Christian estaba echo un manojo de nervios. Estaba entre la espada y la pared, si decía la verdad lo más probable era que lo echarían de la Marina y Anastasia igual. Podría mentir, pero Jack no se daría por vencido y hurgaria para descubrír la verdad. Siempre había deseado este trabajo, trabajar donde más le gustaba.
- Estoy esperando, Sargento. - Jack, no parecía estar enfadado, más bien se estaba divertiendo con la situación.
- Señor Hyde, la señorita Steele y yo hemos estado saliendo a escondidas.
La reacción de Jack Hyde fue inesperada para nuestro Sargento.
Él se levantó de la silla y abrazo a Christian.- Muy bien, Grey. Te felicito, es guapa la cabrona, solo se más discreto con tu noviecita porque la próxima vez no seré tan benévolo y no lo dejaré pasar.
Dicho esto solto una pequeña risilla y se fue del despacho, dejándo a Christian hecho un manojo de nervios.
Ana ya estaba instalada otra vez en su cabaña, faltaban sus compañeras, que ha decir verdad las había extrañado mucho.
Fue a dar una pequeña vuelta por el campamento, pensar que sólo había superado tres meses de cuatro años, la deprimia un poco, si que era verdad que había superado con éxito este primer trimestre, pero pensar que aún le quedaba mucho por recorrer era agotador.
A lo lejos ella, pudo ver una silueta que se le acercaba, no la distinguio, pero a medida que está figura se acercaba más a ella no pudo evitar poner los ojos en blanco.
- Soldado Steele, ¿Cómo ha pasado estas fiestas? - Preguntó el odioso Jack Hyde.
- Bien, señor. - Respondió la soldado desinteresadamente.
- Me alegro, señorita. - Este le guiño un ojo y siguió su camino.
Anastasia se quedó un poco desconcertada, pero continuo caminando. Su mente inmediatamente volo hacia su novio...
¡Ella tenía novio! Y no era cualquier persona, recordó la primera vez que lo vio. ¿Es posible enamorarse de alguien en tan poco tiempo? Porque a Ana le paso, fue hablar con él y su mundo dió un vuelco. Lo que estaba viviendo era irreal, había leído un montón de libros y en todos decían que el amor siempre "triumfaba".
Pero también había leído libros, donde el amor acababan en tragedia.
Se preguntó, también, si lo que estaba haciendo en el Campamento Pendleton era lo que quería hacer el resto de su vida... ¿Dar su vida al país? No era lo que había planeado desde el principio. Su vida eran los libros, eran. Esto lo hacía por su padre, que lo quería mucho y ahora lo hacía por Christian.
Estaba un poco confundida, de pronto miro a su alrededor y sonrió al ver la pequeña cabaña, donde cada noche se reunía con su amor. Pasaron momentos lindos y algunos un tanto raros...
Pese a todo lo que había estado rondando en su cabeza y lo que había vivido hasta el momento, era feliz y eso es el que contaba.
Por otra parte Christian estaba un poco alterado. No paraba de dar vueltas por su despacho, como un perro enjaulado. Una llamada hizo que se percatara de que era muy tarde y que había estado perdiendo el tiempo, sin más demora atendió el teléfono.
- Sargento Grey. - Dijo Christian, serio.
- Sargento, buenas tardes. Me alegra escuchar su voz. Soy el almirante Dan Morris. - Christian al saber quién era se puso tenso, ¿Quizás, solo quizás el estúpido de Jack habría chivado? Pensó.
- Buenas tardes Almirante Morris. ¿En que le puedo ayudar?
- Necesito que dentro de dos días te incorpores en la base de New York. El Sargento que dirige ahí a los soldados es una mierda y me han dicho de buena tinta, que tu lo estas haciendo muy bien en Pendleton.
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La amo, Soldado
RandomAño 1976, acaban de aceptar a las mujeres en la marina. Anastasia Steele una joven que acaba de graduarse en la universidad, quiere cumplir el sueño de su padre, que esta a punto de morir. Ella se alistara en la marina, como una de las primeras muje...