CAPÍTULO 23: TODO ES PERFECTO

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CAPÍTULO 23: TODO ES PERFECTO

Blaine llevaba tres semanas acudiendo al especialista que los padres de Sebastian habían encontrado para él. Las sesiones eran realmente duras y había heridas que se habían vuelto a abrir, pero sabía que todo era para bien. Esa mañana, por primera vez en su vida, se había mirado en el espejo y le había gustado la persona que aparecía reflejada. Por primera vez, no cambiaría nada de él, ni de su físico ni de su personalidad.

Los Warblers estaban preparándose para salir al escenario. Era la tarde de los regionales y ellos estaban preparados para salir al escenario. Anderson estaba en una esquina, mirando a todo el público que había en la sala, esperando su presentación. Pronto notó unas manos sobre sus hombros y no tenía ninguna duda de quién era.

– ¿Nervioso? – Sebastian preguntó mientras dejaba un beso en la parte posterior de la cabeza de su amado.

– Sí... – El moreno no tenía palabras mientras se giró para mirar a los ojos de su pareja.

– Eres bueno y vas a estar increíble. Yo voy a estar a tu lado y todos van a amarnos y adorarnos. Y vas a experimentar el placer que da ver a todo el mundo de pie ovacionándote a ti y a tu talento. Te aseguro que te volverás adicto a esa sensación. – El castaño besó la mejilla de su novio.

Sebastian tenía razón. Tan pronto como las últimas notas de Friends Will Be Friends de Queen dejaron de sonar, el público se puso en pie para ovacionar a los Warblers. Blaine no podía evitar sonreír, los nervios ya habían desaparecido hacía minutos y en su lugar había disfrutado muchísimo de su actuación. Y había comprobado que realmente era adictivo, quería repetir.

Después de los dos solos de Sebastian, llegó el momento de que los jueces decidieran cuál era el vencedor.

Vocal Adrenaline y los Warblers estaban esperando para conocer cuál era el ganador de la competición. El otro coro ya había quedado en tercer lugar y el presentador estaba abriendo el sobre en el que estaba el nombre del ganador. Sebastian apretó con nervios la mano de Blaine, pasara lo que pasase él ya se sentía ganador. Haber compartido escenario con su novio y haberlo visto tan liberado, tan feliz era algo impagable para él. Después de todo lo que había pasado, se merecía eso y mucho más.

– Y los ganadores son... Desde la Academia Dalton, The Warblers.

Por primera vez en la historia, los Warblers habían vencido al coro del Instituto Carmel y estarían en los Nacionales. Smythe no lo resistió y besó a su novio en los labios con todo el amor del mundo.

Cuando Blaine se vio liberado de las manos de su amado, se vio atrapado por los brazos de Sam. Su mejor amigo había estado apoyándolo mucho, aunque no sabía nada de su última crisis. Ese abrazo sirvió para que el moreno se diera cuenta de que Dalton le había dado muchas cosas, entre ellas una gran amistad sincera y maravillosa. Nada podría ir mejor.

Con la felicidad de la victoria, Blaine se dispuso a pasar el fin de semana en casa de los Smythe. Los nervios volvieron en cuanto se sentó en el coche pero cuando llegó, todo era aun peor. Sebastian abrió la puerta con su llave y ambos entraron a la casa.

Dejaron sus chaquetas en el recibidor y pronto el castaño agarró la mano de su novio para caminar con él al salón.

– ¡Mamá, papá! Ya estamos aquí. – El ojiverde gritó mientras buscaba a sus progenitores.

– ¡Sebastian! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no debes gritar así? Estamos en la paz de nuestro hogar, no en un mercado. – La mujer comentó mientras bajaba las escaleras y al terminar su frase abrazó a su hijo. Cuando el abrazo terminó, se volvió para mirar al acompañante de su hijo. – Tú debes ser Blaine, he oído hablar mucho y muy bien de ti. Bienvenido a nuestra casa.

– Muchas gracias por invitarme, Señora Smythe. – El moreno respondió amablemente.

– ¡Nada de Señora Smythe! Soy Mary para ti. ¿Tenéis hambre? Tenéis que estar cansados del viaje. – La madre comentó.

– Me comería una vaca entera... Creo que Blaine también está hambriento, aunque sea demasiado educado para admitirlo. – El más alto comentó haciendo que su novio se sonrojara.

– ¡Sebastian! Deja de molestar a Blaine. ¿Te gusta la lasaña? La he preparado ya, sólo me queda gratinarla al horno. Sin embargo, si no te gusta puedo hacer otra cosa...

– La lasaña está bien, gracias.

Todos fueron a la cocina para ayudar a poner la mesa mientras se gratinaba el queso de la lasaña. La mujer intentaba conocer mejor al novio de su hijo, aunque intentaba mantener la conversación en temas ligeros para que no se sintiera intimidado.

Phill llegó y saludó a los dos jóvenes de manera educada. Notó los nervios del más bajo, pero no quiso decir nada. Todos se esforzaron porque Blaine se sintiera cómodo.

Después de pasar un gran rato charlando alegremente, los dos jóvenes se sintieron cansados por lo que decidieron ir a la cama.

– ¿Cuál de las dos habitaciones de invitados has preparado para Blaine? – Sebastian preguntó a su madre.

– Bueno... – La mujer se sonrojó un poco, lo que sorprendió a su hijo ya que no recordaba haberla visto así nunca. – Había pensado que Blaine no querrá estar a solas en una casa que no conoce, por lo que pensé que podría dormir en tu habitación... Salvo que no queráis compartir cama.

Los dos menores la miraron realmente sorprendidos. No sabían qué hacer o decir. No era normal que una madre dejara que sus hijos compartieran habitación así. Fue el padre el que decidió sacarlos de su estupor.

– ¡Vamos! Compartís habitación en Dalton. No hay que ser un genio para saber que si queréis, tenéis muchas oportunidades para tener sexo. Y no voy a pretender que mi hijo sigue siendo virgen... Sólo os pedimos que seáis cuidadosos y que no hagáis estupideces. Respetaros y utilizarlo como un medio más para demostraros vuestro amor.

Las mejillas de Anderson estaban de color rojo intenso. Se sentía algo tonto por no querer ir más allá de frotarse con su novio pero no se sentía preparado. Hacía pocos días que acababa de aceptar su homosexualidad por completo y había mejorado lo suficiente como para estar a gusto consigo mismo. Sin embargo, de ahí a dar un paso más en su vida sexual hay mucha distancia.

Los dos subieron las escaleras y se encerraron en la habitación de Sebastian. El castaño sonrió antes de besar a su novio con amor. Blaine se perdió en el beso, olvidándose de todo durante unos segundos.

– No ha sido tan malo, ¿verdad? – El ojiverde preguntó.

– No... Tus padres han sido muy amables y parece que les agrado. – El moreno estaba feliz porque sabía que eso ayudaría a hacer feliz a su amado.

– No les agradas... – El ojimiel frunció el ceño ante esas palabras. – Te adoran.

El más bajo suspiró aliviado por las palabras de su pareja. Los dos se cambiaron la ropa y se tumbaron en la cama. Dormir abrazados en Dalton era incómodo porque las camas eran pequeñas. Sin embargo, ahí había espacio suficiente para ambos y por fin podían disfrutar de pasar la noche juntos. No era la primera vez que lo hacían, lo habían intentado un par de veces en su dormitorio pero no era lo mismo.

– Te amo. – Anderson murmuró entre los brazos de su amado, realmente cómodo junto a él.

– Yo también te amo. – Smythe besó la parte superior de su cabeza antes de cerrar los ojos, listo para dormir.

La pareja estaba muy enamorada y feliz. Las cosas eran más que perfectas. Sin embargo, la vida le había enseñado a Blaine que la felicidad no era eterna... Y esa vez no sería la excepción.

A Whole New World (Fic Seblaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora