Capítulo 37: Riesgos.

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Goten se desplomó completamente aterrizando de espaldas contra el suelo. Oliver y Mirai corrieron hacia él sin dudarlo, lo levantaron de los brazos y lo arrastraron a un lugar seguro. Mirai observó atentamente al joven que parecía estar muerto, empezó a empujarlo y moverlo para que reaccione pero no recibía ninguna respuesta vital.

–Oliver, dale una semilla– ordenó la mujer, seguido de esto el terrícola sacó la pequeña bolsa de tela, extrajo una de las milagrosas semillas y lo introdujo en la boca del híbrido ayudándolo a tragar con los dedos. Poco a poco Goten abrió los ojos sorprendido, más que los demás, de estar vivo y con las heridas completamente curadas.

Redice observó todo con detalle y no le pareció muy agradable la acción de sus rivales. Levantó la mano derecha apuntándolos y con el dedo índice realizó un gesto para que luego la pequeña bolsa estallara en cenizas repentinamente.

–Esos trucos van fuera del reglamento– aclaró con aura de superior, los demás iban a quejarse por ello pero, de nuevo, Mirai se interpuso.

–Es mejor que nos enfrentemos a él aún– susurró entre dientes sin perder la mirada hacia Redice –Podemos tomarlo desprevenido luego pero es mejor que por ahora sigamos con sus juegos.

Koron gruñó no sólo porque lo que decía Mirai era más que cierto, sino porque Redice les había quitado la última esperanza de no salir moribundos de la batalla, sin semillas todo estaría perdido. Sabía perfectamente las intenciones de aquel tirano y que haría cualquier cosa para salirse con la suya.

–¿Qué debemos hacer ahora?– murmuró el híbrido con un nudo en la garganta.

–Creo que seguirán las peleas– aseguró Nasuiro, una brisa golpeteó sus flecos para dejarse ver sus ojos llenos de pavor –Aquel sujeto, Gorak, es la peor pesadilla de todo guerrero.

Koron volteó a ver a aquel sujeto, un perfecto monstruo de forma humanoide con escamas cubriéndole todo el cuerpo. Unas grandes espinas y púas nacían en sus hombros, muñequeras y parte de la espalda. Sus ojos eran completamente rojos sangre muy resaltados luego de su larga cabellera negra y grasosa desliándose en grandes mechones.

Como todos los soldados aliados de Redice llevaba una común armadura de batalla espacial color azul oscuro.

–No importa– bufó Oliver antes de colocarse frente a todos con un complemento de valor –Yo seré el siguiente.

A Mirai se le entrecortó la respiración al oír aquello, ver a Oliver tan seguro y tan valiente luego de tantos años le daba una dolorosa añoranza sobre aquellos tiempos de agonía. Oliver siempre fue y será aquel chico valiente que había salvado su vida y la de su querida hermana, aquel pequeño que aunque sentía que ya no tenía ganas de vivir seguía de pie para ayudar a los demás.

–Oliver– lo detuvo casi por instinto sujetándolo del brazo, él se giró y ella sólo tragó saliva para ahorrarse las palabras –No te arriesgues, yo puedo...

–No es necesario– intentó tranquilizarla con una inocente sonrisa pero ambos sabían el riesgo que él estaba corriendo –Recuerda que ahora poseemos las esferas del dragón y todos podemos revivir– susurró antes de guiñarle un ojo. Mirai lo soltó un poco más convencida y asintió levemente observando al suelo.

–Muy bien, Gorak– el villano llamó a su segundo secuaz invitándolo con un gesto con el dedo. El sujeto se acercó seriamente hacia él esperando indicaciones –Creo que es tu turno para pelear ¿aceptas?

–Sí, mi Lord– contestó a la par que presionaba unos botones de su rastreador, en éste se proyectaron varios números y símbolos extraños –El nivel de los humanos no sobrepasan ni la mitad de mi poder, en cambio, los saiyajines pueden alcanzarlo pero no pueden sobrepasar mis límites.

¿Existen los finales felices? -DBZ Fanfiction-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora