EPÍLOGO

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N/A: Muchas gracias a todos por seguir esta historia. Os dejo el epílogo... Espero que os guste...

EPÍLOGO

– ¿Blaine Anderson? – Alguien preguntó y Blaine se volvió para ver quién lo llamaba. Se encontró frente a un rubio que le resultaba algo familiar pero no conseguía recordar de qué. – ¿No te acuerdas de mí? ¡Soy Adam Crawford!

– ¡Adam! ¿Cuánto ha pasado desde que nos vimos? Has cambiado mucho. – El ojimiel saludó educadamente al otro con un apretón de manos. Ambos estaban en una de las calles más concurridas de Nueva York y habían parado su camino mientras el resto de transeúntes seguían paseando.

– Desde la boda de Niff... Si no hubieran tenido tanta prisa, podría haber pasado menos desde que todos los Warblers nos reunimos por última vez. – El rubio respondió.

– Los diecinueve años son una edad tan buena para casarse como cualquier otra si has encontrado al amor de tu vida y no podemos negar que esos dos están hechos el uno para el otro. – El más bajo sonrió al pensar en sus amigos.

– ¿Sigues en contacto con ellos? No sé nada de la mayoría de los Warblers.

– Viven en Jersey y tienen dos hijos. Nick trabaja en el laboratorio de un hospital haciendo análisis y Jeff es profesor. Intentamos quedar con ellos una vez al mes. – Anderson informó.

– ¿Y Sebastian y tú? – Crawford quiso saber.

– Nos casamos en dos semanas. Estoy agobiado con los preparativos y todavía falta mucho...

– ¿Te lo propuso él o fuiste tú? – Adam estaba interesado.

– Se lo propuse yo. – Blaine informó orgulloso.

– Me alegro mucho por vosotros. – El rubio era sincero.

– ¿Y tú? – El moreno preguntó.

– Estoy con Kurt, vivimos en París. Después de que os graduarais, pasamos nuestro último curso muy unidos.

– Vaya, eso no me lo esperaba... Siento no quedarme, pero me están esperando para ultimar mis preparativos de la boda y... – La frase quedó inconclusa, pero no era necesario que la acabara.

– Sí, claro. Espero que nos veamos pronto.

– Saludos para Kurt... Adiós.

Después de caminar durante cinco minutos, llegó a la pequeña tienda de ropa donde le esperaban Santana, Brittany y Jane para la última prueba de sus vestidos de damas de honor. Sam habían acompañado a su mujer, que era la que más problemas iba a tener ya que estaba embarazada de cinco meses y no sabían si le valdría el vestido.

– ¡Por fin llegas! Podría haberme muerto esperándote. – Lopez se mostró algo molesta.

– Lo siento, me encontré con alguien y me entretuvo un poco... ¿Qué tal los vestidos? – El moreno preguntó.

– Debo decir, que has hecho magia. Tres damas de honor tan diferentes y has encontrado algo que nos queda perfecto. – Ella se miró en el espejo.

– ¿Algún arreglo de última hora? – Anderson quiso saber.

– Ninguno, todo está bien... Relájate, la boda será perfecta... Nick y Sam serán grandes padrinos y nosotras las mejores damas de honor de la historia. No tienes nada que preocuparte. – Pierce besó la mejilla de su amigo y las chicas volvieron al probador para cambiarse.

– ¿Qué tal la fiesta de despedida de ayer? – Evans le preguntó a su mejor amigo.

– Muy bien, todos estaban tristes pero en Broadway estamos acostumbrados a las despedidas. Ahora sólo tengo que centrarme en la boda y en la luna de miel. – Blaine comentó con una sonrisa.

– Aun así, irás a mi exposición, ¿no? – El rubio preguntó nervioso.

– ¡Claro que iremos, Boca Trucha! – Santana salió del probador ya con su propio vestido. Su mujer estaba ayudando a Jane.

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que una exposición en una galería de Nueva York demuestra que tienes talento? – La pelirroja preguntó desde el otro lado de la cortina que separaba los probadores de la tienda.

– ¡Luego me quejo de que Blaine llegaba tarde! – Santana exclamó cuando vio a Sebastian aparecer. Las otras dos jóvenes salieron de los probadores poco después.

– Lo siento, el juicio se ha demorado más de lo pensado por culpa de uno de los testigos. Pero casi lo prefiero, tengo que acabar con el caso antes de la boda, no quiero tener que retrasar la luna de miel. ¿Qué tal todo? – El castaño besó a su prometido en los labios, dejándose llevar por todos los sentimientos que siempre había entre ellos. Cuando rompieron el beso, estuvo muy atento a la expresión de su futuro marido. Llevaba unos días algo triste porque sus padres ni irían a la boda a pesar de haber sido invitados. Smythe estaba feliz por eso, él no iba a perdonar todo el dolor y las lágrimas que la familia de su amado le había provocado. Aun así, sabía que él sí quería esa ansiada reconciliación, aunque nunca si eso suponía poner en riesgo su relación. Esa reconciliación tenía una condición innegociable y era que aceptaran su relación. Le dolía que los hijos que tuvieran no conocieran a sus abuelos, pero él casi lo prefería así porque temía la influencia que podrían tener sobre unos niños. Sólo tenía que recordar el pasado de su prometido para saber que era algo peligroso.

– Perfecto, las chicas ya se han probado los vestidos... ¿Vamos a tomar algo? No os vais a creer a quién me he encontrado cuando venía aquí... – El moreno propuso y después de hablar con el dependiente de la tienda, todos se dirigieron a la salida. Anderson ya no estaba celoso y el incidente con Adam había quedado muy lejos. Diez años le habían servido para darse cuenta de muchas cosas y una de ellas era que el corazón de Sebastian le pertenecía y que no tenía nada que temer, que él era perfecto a su manera, perfecto para esos ojos verdes que seguían mirándolo como si fuera lo más hermoso del universo. Y eso era lo único que realmente importaba.


A Whole New World (Fic Seblaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora