, SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora