CAPÍTULO 30: LA VERDAD DUELE

333 38 5
                                    

N/A: Mis cálculos me dicen que serán unos 35 capítulos, así que, ahora sí, comienza la cuenta atrás. Espero que os guste... Por cierto, estad atentos porque tengo casi planteado un nuevo Seblaine... Subiré el prólogo pronto, aunque aviso que es mucho más angustioso de lo normal (deberían haberme prohibido ver las series españolas Isabel y Carlos, Emperador porque ambas me han dado una idea muy... diferente a lo que suelo escribir... Mucho más drama...) Bueno, no os aburro, os dejo con el capítulo... Espero que no me odiéis mucho...

CAPÍTULO 30: LA VERDAD DUELE

Sus piernas temblaban y apenas podían dirigirlo hacia la habitación que había sido suya el curso anterior. Habían pasado ocho meses pero parecía una eternidad, sobretodo por todo lo que había pasado. Cuando estuvo frente a la puerta, ésta se abrió porque Jeff y Sebastian salían para ir a desayunar.

– ¿Po-Podemos hablar? – Blaine preguntó nervioso. Sabía que estaba temblando y que los otros dos lo notaban.

– Yo voy a la cafetería. – Jeff comentó antes de alejarse para darles privacidad.

El castaño miró a su novio con temor, no había podido enterarse de su secreto, ¿no?

La pareja, si todavía podía llamarse así, entró en la habitación y el más alto cerró la puerta tras ellos. El moreno corrió a sentarse en la cama del otro por miedo a que sus piernas le fallaran y cayera al suelo. El ojiverde lo miraba con cara de culpabilidad, aun cuando no estaba seguro de lo que estaba pasando.

– ¿Te has acostado con Adam? – Anderson preguntó. Sabía que sus amigos jamás le habrían mentido con algo así pero necesitaba escucharlo de los labios de su amado.

– Sí. – Smythe confesó, sabía que era sólo una palabra pero tal vez la más dolorosa para su novio. Su cara así lo reflejó ya que parecía que acababa de recibir la peor de las noticias mientras comenzaba a llorar.

– Te pedí que me esperaras... – El ojimiel intentó explicar pero el otro lo interrumpió.

– Jamás te prometí que lo haría, tú sólo lo decidiste por mí. Yo no te pedí nada pero tú fuiste egoísta. – Sebastian aclaró. Iba a utilizar todas las excusas que había estado repitiéndose durante esos meses para callar la voz de su conciencia que seguía insistiendo en que lo que estaba haciendo estaba mal.

– Las parejas son fieles, si amas a alguien no buscas a otros. – Blaine se mostró firme a pesar de lo rota que se mostraba su voz por las lágrimas y el dolor.

– No hablábamos, no nos veíamos... ¿Cómo puede llamarse a eso relación? Estuve unos meses esperándote pero no obtuve respuesta. ¿Cuánto más tendría que esperar? No sabía cuando regresarías, ni siquiera tenía la seguridad de que lo harías. Podrías haber encontrado a otro y no volver nunca y yo no lo sabría... ¿Por qué habría de esperar? – El castaño insistió.

– Porque me amas. ¿Te parece poco? – El moreno sentía su corazón latir a toda velocidad, sabiendo que estaban llegando a un punto de difícil retorno.

– No puedes dudar de que te amo, pero soy humano. – El ojiverde dijo más calmado, intentando evitar un problema mayor.

– ¿Y qué se supone que tengo que hacer? ¿Olvidar la mentira y la traición? Alguien me enseñó que valgo mucho, que tengo que mirar por mí y que tengo que exigir que me respeten. – Anderson no veía salida a la situación y eso rompía aun más su corazón.

– ¿Qué significa eso? – Smythe lo miró con miedo.

– Que eres libre para acostarte con Adam siempre que quieras, tú y yo no somos nada. Fui un iluso al pensar que tú podías amarme pero no lo voy a ser más. – El ojimiel salió de la habitación justo después de pronunciar esas palabras, sintiéndose más pequeño que nunca.

Todos los Warblers se enteraron de lo ocurrido y no sabían como reaccionar. Ninguno de ellos esperaba una ruptura de la pareja tan rápida y dolorosa para ambos. Sebastian estaba sumergido en su tristeza, proyectando su enfado e ira hacia las personas que le rodeaban. El principal objetivo de sus comentarios ácidos e insultos era Adam, al que culpaba de lo sucedido. Por su parte, Blaine estaba totalmente deprimido y muchas de sus inseguridades habían regresado. Sam intentaba animarlo pero el moreno no tenía ganas de nada y dejaba que la tristeza lo consumiese. Además, era consciente de que estaba retrocediendo en su recuperación y eso hacía que se deprimiera aun más, atrapándolo en una espiral de la que no sabía salir.

Por eso se encontraba frente al espejo del baño, con la puerta cerrada. Nick, por muy buen compañero que fuera, no tenía tan presente lo que había hecho en el pasado como lo había tenido Smythe y por eso le daba privacidad. El ojimiel miraba con miedo la cuchilla de afeitar que tenía en su mano. Sabía que había personas que se cortaban no para castigarse como había hecho él, si no para que el dolor físico ocultara su dolor psicológico.

Sabía lo que tenía que hacer y no lo dudó. Dirigió la cuchilla hacia su cadera y presionó con fuerza hasta que la sangre comenzó a recorrer su piel. Al ver el rojo líquido, se asustó y dejó la cuchilla para después limpiar todo, aparentando que nada había sucedido. Se puso el pijama y salió de la habitación a toda velocidad. Duval lo miró con intriga, pero no dijo nada. Anderson salió de allí, porque sentía que se ahogaba y buscó el único lugar donde podía encontrar algo de consuelo. Llamó a la puerta y esperó unos segundos.

Ryder abrió la puerta y vio a Blaine con muy mal aspecto. Si era sincero, esperaba que eso llegara tarde o temprano, al final, su compañero de habitación era...

– ¿Está Sam? – El moreno preguntó. En su voz se notaba sus ganas de llorar por lo que el otro no lo dudó.

– Sí, pasa. Creo que será mejor que hoy duermas aquí, yo iré a tu habitación. Mañana a primera hora hacemos el cambio, antes de ir a desayunar. Que descanséis. – El castaño salió y cerró la puerta tras él.

– Ven aquí. – El rubio abrió sus brazos para que su mejor amigo se refugiara en ellos. Él sabía todo lo que había pasado y todo lo que había sentido el otro ya que se lo había contado. Era consciente de que no sería fácil consolarlo pero estaba dispuesto a intentarlo.

– No he podido evitarlo, me he vuelto a cortar. – El ojimiel susurró cuando se vio rodeado por los brazos del otro, los dos tumbados en la cama, con la cabeza del más bajo apoyada sobre el pecho del otro.

– Bueno... No puedo decir que no lo esperaba... – Evans decidió ser sincero, con lo que se ganó que el otro se incorporara para mirarlo a los ojos.

– ¿Qué? – Anderson estaba sorprendido. No podía creer que tuvieran tan poco crédito en él.

– Construiste tu recuperación alrededor de Sebastian y eso está bien porque era lo que necesitabas en ese momento pero hacía mucho que deberías haber dejado esa dependencia. Tus inseguridades han vuelto casi tan fuertes como la primera vez que cruzaste las puertas de Dalton. – El ojiverde aclaró, esperando que el otro lo entendiera.

– Llevaba ocho meses lejos de él... – El moreno intentó explicar pero el otro no le dejó.

– Con el único objetivo de volver a él... Mira, me encanta el Blaine que conozco pero estoy seguro de que me gustará más el Blaine sin Sebastian. No puedes depender de una persona de esa manera. No te digo que con el tiempo no puedas volver con él, al contrario. Sé que vuestro destino es estar juntos pero necesitáis estar separados realmente para que tú te encuentres a ti mismo y para que él se de cuenta de que tiene que pedir perdón y comprender que lo que hizo no estuvo bien. – Sam aclaró su punto, haciendo que el otro lo entendiera y se diera cuenta de que no podía rebatirlo.

– ¿Desde cuando eres tan inteligente? No es que seas estúpido pero eso ha sido... Simplemente brillante. – El ojimiel sonrió a su amigo por primera vez.

– Tengo mis momentos. – El rubio rió y le guiñó un ojo.

Anderson se sintió feliz porque no estaba solo y sabía que Evans tenía razón, había llegado el momento de vivir por su cuenta, sin depender de unos padres o un novio. Simplemente siendo él mismo.


A Whole New World (Fic Seblaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora