Capítulo 11

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Querido y amado Christian...

¿Cómo has estado? Supongo que bien, espero. ¿Hay alguna chica bonita que te haya robado el corazón?
Cada día pienso en ti y en lo tonta que fui al dejarte. Ahora es muy tarde para pedirte disculpas y volver conmigo. Se que nuestra relación fue tórrida pero hubo una época en la que te ame Christian, aunque ahora mismo no te lo creas.

Lo que te voy a decir ahora, para mi es muy vergonzoso. Necesito dinero. Estoy metida en problemas Christian y no te lo pediría si no fuese importante.

Quisiera hablar contigo cuando estés aquí, en Seattle. Para explicártelo todo con calma y que me puedas entender.

Hasta entonces te envío un cordial saludo y un fuerte abrazo.

Elena X

Christian dejó la carta encima de la mesa y sacó la rosa blanca de adentro de la caja. Esa mujer le dejó muy claro sus sentimientos hacia él, tiempo atrás.

¿Dejarle dinero a esa bruja? Jamás, pensó.

El hijo del Almirante Grey, se había enamorado tontamente de la mejor amiga de su madre. Esta ciego por su belleza, por su calidez delante de su familia... Le confesó su amor hacia ella y Elena le engatuso. Le hizo creer que ella también estaba enamorada de él. Christian como un idiota la mantenía. Tenía dinero y le pagaba todos los caprichos que ella quería.

Mantenían su pequeño secreto à escondidas, hasta que ella le dejó, por un hombre más rico y mucho más ingenuo que Christian.

Le había hecho daño, pero el dolor despareció cuando comprendió que era una bruja manipuladora. Así de rápido se enamoró y así de rápido la olvido, le daba vergüenza y asco recordarla, recordar que él estuvo con eso...

Sus pensamientos fueron interrumpidos, vió a Simon y Ana entrar a su despacho y detrás de ellos estaba Jack.

- Aquí te dejo estos alborotadores. - Dijo Jack.

Después de haber escuchado el problema por parte de los dos soldados, el Sargento Grey mando a fuera a Simon, queria saber como estaba Ana después de las horribles palabras que este le había dicho, ya pensaría un castigo ejemplar para ese engendro.

- Hey cariño, ¿como estas? - Preguntó Christian cuando Simon cerró la puerta.

- Bien supongo, pensé que este tipo de cosas pasarían antes, pero bueno... - Ana no iba presionar, en questionarle que era todo eso de la carta, la rosa y el libro. Pero se moría en saber lo que era. - Supe defenderme, que es lo que cuenta.

- Echaré a ese mierda de mi pelotón si hace falta, Ana. No quiero que te incomode.

- No hace falta, tipos como ese hay y habrá siempre.

- ¿Quieres un vaso de agua? - Preguntó el Sargento un poco preocupado por ella.

- No, no. Creo que voy a irme. -Dijo Ana levantándose del asiento y suspirando. - Debes estar liadismo con todo eso. - Hizo un gesto con la mano abarcando toda la mesa del despacho, donde había la carta, la rosa y el libro. - ¿Nos vemos esta noche?

- Sí claro. Te quiero - Dijo Christian ante de que Ana desapareciese de su despacho.

Arrugo la carta y la tiro a la basura. Así como quemó la rosa. Y el libro que ni se molestó en saber de que era, lo tiro al lago del Campamento Pendlenton.

Christian estaba esperando a Ana, donde siempre, en su lugar secreto. Llevaba diez minutos sentando mirando hacia ningún sitio.

- Dejarle dinero a esa bruja, ni de coña. - Susurro.

La amo, SoldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora