2 semanas después.
Había logrado a acostumbrarme tan solo un poco. Aun extrañaba Los Ángeles, pero el lugar podía decir que era lindo y tranquilo. Eran vacaciones de verano y aun faltaba mes y medio para que iniciara la preparatoria.
Mire por la ventana de la casa, esperando a que Louis llegara del largo paseo en bicicleta que había planeado, pero no había señal alguna de él.
-Por qué no vas a buscarlo – sugirió mamá desde la cocina al escucharme bufar y soltar maldiciones hacia mi hermano. - ¿Es tan urgente lo que necesitas? –pregunto.
-No sé dónde demonios dejo mi celular. Lo necesito mamá, Natthan podría llamar en cualquier momento. – Articule con voz apresurada. Era la desesperación que había tomado mi voz hasta ese grado.
-Creí que habían terminado. – Dijo mi madre mientras dejaba el cuchillo y se volteaba a mirarme. – Las relaciones a larga distancia nunca función Lyla, creí que lo sabías.
-Si funcionara. – replique seria, mirándola desafiante. – Yo se que él me ama. Me esperara.
-La carne llama Lyla, y no todos los hombres son pacientes. – Dijo, intentando abrirme los ojos, pero aquel amor me tenía cegada – Además… no es un buen muchacho para ti. Es 2 años mayor y esos muchachos comienzan a querer más que besos y abrazos.
-Tú que sabes. – conteste en tono molesto.
-Yo sé jovencita, se mas que tu. También fui adolescente y viví muchas cosas. Así que no digas que “no sé nada” porque se los trucos de los hombres. – Regaño – Podría lastimarte, entiende Lyla, es mejor dejarlo atrás. El ya es pasado. Vive únicamente tu presente. Y entiende que NO regresaremos ya a Los Ángeles.
Para ese momento las lágrimas se habían acumulado en mis ojos.
-Ya cállate madre, por favor – y fue en aquel momento en que salí de la casa corriendo. No aguante mas, las palabras de mi madre eran dagas en mi corazón. No entendía como podía ser tan cruel conmigo de esa manera, pero tal vez tenía razón. Y sabia a la perfección que la relación que en este momento mantenía con Natthan no funcionaria… desde el momento en que nos mudamos, las cosas cambiaron.
Comencé a caminar en dirección recta, mientras me dignaba únicamente a buscar a Lou con la mirada. Había secado mis lágrimas, y había dado por hecho que todo en mi vida había comenzado mal desde hace unas semanas atrás. No había nada por hacer ya. A unos cuantos metros de mi divise a mi hermano, agarrándose casi a golpes con otro chico de gran peinado y cabello negro. Logre ver en su brazo un tatuaje y supe, que era un “vándalo”. Me acerque corriendo a ellos y como pude me interpuse entre los dos.
-Louis basta – Grite a mi hermano cuando vi que iba a soltar un puñetazo a aquel tipo.
-Lyla, déjame... le daré su merecido a este imbécil. – mascullo Louis con la mandíbula a punto de quebrarse por la fuerza que hacía.
-¿Por qué has de hacerlo? ¿Qué es lo que ha pasado? – pregunte intentando calmarlo y quitándome de en medio de ellos dos. Mire a aquel chico. Alto, si, mucho más alto que yo. Cabello negro, ojos almendrados y unas cejas gruesas pero que hacían juego perfecto con todas las facciones de su rostro. Tenía una barba de unos dos días, y miraba de manera amenazante a mi hermano. Por un momento, su mirada se cruzo con la mía, y su semblante cambio a uno un tanto coqueto. - ¿Qué le has hecho a mi hermano? – pregunte con brazos cruzados, esperando alguna respuesta de este tipo.
-Nada, únicamente tome prestada su bicicleta por… media hora más o menos. – dijo con total tranquilidad. – Solamente por eso se enojo.
-No vuelvas a hacerlo. – dije únicamente. Tome de la mano a Louis e intente encaminarnos ya a casa, pero la voz de aquel irritante chico me detuvo.
-Con una condición – dijo, voltee a verlo y lo encontré con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. – Tengamos una cita – en aquel momento tuve ganas de soltarme ahora un golpe yo, pero me resistí y solamente apreté mi mano fuertemente echa puño.
-Jamás. Prefiero romperte la cara la próxima vez que vuelvas a molestar – gruño Louis como hermano sobreprotector. El solamente soltó una fuerte carcajada y miraba con burla a Louis. No resistí más y me acerque a él, aprovechando su momento de risa para soltarle una fuerte bofetada que lo cayó al instante.
-Estúpido – fue lo único que dije y con la frente en alto camine delante de Louis yendo a casa.
Llegamos a casa, y ambos nos sentamos sobre uno de los sofás. Sin dirigirnos palabra alguna ni cruzar nuestras miradas. Solté un suspiro de cansancio y me recosté sobre el respaldo del sofá.
-Gracias – escuche como murmuro Louis de pronto. Voltee a mirarlo y me dio un pequeña sonrisa tímida, mientras del bolsillo de su pantalón sacaba mi teléfono celular. Le sonreí tan solo un poco y tome mi teléfono celular.
-No hay de qué. – dije con el mismo tono de voz.
-Realmente no creí que fueras a golpearlo. – dijo riendo, pero su risa se apago al instante. – No quiero que te acerques a él, por ningún motivo. Promételo.
-Lo prometo… Boo bear. – reímos al instante, y sentí como me abrazo cálidamente. A pesar de que me lleva 6 años, nos llevamos muy bien.