Capítulo 23

3.2K 346 18
                                    


La boda entre Kate y Elliot, ya había pasado. Se habían quedado un par de días después de su gran día y volvieron a Seattle. Tanto Grace como Carla, se enfadaron un poco con sus hijos por haber hecho esa locura. Pero los perdonaron, ya que son sus madres y los quieren más que a nadie.

Por otro lado Christian y Anastasia, habían cogido un vuelo hacia España. Pasaron ahí 2 fantásticas semanas, en Barcelona, Valencia y Girona. Ya les quedaba pocas ciudades que visitar antes de instalarse en Liverpool, donde habían decidido vivir, trabajar y formar una familia...

- ¿Lo has guardado todo, pequeña? - Dijo Christian mientras le abrazaba por detrás.

- Mmm... Creo que sí, espero no dejarme nada, como en Roma. Hecho de menos mis zapatos. - Ana durante todos los viajes que habían hecho, se había dejado o perdido un miliar de cosas por ahí... Que luego tenían que volver a comprar. - ¿A dónde vamos a ir ahora?

- Mmm... Cogeremos un tren que nos llevará hasta París, pero antes de llegar iremos parando por algunos pueblos franceses. Después de nuestra visita a Francia, iremos a Praga . Todo esto, señorita Steele en dos semanas y media.

Tal y como había dicho Christian, hicieron ese gran recorrido. Ya habían estado en muchísimos países. Y Praga sería el último destino, aunque eso de viajar por toda Europa, querían descansar de sus vacaciones.

Al llegar a París, Ana se emocionó, siempre quiso estar en esa gran ciudad. Se instalaron en el hotel, y como habían llegado por la tarde se prepararon para cenar en un buen restaurante en el centro de la ciudad.

- Brindemos, querida Anastasia. - Christian alzo la copa y su novia la imitó. - Pour notre avenir, ma petite Ana, parce que je t'aime, ma vie.

- No tengo ni pajolera idea de lo que me acabas de decir, pero yo te digo lo mismo, Christian. - Dijo lo último, en acento francés.

Estaban comiendo en el restaurante c'est la vie, uno de los mejores en la ciudad.

Cuando ya iban por el postre, un conocido de ellos dos se apareció de ça nada, aguando la velada ambos.

- Mirad quien esta aquí. La pequeña soldado y el Sargento Grey. ¿Qué, como os va la vida? - Preguntó Jack Hyde.

Christian no lo podía creer, le habían dicho que el mundo era un pañuelo, ahora sabía que era verdad.

- Hola Jack. Bien, gracias. Adiós. - Se limitó a decir Christian.

- ¿Acaso la Señorita Steele, te ha comido la lengua Grey? Porque a mi me gustaría que lo hiciese. Grrr... - La miro a ella e hizo gesto gatuno.

En ese momento los dos se dieron cuenta de que Jack Hyde estaba borracho. No podía ni estar de pie, se sujetaba de la mesa. Él mismo cogió una silla de la mesa de al lado y se sentó con ellos.

- ¿Oye Jack, llamamos a un taxi para que te venga a recoger? - Preguntó Ana. El hombre realmente se veía mal.

De repente, escondió su cara entre sus manos y unos leves gemidos de llanto comenzaron a sonar.

- Es que ella no me quiere, nunca me quiso, estoy aquí en París por ella, no valgo la pena, he sido un mierda todo este tiempo... - Comenzó a balbucear y a limpiarse las lágrimas.

- Hey amigo, tranquilo. Te llevaremos a tu hotel. ¿Cómo se llama?

Jack le dijo el nombre del hotel. Y los tres se pusieron rumbo hacia el. Jack iba en el medio, el pobre había cogido la borrachera del siglo. El hotel no estaba muy lejos, a dos calles del restaurante, iban caminando. El Señor Hyde, tenía sus momentos, porque tanto podía estat llorando por su gran amor, como maldiciendolo o incluso riéndose de ella, hasta le agradecía por haberle dejado.

- Ella era tan guapa... Bueno es guapa, es francesa. Pero me dejo, nunca le perdonaré... - Volvió a llorar. - Me ocultó que tenía un hijo... Eso no se puede ocultar... Yo le iba a pedir matrícula. - Ahora estaba en modo vengativo. - Pero mejor que no lo hice, se arrepentirá de todo y más...

Poco a poco Jack se iba quedando sin energía, menos mal que no era un borracho de vomitar, si no más bien bipolar.

Lo dejaron en su hotel, también una nota diciéndole lo que había pasado, probablemente mañana no se acordaría.

Cuando Christian y Anastasia llegaron a su hotel, se sintieron confusos por lo que había pasado. Su velada romántica en París no la había imaginado así para nada.

- Creo que necesito un poco de coñac. - Ana saco la botella del mini bar que tenían y se sirvió.

- Yo también quiero, cariño. - Dijo Christian, mientras se quitaba los zapatos.

Mientras los dos bebían, una película en francés se iba reproduciendo en la televisión.

- El final de esta noche ha sido rara. - Ana que ya iba por el cuarto trago se sentía un poco achispada y con ganas de sexo. - Pero me alegro de estar ahora los dos solos aquí...

Ella se fue acercando poco a poco a los labios de su novio.

Los dos con unas copas de más encima, comenzaron a desnudarse. Aunque tenían toda la noche, lo hacían todo muy deprisa.

Christian colocó a Ana arriba y comenzaron a follar, a ella le gustaba tener el control y a él le gustaba ver como le rebotaban las tetas a su novia.

- Mmm, pequeña me encantas. - Dijo entre gemidos Christian.

Ana solo pudo saborear el momento y sonreír, ya estaba apunto de llegar al orgasmo junto a su novio.

Al llegar, los dos no estaba satisfechos, a si que Christian giro a Ana y ahora era él, el que estaba arriba. Se la volvió a meter, pero esta vez despacio, saboreando el momento. Ya no follaban sino que hacian el amor.

- Me encantas Christian.

El resto del viaje, paso muy rápido. Acabaron de conocer París y Praga.

Todo había ido demasiado rápido, tanto que ya se encontraban en su nueva casa de Liverpool. La habían comprado un día después de haber llegado a la ciudad, era bonita, estaba a las afueras y era perfecta para criar a niños. Cosa que Anastasia seguía reticente.

Dos semanas más tarde, tanto Christian como Ana habían encontrado trabajo. Ella como editora y el cómo socio en una empresa. Su apellido Grey se hacía notar un poco, su padre un alto cargo de la marina y su hermano un gran arquitecto, reconocido en Estados Unidos.

Hacia tiempo que Anastasia sospechaba que estaba embarazada, tenía dos retrasos. Sin pensarlo más se fue al médico donde le confirmaron de que estaba embarazada.

- Vaya, hasta que Christian lo logró, vamos a ser padres. - Murmuró mientras salía del hospital y se tocaba la barriga.



La amo, SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora