Amigos en Aberdeen.

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Hola, este capítulo es un poco diferente. Quería agregarle a la historia, además de la aventura con Nirvana, algo un poco de lo que siento que pasaría si esto fuera real. Gracias por leer.
Todo está obscuro. A penas hay unas cuantas farolas alumbrando la calle y hay una
niebla bastante densa. Todas las casitas están en silencio y el único sonido que se escucha es el del agua corriendo pro abajo de los puentes. Me da un poco de miedo caminar sola por aquí, pero lo necesito. Llego a una casita que tiene un patio en la parte de adelante, y tiene toda la pinta de estar abandonada. Empujo la puertecita de madera con mi pie. La hierba está un poco alta. Y la puerta de la casa tiene un candado roto, así que empujo y entro a la casa. No se ve nada, pero deduzco que el piso es de madera por el rechinido y la humedad que se siente. Saco mi celular y alumbro con la poca luz que da. No hay ningún mueble y escucho los pasos de lo que espero que sea una rata. Esto es aterrador, pero sigo avanzando. Hay telarañas en las paredes, pero el piso no parece sucio. Comienzo a fijarme más, y esta casa no está del todo abandonada. Me da miedo pensarlo, pero alguien entra y sale de este lugar. Subo las escaleras, tratando de no hacer mucho ruido. Cuando llego a la parte de arriba percibo un olor a loción. Espero salir viva de aquí. Hay dos puertas. Respiró profundo y abro una de ellas. Hay una pequeña fogata encendida en el medio. Al principio parece un cuarto vacío, hasta que escucho una voz masculina.
-Está bien que quieras matarte, pero no deberías entrar en casas abandonadas.-
Localizo de dónde viene la voz. Está atrás de la fogata. Es un chico como de unos diez y seis años. Tiene el cabello rubio y peinado para abajo, viste con un suéter café y unos Jeans gastados. Sus ojos son cafés y refleja curiosidad. Es guapo.
-Quizás... Yo... Yo me voy.- Digo nerviosa. Me acabo de meter en un lío.
-¿Por qué?-
-No sé quién eres.-
-Eres nueva aquí. ¿Cierto?-
-Si, eso creo.- Se ríe suavemente.
-¿Dónde? Aquí no hay hoteles. ¿Por qué ibas a venir aquí de vacaciones?-
-Vine con... Con... Unos amigos.-
-Toma asiento. Unos amigos están por llegar.-
-Yo... Es tarde, debería regresar.-
-No te vamos a hacer nada.- Me mira fijamente. Guardo mi celular.
-No, ni si quiera sé tú nombre.-
-Evan. Me llamo Evan.-
-Evan. Yo me voy. Es tarde.-
No dice nada, pero se levanta y se para en frente de mi. Me inquieta un poco. Es más alto que yo, su tes es blanca y es delgado. Tiene un poco de cabello tapándole los ojos, y me mira fijamente. Es muy, muy guapo.
-Quédate un rato. No te haré daño.- Lo dudo un poco, y me pone nerviosa. Abro la boca para contestar, pero en eso dos chicos que se ve que tienen la edad de Evan entran al cuarto. Mis nervios aumentan. Al principio parece que pasen de largo de mi. Pero después me miran curiosos.
-¿Es la chica que usáremos para el sacrificio?-
-Ellos son Axel y Bruno.- Me dice Evan.
-Mucho gusto.- Trato de caminar hacia la puerta, pero me ven esperanzados.
-No me has dicho tú nombre.- Comenta Evan.
-Soy María.-
-Es tarde, ¿Evan te obligó a venir?- Dice Axel
-No. Salí a caminar y encontré este lugar.-
-No deberías estar sola en estas calles a estas horas.-
-No. Ni tampoco estar en una casa abandonada con tres desconocidos.-
-No vamos a hacerte nada.-
-Me dio gusto conocerlos chicos, pero tengo que regresar.-
Por un lado quiero quedarme y conocerlos más a fondo. Saber porque se reúnen en este lugar a estas horas. Pero el miedo me gana. No puedo arriesgarme, y quiero regresar con Kurt, Krist y Dave.
-Supongo que nos veremos.-
No espero a que digan nada más y salgo corriendo. Bajo en completa obscuridad, y con suerte salgo ilesa. Llego a la calle, y suspiro de alivio. Comienzo a regresar a la casa de los muchachos. Pero unos segundos después escucho la voz de Evan.
-¿Piensas irte sola a estas horas?-
-De esa misma forma llegué aquí.-
-Tuviste suerte.- Está a unos metros de mi.
-Pero no pienso esperar a que llamen a la policía y vengan por mí.-
-Yo te acompaño.-
-No es necesario Evan.-
-¿Por qué me tienes tanto miedo? No te haré nada.-
-Yo... Nada.-
-Voy contigo.-
Camina hasta mi y se para a mi lado. Empezamos a caminar, el uno al lado del otro por en medio de la calle vacía. Estamos en silencio por unos minutos.
-¿Cuándo llegaste?-
-Hoy.-
-¿Por qué vendrías a este lugar?-
-Haces muchas preguntas.-
-Quiero conocerte. Cuéntame algo sobre ti.-
-No sé qué decirte.-
-Lo primero que venga a tu mente.-
-Jamás he visto nieve.- Me mira, peor parece no importarle la estupidez que dije.
-Aquí veras mucha.-
-No es temporada. Y estaré una semana, nada más.-
-Si te quedas yo podría llevarte.-
Me detengo en frente de la casa de los muchachos.
-Evan, yo me quedo aquí. Aquí me estoy quedando.- Ve la casa sin expresión alguna.
-Con Krist Novoselic. Así que eres una fan.-
-¿Lo conoces?-
-Claro.- No dice nada más, y se acerca a la puerta a tocar el timbre. Lo veo confundida.
-Solo quiero saludar.- Dice mirando a otro lugar. Unos segundos después, Krist nos abre la puerta. Me ve y suspira.
-Pensé que te pasaría algo.- Me dice calmado.
-No deberías dejarla suelta a estas horas. Es peligroso.- Le dice Evan.
-Evan. Hace mucho no te veía. ¿Dónde estabas?- Le dice Krist.
-He estado quedándome en una casita que está abandonada. María entro allí. Cuídala más.-
-Gracias por traerla, Evan. ¿Quieres quedarte esta noche?-
-Deje a unos amigos allá.-
-Ellos sabrán que hacer. Pasen.- Krist se hace a un lado y los dos entramos.
Me saca un poco de onda toda esta situación con Evan. No entiendo nada, y no me molesta que esté aquí. Pero es muy nuevo todo esto para mí.
Krist cierra la puerta con seguro.
-Ok, quizás somos muy estupidos y no planeamos donde dormirías María...- Los interrumpo.
-Me quedaré en el sillón, no hay problema Krist.-
-Te aseguro que mañana tendrás una cama.-
-No importa, de verdad.-
En los pocos segundos que hablo con Krist, Evan ya está acostado en el sillón. Es un sillón cama. Así que es lo suficientemente grande.
-Es un buen chico, solo necesita mucho cariño.- Me dice Krist susurrando.
-¿Qué pretendes?-
-Necesita alguien que lo quiera mucho.-
-Krist...-
-Deje tus maletas al lado del comedor, si necesitas algo estamos arriba. Kurt tiene la puerta café, yo la graffiteada y Dave tiene un colchón.-
-Gracias Krist.-
-A ti. Buenas noches.- Me sonríe y se va.
Suspiro y me acerco al sillón cama. No hay cobijas, ni alomhada. Y Evan me mira serio.
-Yo iba a dormir allí.-
-Hay suficiente espacio.- Lo dudo unos segundos, pero su expresión seria, me convence. Me acuesto del otro lado, lo más lejos posible. Evan apaga la luz y me quedo unos segundos pensando. Tengo frío, y tiemblo.
-¿tienes frío?- Me pregunta
-Si.- Oigo que se levanta de la cama.
-Ten mi suéter.- Me lo pone como cobija, y le agradezco. Se vuelve a acostar y no decimos nada más por un rato. Me quedo dormida.

Kurt Cobain está vivo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora