Nos bajamos en un aeropuerto caluroso. El cielo está despejado y sopla un viento caliente que me pone de mal humor. El cabello de Dave se mueve como si estuviera en una pasarela, y me causa gracia. Kurt parece encantado con el lugar y el clima, y Krist y Evan vienen atrás platicando de algo que no alcanzo a oír. Fue un viaje largo, así que después de ir por nuestras "maletas", nos vamos a comer tacos. Jamás los había probado, y están deliciosos. Cuando acabamos, salimos a la calle y paramos un taxi. Estoy sudando como cerdo, y me muero de calor. Pero por fin llegamos a un hotel que s Dave que no es muy concurrido, pero está muy céntrico y está muy cerca de la playa. Krist sólo pide una habitación para dos noches. Se me hace un poco extraño venir tan lejos como para sólo estar dos noches, pero prefiero no preguntar. Subimos por un elevador de cristal hasta el piso siete. Caminamos por el pasillo alfombrado, y Krist abre con una tarjeta la habitación del fondo. Hay cuatro camas, y ruedo los ojos al ver su insinuación. Dejo mi mochilita en el escritorio y recorro la habitación. Es bonita. Las camas están cubiertas por edredones azules y almohadas blancas. Hay una pequeña televisión, una ventana con vista lejana al mar y un baño bastante grande. Todos parecen muy relajados.
-¿Por qué vinimos aquí?- Preguntó dirigiéndome a los cuatro.
-Siempre son buenas unas vacaciones en el mar.- Me contesta Kurt.
-¿Vacaciones de dos días?-
-¿Por qué no vas a dar la vuelta al centro con Evan?-
-¿No vas a responderme?- Kurt me mira agraciado.
-Ve al piso de abajo y toca en la puerta 6-D.- Desvía la mirada.
-No. No quiero que me secuestren.-
-Dios santo, si quieres saber porqué vas a tener que ir.- Se ríe. Le ruedo los ojos.
Salgo de la habitación u bajo por las escaleras hasta el piso de abajo. Busco la puerta que Kurt me indicó, y con un poco de nervios, toco con delicadeza la puerta de madera. Pasan unos segundos, y cuando me abren, se me cae el alma a los pies. No puedo creerlo. Caigo de centón contra el piso, y mis ojos no creen lo que ven. Es Corey Taylor, el cantante de Slipknot... Trae un sombrerito negro, una camiseta blanca con un chaleco negro y unos Jeans viejos. Sonríe y me ayuda a levantarme. Me quedo boquiabierta. No puede ser que esto esté pasando. No puede ser, no puede ser, NO PUEDE SER. Primero Nirvana, después Iron Maiden, y ahora Skipknot... Esto es como un cuento de hadas.
-Corey...- Digo susurrando, con la voz entrecortada.
-¿Eres María? ¿No?- Su sonrisa es encantadora.
-Si...-
-Si, Bruce nos platicó de ti.-
-¿Bruce?- Digo balbuceando.
-Pasa.- Se hace a un lado para que entre a su habitación, que es más grande que la nuestra, pero parece que solo se está hospedando el. En una de las camas está la famosísima máscara de Corey Taylor. Sigo en shock. ¿Qué sigue ahora? ¿Ringo Starr? ¿John Lennon vivo? ¿Eric Clapton? No digo que no sería genial, simplemente esto es muy extraño. Me siento en una cama, y él en la de enfrente.
-Bruce nos habló maravillas de ti.- Dice sonriendo.
-Corey, me encantan tus canciones...- Se ríe.
-Luego tendrás tiempo para fangirlear. Mañana en la noche quizás.-
-¿Qué?-
-Mañana vamos a dar un concierto aquí... Deberías abrirlo.- Se me cae el alma.
-¿Qué...? No Corey, soy muy poco para Slipknot.-
-Vamos, abriste el concierto de una de las mejores bandas de Metal de la historia, eres capaz de cualquier cosa.-
-Corey claro que me encantaría, pero no puedo hacerlo.-
-¿Por qué no?-
-Porque tienes un público muy diferente. No les va a gustar lo que yo hago.-
-Cualquiera diría que sí. El plan es que empieces a tocar con una máscara, y después salgo yo te la quito a mitad de la canción, animamos al público. Acabas, se apagan las luces y empezamos con "Duality".- Se ve que le apasiona lo que hace...
-¿De verdad? ¿Por qué me das esta oportunidad?-
-Vives con Kurt Cobain. ¿No te ha dicho ya unas cuantas veces el por qué?-
-¿Conoces a Kurt?-
-El mundo musical observa cada uno de sus movimientos.-
-Si me lo ha dicho. Pero no lo merezco.-
-Ya, basta de pretextos. El concierto es a las diez. Al rato llegaran los demás, y Bruce está en la habitación "B", por si quieres visitarlo.-
-Espera... ¿Cómo es eso de que "el mundo de la música" conoce a Kurt?-
-Frances insistió a su padre durante años que no podía estar escondido atrás de una piedra para siempre. Y decidió que era bueno nada mas darnos la cara a nosotros.-
-¿Y cómo es que los demás no se enteraron?-
-Hay gente que lo ha oído, pero no se la creen. Y como no tienen pruebas, lo dejan en el olvido.-
-¿Y qué? ¿John Lennon también sigue vivo?-
-Uno nunca sabe.- Corey guiña un ojo.
-Muchos acertijos para mí. Corey, gracias por la invitación a tu concierto. Claro que estaré allí a las diez. También me encantan sus canciones, no dejen de hacerlas.- Se ríe.
Yo salgo por la puerta, y Corey se despide de mi. No puedo creer que abrí el concierto de Iron Maiden, y esta noche abriré el de Slipknot. Nunca pensé que las cosas serían de un instante a otro. De alguna manera tengo que agradecerle a Corey, a Bruce, y a Kurt por abrirme a estas oportunidades. Es un sueño hecho realidad.
Me acerco a la puerta de Bruce, pero me arrepiento antes de tocarla, porque quiero que Kurt esté conmigo cuando le agradezca.
Así que regreso a mi piso, y entro sin cuidado a la habitación. En una de las camas está Kurt sentado viendo su celular, y Dave en la otra, haciendo lo mismo. Los dos me miran esperando a que yo diga algo.
-¿Por qué hacen estas cosas por mi?-
-Haces muchas preguntas.- Dice Kurt medio en serio medio en broma.
-Corey es más alto de lo que parece, ¿no?- Dice Dave indiferente.
-Ni si quiera tengo palabras para agradecerles...-
-¿Sabes que puedes hacer por nosotros?-
-¿Qué?-
-Prende la calefacción, está a tu derecha.- Kurt sonríe falsamente. Ruedo los ojos y lo hago, pero los miro seria.
-¿Saben qué me gustaría aún más de todos estos sueños que me están cumpliendo?-
-Que cursi. ¿Pero qué?-
-Un concierto de Nirvana.- Kurt se ríe.
-No lo verás nunca, querida.- Suena frío.
-Kurt ya lo sé...- Me interrumpe.
-Deja de insistir, no voy a hacer nada al respecto. Así que sigue imaginando tus sueños de adolescente rebelde.-
-No tienes que ser grosero Kurt.-
-No estoy siendo grosero, estoy siendo realista.-
-No te estoy pidiendo que mates a alguien...-
-¡Exacto! Me estás pidiendo que me mate a mí mismo. ¿Sabes las cosas que pasarían si el mundo se entera que sigo vivo?- Dave me mira en forma calmada, para decirme que me calme.
-¿Y eso es lo que quieres, Kurt? ¿Seguir viviendo atrás de mentiras y secretos?-
-¿Quieres que te cuente más cosas? ¡Bien! ¡Hay dos discos más de Nirvana que están sin sacarse, odio a Paul McCartney, el suéter que te regale no lo había lavado en cinco años!- Suena enojado, y su voz es dura y me aterra un poco, porque me está hechando miradas matadoras.
-¿Sabes? No puedo hacer nada por ti, ya entendí Kurt. Pero piénsalo, quizás te arrepientas más adelante.- Niego con la cabeza y salgo por la puerta. Llamo al elevador y bajo hasta el lobby. Salgo del hotel y me quedo unos segundos observando la carretera vacía. Me acabo de pelear con Kurt, anoche me pelee con Evan, Krist no está en ninguna parte y Dave parece indiferente. Pero lo entiendo. Pronto va a empezar a anochecer, y aunque tal vez este ha sido uno de los mejores cumpleaños que he tenido, no me gustaría acabar peleada por cosas como estas con Kurt. No quiero pensar en Evan, sus palabras me hirieron demasiado.
Me doy la vuelta y vuelvo a entrar al hotel. La señorita que está atrás de la recepción me ve con lastima, y yo le dedico una sonrisa. Me hace una seña para que me acerque, y me mira emocionada.
-Esos hombres con los que venías, ¿eran Krist Novoselic y Dave Grohl?-
-Si. Esta noche darán una tocada en el bar, así que esté pendiente.- Me ve boquiabierta.
Sigo caminando y entro al pequeño bar del hotel. Está casi vacío, a excepción de una mesa donde se encuentra una familia aparentemente feliz. Un padre sonriente, una madre pendiente de sus hijos pequeños, y sus dos hijos pequeños enfocados en reír y hacerse cosquillas el uno al otro. Siento envidia.
Me acerco al hombre que está atrás de la barra.
-No puedo darte bebidas si eres menor.- Me río.
-No quiero bebidas. Quiero apartar esta noche el pequeño escenario.-
-Está apartado esta noche.- Me mira serio.
-¿Por quién?-
-Viene un pianista, como todos los viernes.-
-¿Quieres ganar dinero? Dame el escenario esta noche.-
-¿Quién va a cantar? ¿Tú y tu voz chillona?- Se ríe.
-Por eso este lugar no tiene clientes, deberías dejar que algo bueno suceda esta noche.-
-¿A quién vas a traer que cambiara la historia de este hotel?- Suena sarcástico.
-Bien. Piensa en Krist Novoselic, Dave Grohl y un cantante de remplazo arriba de tu escenario. Y en el público, tomando de tu sucia cerveza, a dos súper estrellas.- Se ríe.
-¿Alguien tiene fantasías frustradas? Mira niñita, podría cambiar el número de esta noche, pero no lo haré. Sigue imaginando en tu cabecita loca que algún día conocerás a Esos dos hombres.- Me da un golpecito en la cabeza.
-No la toques.- Un brazo toma la mano del hombre de la barra. Es la voz de Evan. Me hago para atrás y veo la escena.
-¡Oh! Llegó tu novio, lastima que no podremos seguir hablando de tus sueños frustrados.- Se burla, y Evan lo empuja contra el mueble donde hay puestas más de cien botellas. Evan me mira culpable y suplicante, y antes de que haga algo más, salgo corriendo de allí. Oigo como dice mi nombre por atrás de mi, pero me sigo. Aprieto el botón del elevador y afortunadamente se abre antes de que el llegue. Me subo rápido y cierro las puertas, pero pone en pie para que no se cierren. Trato de escapar, pero me atrapa contra la pared con sus brazos, y ágilmente pica el botón del piso 20. Las puertas se cierras y comenzamos a subir. Me mira con mucha culpabilidad.
-No pretendía ser tan grosero.- Dice aún teniéndome atrapada contra la pared de espejo del elevador.
-Evan sólo déjame.- No me hace caso.
-No quería decir todas esas cosas.- El elevador a penas va en el piso 3.
-¿Qué? ¿Pensar solo en ti mismo? ¿Cómo si fueras el único que siente?- Cierra un poco los ojos.
-María por favor...- Estoy deseando que alguien pare en algún piso el elevador.
-¿Por favor que?- Piso 5.
-Hay algo que debo decirte. No quiero que haya más secretos. Tenemos que platicar.-
-No me siento bien Evan...-
-Por favor...- Me mira con esos ojos marrones que brillan, y sé que lo dice de todo corazón.
-Está bien...- Suspira de alivio, y por fin me libera de la pared. El resto del camino por elevador al piso veinte concurre en un incómodo silencio. Llegamos al restaurante que está en la azotea del hotel, y nos sentamos en una mesa en la orilla, donde hay una vista bastante bonita al mar. Es una mesa para tres, y en vez de sentarse en frente, se sienta a mi lado. Está ya obscureciendo, así que pedimos sólo bebidas frías. Me mira suplicante, y me doy cuenta que trae una camiseta negra de Metallica, unos shorts azules y unos tenis.
-Que es lo que me querías decir.-
-¿Sabes algo? Desde el primer momento en el que te vi a través del fuego, fue como una bomba de emociones. Te veías tan vulnerable, pero al mismo tiempo eras la valentía en una persona. Ninguna chica se metería a una casa abandonada a las doce de la noche en una ciudad como Aberdeen. Dios, te juro que quería abrazarte y protegerte del mundo entero. Había tanta tristeza, rabia y emoción en tu mirada que sólo quería mirar tus ojos hasta el amanecer. Cuando te acompañé de regreso a casa de los chicos, quería darte la mano en la fría carretera y revolver tu cabello. Cuando supe que venías con mi familia, cuando supe que eras la fan a la que habían escogido, fue como un vuelco en mi estómago. Y esa misma noche, cuando te quedaste dormida en el sillón, hablé con Krist, y me contó sobre ti. Y aún que en esa noche los dos éramos nuevos en tu persona, sentía que tú y yo teníamos algo especial. ¿Por qué confiaste en mi? Me seguiste de vuelta a la casa, cuando perfectamente podría haberte llevado a un callejón y haberte matado. Me quede despierto horas y horas acariciando tu cabello, oyendo tu respiración pesada y viendo como tus ojos permanecían inmóviles en el sueño. No quiero nada, no pido nada, más que tenerte a ti. Ser el que te cuide, ser el que tome tu mano en la obscuridad, en la calle. Ser el que te cante canciones para que duermas, ser el que cuide tus sueños, ser el que vayas a abrazar cuando tengas un mal día. Ser tu abrigo, ser tu abridor de latas, ser el que cause tus sonrisas, tus risas y el que te quite el llanto. Y no te merezco, no te merezco nada. Pero te quiero. Te quiero. ¿Y sabes por qué lo sé? Nunca había sentido esto por ninguna otra chica. Eres especial. Y si esto es amor, me gusta, y quiero que tú seas la causa de este sentimiento... Y somos jóvenes, cometeremos errores, pero saldremos juntos de ellos. Pasaremos por buenos y malos momentos, pero juntos. Estaremos juntos.-
Sus palabras me dejan boquiabierta. Y algunas lagrimas corren por mis mejillas. Nunca nadie me había dicho palabras tan lindas y emotivas. Evan también tiene los ojos vidriosos. Me levanto y por un momento veo cómo se altera al pensar que me iré lejos de él, pero hago lo contrario. Me siento en sus piernas, y rodeó su cuello con mis brazos. Hunde su cabeza en mi hombro y yo en su cuello. Evan huele delicioso. Me rodea por la espalda con sus brazos, y acaricia mi cabello. Cierro mis ojos, y pienso las cosas. Esto es sentirse querida. Es tener a alguien que te abrace, que te penetre con sus miradas y que haga lo que sea por estar a tu lado. Sin importar nadie ni nada. Estamos en esa postura unos largos y hermosos minutos. Hasta que separo mi cabeza de su cuello y lo miro a los ojos. Tiene un poco de ojeras, y lo hacen ver muy hermoso.
-Te quiero, Evan.- Me sonríe y pasa un mechón de cabello por atrás de mi oreja.
-Te quiero, María.- Los dos nos miramos por unos segundos, pero después se pone serio y desvía la mirada. Lo cual me desconcierta un poco, y me bajo de sus piernas, regresándome a mi silla.
-Hay algo más que tengo que decirte. No quiero ocultarte más cosas.- Suena nervioso.
-Dime.- Le sonrío para que no se sienta presionado, pero me mira dudoso.
-¿Nada va a cambiar tu opinión sobre mi?-
-Nada.-
Me sonríe forzadamente, y de atrás de su short saca una cartera de cuero gastada. Busca entre las tarjetas, y me entrega una fotografía. Es Kurt, no se ve ni grande, no joven. Quizás tendría unos 35 años. Y en regazo hay un bebé riéndose. Es Evan.
-¿Entonces conoces a Kurt desde hace años? Los dos o se ven muy lindos.- Sonrío a la fotografía, pero el mira serio. Vuelve a buscar en su cartera, y me da una credencial de estudiante. Miro a Evan confundida, pero leo los datos de la credencial.
Evan Cobain
5-Marzo-1998
Estudiante de tercer grado.
Se me cae el alma a los pies. Por eso Kurt y Evan son tan parecidos. Evan es hijo de Kurt... Wow. A estas alturas, de verdad que no me impresionaros descubrir que Jim Morrison siguiera vivo...
-Es mi papá...- Dice sonrojándose.
-Yo... No... No... No sé qué decirte.-
-¿No estás enojada?-
-¿Qué? Claro que no... Sólo estoy un poco impresionada.-
-Mi mamá es Courtney...- Suena avergonzado.
-¿Qué?-
-Si, y mi hermana es Frances... Soy hijo de súper estrellas de rock. Pero s veces no cuento a Courtney como mi madre, no la he visto en diez años...-
-¿Has vivido con Kurt desde siempre?-
-Así es. Fui criado en Australia, Aberdeen y Seattle.-
-No me lo esperaba...-
-Kurt quería que te lo dijera en el momento indicado...-
-Gracias por confiarme algo así...-
Evan me sigue platicando sobre él, sobre Kurt, algunas cosas sobre Courtney, y pasamos un rato maravilloso. También le cuento la verdadera versión de mi familia, y los dos nos entendemos un poco más. Quizás ha sido una de las mejores tardes que he pasado, pero cuando ya es bastante tarde, es hora de ir a ver el concierto de Nirvana esta noche en el bar...
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Kurt Cobain está vivo.
Random¿Qué pasaría si Kurt Cobain siguiera vivo? ¿Qué pasaría si el secreto de que él sigue en este mundo, saliera al aire? ¿Qué pasaría si su música nos volviera a llenar?