Capítulo 20

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—¡¿Qué hiciste qué?!— gritó Josh pegando un salto de su silla detrás del escritorio

—Dije que destruí el cuartel del equipo de élite

—Te escuché perfectamente. ¡Lo que no puedo creer es lo estúpida que eres!— terminó gritándole de nuevo a la menuda chica que tenía expresión de culpa marcada en el rostro. Y no porque se sintiera culpable por haber hecho lo que hizo. Se sentía así por la reacción que había provocado en el más alto.

Perrie, en su retorcida mente, supuso que estarían orgullosos de ella, que al fin la reconocerían como alguien útil y así podría presentarse frente a Zayn como alguien con el respeto de su hermano.

La habitación parecía hacerse pequeña mientras ella se hundía y removía en la silla. Josh caminada de un lado a otro del lugar como un león enjaulado mientras pensaba en cómo remediar la situación. Primero la chica hacker y ahora esto. Se estaba metiendo demasiado con ellos, tomando en cuenta que se estaban ocultando para darle tiempo a Zayn de recuperarse.

—Dime por favor que no fuiste lo suficientemente idiota como para dejar que te vieran

—¡Claro que no!— se irguió en la silla para defender el poco orgullo que le quedaba —Usé un misil de corto alcance. No había nadie en la mansión así que fue imposible que alguien me viera.

—Ni siquiera pudiste matarlos... ¡qué inútil!— exhaló pesadamente, exasperado por la situación —Si Zayn estuviera aquí ya te habría quebrado el cuello.

—¡Él nunca me haría eso!— se paró de un salto, sintiendo que su sangre hervía —¡Él es un buen hombre!

—Deja de decir estupideces...—
respondió el castaño, con un susurro amenazante como el siseo de una serpiente —No tienes idea de lo que estás hablando. Te salvó, es cierto. Pero estaba tan ebrio que cuando despertó al día siguiente ni siquiera recordaba su propio nombre. ¿en verdad crees que lo hizo por buen samaritano?— a cada palabra avanzaba un pasó hacia perrie
—No... lo hizo porque eres tan patética que ni siquiera mereces morir en el más ínfimo e insignificante anonimato.

Josh no se había dado cuenta de lo cerca que estaba del rostro de la rubia hasta que pudo ver que sus ojos lagrimeaban. Se alejó temblando de furia. Ahora tenían que salir de su escondite lo antes posible porque podrían estar localizándolos en este mismo instante. "¡Maldición!" dijo antes de salir dando un portazo, dejando a la rubia dentro. No podía pensar con sus sollozos interrumpiendo su concentración.

Salió en busca de Zayn. Tenían que arreglar esto cuanto antes. El tiempo estaba jugando en su contra. Todos ellos debían estar furiosos. A pesar del cuidado que Perrie pudo haber tenido, Josh sabía perfectamente que el equipo de élite podía fácilmente saber quién lo hizo. De una u otra forma terminarían encontrándola y, por lo tanto, encontrándolos a ellos.

Son solo cuatro. Solo cuatro personas contra las docenas de hombres que las siete cruces tenían a su disposición, pero siendo completamente sincero, sólo eran un ejército de adictos a por lo menos tres sustancias distintas.

—¡Josh!— niall estaba a la mitad del pasillo, sin camisa y unos pants holgados que se ajustaban a sus caderas.

Tenía una toalla en el cuello, y vendas envolviendo sus nudillos, unos guantes negros con el logotipo "MMA" colgaban a ambos lados de sus hombros. Su piel relucía con el reflejo de las luces, estaba lleno de sudor.

Josh se quedó en completo ensimismamiento, mirando aquel cuerpo tan hermosamente esculpido. Niall era un luchado de artes mixtas, lo sabía desde que lo conoció. Pero era muy pocas las veces que lo había visto en su faceta de "boxeador". Lo había visto ciento de veces pelear, pero usualmente el espectáculo era muy corto, sin embargo había podido apreciar sus ataques, eran precisos, encontrando el hueco de defensa de sus oponentes, siendo suficientes uno o dos golpes para terminar con ellos.

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