La lluvia había llegado y con eso, las clases tenían que ser suspendidas uno que otro día. Hoy era uno de esos días. El clima era un poco raro, ya que la temporada de lluvia comenzaba en mayo pero, la naturaleza era impredecible. Me encontraba en casa, mirando como las gotas de agua resbalaban por la ventana de mi habitación. Había un viento de los mil demonios y lo único peor que pudo haber pasado es que se haya ido la luz. Por suerte estábamos a plenas 2 de la tarde, pero aun así… las enormes nubes grisáceas ocultaban al sol y lo único que se veía era agua caer.
Amaba estos días. Una taza de chocolate caliente, unas buenas películas y una gran compañía era lo que mejor me gustaba en estos días. Pero me encontraba sola. Mi madre había salido a trabajar, a pesar de la tormenta que se encontraba en este momento y Louis, bueno el seguía dormido. O eso creía.
Estaba sentada sobre uno de los muebles que tenía en mi recamara, con las piernas juntas y flexionadas, chocando con mi pecho y los pies descalzos. Me encontraba con un pants y una blusa blanca demasiado holgada- que podía decir, me gustaba-.
-¿Qué haces despierta?- dijo la soñolienta voz de Louis desde la puerta de mi habitación.
-Tú qué haces aun dormido. Te has dado cuenta de la hora que es. – Le regañe al momento en que giraba mi rostro hacia él.
-No – me dijo y soltó un bostezo – qué hora es.
-Son las 2:15 de la tarde. ¿No te dio hambre?
-Am… creo que esa fue la razón por la que desperté – dijo con una pequeña sonrisa y se acerco a mí. Me tomo de las manos y me bajo del mueble. – Hazme de comer, anda. – comenzó a hacer berrinche y varios pucheros que me causaron un ataque de risa.
-¡Tienes 20 años! Deberías de saber cocinar. Yo apenas si se hacer huevos con jamón. – le dije.
-Con eso me basta. Vamos camina. – me saco de mi cuarto a empujones y bajamos la escalera de igual modo. Me arrastro hacia la cocina mientras me colocaba frente a la larga barra que se encontraba ahí para luego salir y colocarse frente a mí, con cara de niño pequeño. – Vamos, comienza a cocinar – lloriqueo y me puse a hacer unos simples huevos con jamón. Lo sé, no era mucho pero, por dios, solo tengo 15, no se cocinar mucho. Al terminar de hacerlo serví un poco de jugo de naranja en dos vasos y los puse en la barra. Me senté frente a mi hermano y lo vi observando mi ‘comida’.
-¿Saben bien? – pregunto.
-Pues… nunca me he intoxicado con los que yo he hecho así que… son comibles. – le dije, pero el seguía sin probar siquiera por lo menos un pedazo.
-Pero… ¿Saben bien? – volvió a repetir. Role los ojos y tome un pedazo de huevo y lo metí en su boca.
-Cómelo – no protesto ni nada. Únicamente comenzó a masticar. Cuando lo comió todo me miro y con una sonrisa y con su pulgar en alto me dio a entender que le había gustado.
Terminamos de comer. Pero el día seguía igual que hace unas horas. La lluvia no ha parado desde la noche anterior y lo único que podía hacer la gente ahora era quedarse en casa a ver la tele. Pero no había luz en la nuestra.
-¿Qué hacemos? No quiero estar aquí sin hacer nada. – Dijo al momento en que se dejaba caer en uno de los sofás de la sala- ¡ya se! Vayamos a un Starbucks.
-¿Qué? Estás loco. Está lloviendo por si no te has dado cuenta.
-Mejor, nos serviría una buena taza de café caliente. Vamos enana, no queda tan lejos. – me miro con ojos de cachorro y se levanto del sofá. Me abrazo fuertemente y volvió a tirarse al sofá, pero ahora junto conmigo, sin dejarme escapatoria. – Por favor, no quiero quedarme aquí. Tengamos una tarde de hermanos, como hace mucho tiempo no la hemos tenido. Vamos. – rogo.
-Deja me pongo algo mas cómodo. – le dije resignada, intentando zafarme de sus brazos. Antes de que pudiera hacerlo me dio un beso que trono en mi mejilla y se puso a dar pequeños brincos en el sofá. Solamente negué riendo y subí a mi habitación a cambiarme. Me puse un pantalón de mezclilla con una blusa rosa y una camiseta abajo, y unas sandalias. Sabía que terminaría llegando a casa toda empapada. Como si no conociera a mi hermano. Tome mi paraguas y baje a la sala, encontrándome a Louis ya listo en la puerta con su paraguas en mano también. Pude ver como en su otra mano llevaba su carama contra agua. ¡Lo sabia! Terminaría toda mojada.
-Mas te vale que no intentes nada. – le advertí apuntándolo con mi paraguas. Me sonrió enormemente y abrió la puerta de la casa.
Las calles se encontraban inundadas de agua. Esta corría por las orillas hasta las alcantarillas más cercanas. No había nadie más en la calle. El viento soplaba demasiado fuerte haciendo que volaran las hojas de los arboles.
-Creo que es mala idea ir. – dije cuando de la nada, un estruendoso ruido se escucho del cielo, un trueno, e intente correr lo más rápido a casa.
-Aunque quieras entrar, no podrás. Yo tengo las llaves, y he cerrado con seguro. –Lo fulmine con la mirada. El solo rio y me tomo de la mano para comenzar a caminar hacia el Starbucks que estaba a menos de 3 cuadras de nuestra casa.
Cuando llegamos vimos que el local estaba casi desolado. Había 3 personas únicamente adentro y por una parte, agradecí a eso. Nos atenderían más rápido y podríamos volver a casa pronto.
Pedimos un café y una dona –ambos- y nos sentamos a comer, mientras Louis tomaba fotos al azar. Reímos y charlamos durante un rato hasta que terminamos todo. Louis pago los cafés y las donas, y salimos de aquel local.
-De acuerdo, no quiero que reniegues ni nada por el estilo. – Lo mire extrañada y en un instante ya me había arrebatado mi paraguas. El agua comenzó a caer sobre ambos mojándonos rápidamente. Estaba a punto de lanzarme sobre él y estrangularlo cuando lo vi correr como niño pequeño y dar brincos sobre los charcos de agua. En una de esas, cuando dio un salto, resbalo y cayó y lo único que pude hacer fue soltar una fuerte y sonora carcajada. Me acerque a el aun riendo y me senté a su lado, ya que había caído sentado.
-¿Es divertido caer de trasero sobre el pavimento? – pregunte riendo.
-Duele. – dijo con un puchero. Me abrazo por los hombros y saco la cámara contra agua de su bolsillo. –Sonríe – y así lo hice. La foto se tomo unos segundos después y guardo su cámara. – Te quiero hermana.
-Yo también te quiero Lou.
Era algo… gratificante saber que tenias a un hermano como Louis para cuidarte y aconsejarte. Podía ser infantil y un sinfín de cosas, pero era un buen hermano. En él, tenía un gran hermano y por supuesto, un mejor amigo. A pesar de los problemas que tuvimos y que se que tendremos, siempre hemos estado juntos y eso no ha sabido separarnos. Agradecía demasiado tenerlo a él en mi vida.