Después de varios días, y de que el fin de semana había pasado, por fin la lluvia había cesado un poco. Solamente lloviznaba, y las calles olían a tierra húmeda. Un olor que sin duda para mí era… agradable.
Era inicio de semana y la escuela había estado un poco aburrida, descontando el almuerzo. Había estado con Harry y Cher, y demasiada risa contagiada entre los tres. Hazza había resbalado lanzando su comida al aire y cayendo este al piso, para que luego le cayera la bandeja sobre las piernas y su postre en el cabello. Fue una lástima que no haya podido sacarle foto a ese épico momento. Su expresión fue lo que más nos dio risa a Cher y a mí. Me llevaba bien con ella. Pudimos conversar mejor en lo que Harry había ido a lavarse los restos de postre de su cabello. Era agradable, y podía ver que amaba demasiado a Harry. Era una chica muy simpática.
Y al fin, después de varias horas de estar encerrada en la escuela, volvía a casa un poco más temprano que de costumbre.
-Gracias de nuevo por traerme – le dije a Harry cuando baje del auto.
-Paso por ti mañana- dijo antes de arrancar el auto e irse, mientras me despedía únicamente con la mano. Camine hacia la puerta y la abrí con mucho cuidado. Supuse que la casa estaría sola ya que Harry debería de estar en la Universidad. Pero no. La voz de mi madre se escucha un poco cerca pero al parecer no estaba en la sala.
-¡Es que tu no entiendes! – de pronto grito e hizo que diera un pequeño brinco. – La está buscando. Quiere quitármela. No puedo permitir eso. Es mi hija – La duda me invadió y me puse a escuchar aquella conversación donde únicamente escuchaba las palabras de mi madre.- No puedo, nunca me quiso ayudar en nada. Le prohibí que volviera. Si los quisiera hubiera ido a visitarlos a pesar de que se lo había prohibido. – Se escucho una larga pausa – Es que no tiene justificación. No me importa que sea su padre, no le permitiré que… - Callo a causa del sonido que habían ocasionado mis libros al caer junto con mi mochila. Quería salir corriendo, sabiendo conscientemente que mi madre vendría a ver que había sido tal ruido, pero mis piernas no reaccionaban. – Lyla – su voz se quebró al verme ahí parada e inmóvil como una roca. – Te llamo después – y colgó. – ¿Que tanto escuchaste?
-Lo suficiente para saber que hablabas de…. De mi papá. – Sentí un nudo en la garganta al pronunciar aquella palabra. Nunca lo había hecho, o bueno si, pero en forma de juego o broma con Louis pero… realmente, jamás en mi vida la había dicho. No tenía porque, si nunca había tenido un padre, no había modo de pronunciarla. Tal vez lo tuve, y tal vez lo conocí, pero no me acordaba de él. – Dime que es lo que sucede.
-Lyla… no entenderías – dijo pero la interrumpí.
-Por dios mamá, puedo entender no seré tan mayor como Louis pero tengo la edad suficiente para entenderlo. Así que…dímelo. – le reproche con la voz temblando.
Y comenzó a hablar, resignada.
Mi padre, había sido… algo diferente al prototipo que tenía pensado ella para casarse. Pero al final de cuentas, había sido un buen hombre con ella. Después de dos años de casados decidieron tener a su primer hijo: Louis, y fueron por así decirlo, unos padres realmente felices porque tuvieron lo que más desean. Pero meses después de eso, mi madre había descubierto un oscuro secreto que mi padre tenía. Otra mujer y otro hijo. Un niño de 3 años. ¿Cómo se lo pudo haber ocultado? ¿Por qué nunca le hablo con la verdad? Y peor para ella… ¿Por qué su suegra dejo que se casara sabiendo que él tenía una ‘amante’? pero las historias de mi padre eran otras. La conoció y de pronto… solamente paso. Pero le juro a mi madre que no volvería a tener contacto con ella. Todo había quedado bien entre ellos, y casi 6 años después volvieron a ser padres de una niña. Yo. Lyla. Todo estaba perfecto entre ellos, hasta que un año después… volvió a suceder lo mismo. Se había enterado de que tenía otro hijo. Con la misma mujer. Para el más grande de sus dolores era niña y era nueve meses menor que yo. Aquello la había llevado al borde de la desesperación y sin pensarlo dos veces lo hecho de su casa para que, meses después ambos firmaran el divorcio. Nunca fue a buscarnos más, y tampoco le ayudo económicamente. Así que él no tenía derecho a exigirle nada.
La razón de su disgusto y todo… era que quería verme, y si mi madre no lo dejaba, pediría mi custodia.
-¿Por que únicamente la mía? – fue la única pregunta que salió de mi boca.
-Porque Louis ya es mayor de edad y bueno… tu aun no.
-¿Por eso nos hemos mudado… porque quiere llevarme con él? – le pregunte después de estar varios minutos callada.
-Así es… Lo hice por el bien de ustedes. Sobre todo de ti. – Las lagrimas ya corrían por sus mejillas, y también inundaban las mías. Había sido un golpe duro saber esto pero… era mejor saber las cosas. Toda mi infancia había sido difícil sin la compañía de mi padre pero… años después lo supere, y olvide que aquel hombre me hacía falta en la vida. Mi madre era padre también para mí, y era lo que contaba. Había sacado a sus dos hijos adelante ella sola y eso se apreciaba bastante.
-¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-Porque… bueno, realmente no tenía planeado decírtelo algún día. Pero bueno, las cosas por algo suceden.
-Te quiero mamá. – Solté de pronto y la abrace fuertemente, fundiéndonos ambas en ese cálido abrazo.