Dieciocho.

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Debo admitir que eso del alcohol definitivamente no es lo mío. Claro que he tomado alguna vez, todos lo hemos hecho, pero no en esta cantidad. No estoy acostumbrada, y fácilmente puedo marearme y comenzar a reírme de todo. Como ahora. Lo bueno de esto es que todavía estoy consciente y voy a recordarlo mañana.

—Tengo hambre —comento, dejando mi copa de tequila a un lado. Courtney se ríe como si hubiese dicho el chiste más gracioso en su vida—. ¿Qué?

—Tú siempre tienes hambre —responde y yo hago puchero. Tomo la mano de Kenny y hago que se entrelacen.

Una de las razones por las que no tomo es por esto, porque sé que cuando lo hago me pongo cariñosa. Cariñosa en el sentido de que me dan ganas de abrazar a todo el mundo y besarlos, y que me abracen. Qué vergonzoso.

—Tengo hambre, Kenny —le digo—, ¿aquí no hay nada para comer?

—Claro que sí, Gaby —él me sonríe y me besa la frente—. ¿Quieres que te traiga unos nachos?

—Con doble queso, por favor —Él asiente y vuelve a besarme la frente para después ir por mis nachos a la barra. Lo bueno de todo esto es que Kenny nunca toma de más cuando sabe que tiene que conducir, y él siempre es tan bueno conmigo...

—También tengo hambre —volteo al otro lado de la mesa y veo que Courtney está haciendo lo mismo que yo hice con Kenny, pero con Shawn. Oh por Dios—. Tengo hambre —repite, a lo que Shawn ríe.

— ¿También quieres nachos?

—No, quiero un hot-dog —hace una mueca, y yo suelto una carcajada— ¿De qué te ríes tú?

Niego con la cabeza, cubriendo mi boca con una mano. La situación me divierte demasiado y me es inevitable no reírme. Sobre todo agregándole el hecho de que Courtney está más ebria que yo.

—Lo... lo lamento.... Yo... dejaré de reírme.... Ya... ¿ves? Ya dejé de reírme...

Shawn niega con la cabeza sin quitar la sonrisa de su rostro y se levanta hacia la barra, tal como lo hico Kenny momentos antes.

— ¿Cuál es tú problema? —me dice cuando somos las únicas en la mesa—. ¿Crees que no sé lo que haces?

—No entiendo nada —le doy un sorbo al vaso de agua en la mesa y lo vuelvo a dejar en su lugar, pero Courtney lo toma—. ¿Qué es lo que estás haciendo tú?

—Nada que tenga que ver contigo.

— ¿Ahora estás enojada? —Lanzo un bostezo. El alcohol, además de ponerme cariñosa, me da sueño; genial—. Creí que lo habíamos arreglado.

—Oh, sí, como yo soy tan buena amiga entonces voy a dejar todo como está y voy a dejarte a Shawn para ti sola, ¿eso es lo que piensas?

—Courtney, por favor, no quiero que...

— ¿Qué me interponga en tu...?

—Quiero que te calles de una vez —le digo—. Si vas a seguir preocupándote por eso entonces vuelve a casa sola, yo le digo a Kenny que me lleve.

Me levanto del asiento y antes de que pueda adelantar un paso, Courtney me alcanza y me toma del brazo.

—No, espera —dice—. Lo siento, ¿está bien? Me duele la cabeza y estoy borracha, no pienso correctamente —se excusa. Pero una parte dentro de mí me dice que todo lo que ha dicho es lo que en verdad siente; de allí el dicho de los borrachos y los niños siempre dicen la verdad—. ¿Me perdonas?

—No quiero pasar todo el tiempo aguantando tus rabietas con ese chico —me suelto de su brazo—. ¿Cuántas veces tengo qué decírtelo? Shawn es todo tuyo, él no me interesa en lo absoluto. ¿Acaso crees que soy una zorra? Estoy con Kenny. —Sé que estoy hablandode más, pero es lo que menos me importa. ¿Quién quiere pasarse la noche escuchando hablar mal a tu mejor amiga?Teniendo en cuenta, claro, que habla mal de ti. Nadie. ¡Absolutamente nadie!

  — Todo esto es una mierda — dice, para después echarse a llorar. Oh, no. Ahí viene la Courteny borracha.

— No, detente, no vayas a...

— ¿Qué está pasando? —Como si de un rayo se tratase,  Shawn llega a nuestra mesa con un plato de nachos en una mano y otro plato de cuatro hot-dogs en la otra. Deja los platos en la mesa y hace sentar a Courtney junto a él—. ¿Estás bien? ¿Qué está mal?

— Está ebria, eso es todo — menciono, levantando los hombros. Tomo un nacho del plato y me lo llevo a la boca; todavía estoy de pie.

— Esos son mis nachos —Shawn se ríe—. Kenny está esperando por los tuyos en la barra.

— ¿Cómo es que a ti te dieron la comida más rápido si llegaste después de él? — Pregunto, y su mirada nerviosa no me gusta nada—. ¿Qué?

— Nada, nada. Sólo que... —arruga el rostro y levanta un solo hombro, inseguro de lo que va a decir—, ya sabes...

— Ya sé qué...

— Ohh, sí, desde aquí puedo verlo —De repente Courtney ya no está llorando. Ahora está sonriendo como una boba, mirando detrás de mi, señalando con un dedo—. Kenny está coqueteando con la chica que atiende en la barra. 

La mirada de Shawn pasa a Courtney de la sorpresa. Quiere asesinarla con la mirada, pero ella ni se inmuta. Se está riendo a carcajadas que en algún momento puede caer al suelo de la risa. Completamente todo lo contrario a mí.

— Gaby, no es lo que piensas —comienza a decir Shawn.

— Oh, yo creo que sí es lo que pienso —asiento con la cabeza, tomando otro nacho del plato—. Ese inútil me va a escuchar.  

Comienzo a caminar hacia la barra, deseando dentro de mí que no esté haciendo lo que ya sabemos que definitivamente puede que esté haciendo. Pero llego allí y el plato de mis nachos está ahí, en la barra, intocable, mientras que Kenny habla animadamente con la pelirroja al otro lado del medio muro de concreto. Genial.

— Puedo estar muriéndome de hambre y a ti ni te importa, ¿cierto? —La cara de Kenny pierde color cuando voltea a verme. Y no es para menos. Tomo el plato de anchos y una de las dos bebidas junto a él, y sin reclamarle algo más, le digo antes de irme: —Te veré en la mesa.

Miro el reloj en mi muñera y hago una mueca de disgusto. Son las dos de la mañana y ya quiero irme. Me duele la cabeza, y la música no es buena ahora, por lo que el dolor se intensifica. Courtney se quedó dormida hace media hora y está recostada en el sillón con las manos juntas sobre una de sus mejillas, durmiendo como un bebé. Shawn, quien está sentado junto a ella, es decir junto a sus piernas, le toma fotos con su teléfono. Kenny fue al baño hace cinco minutos y no ha vuelto desde entonces. Mientras tanto, yo estoy atiborrándome de nachos y comiéndome la mitad del hot-dog que dejó Courtney antes de que se durmiera. Estoy hambrienta.

—Me quiero ir ya —digo a Shawn. Él guarda su teléfono en el bolsillo y me mira, tomando uno de los nachos de mi canasta.

— ¿Segura?

—Sí —mira hacia ambos lados, como si estuviese buscando algo. Luego mira a Courtney y después de unos momentos, me mira a mí.


—Entonces vámonos. Yo me voy contigo.






Pruébalo ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora